Último intento para salvar la candidatura de los Juegos

BarcelonaLa consellera de la Presidencia, Laura Vilagrà, ha anunciado que la Generalitat preparará los informes correspondientes para presentar una candidatura pilotada desde Catalunya a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2030 en lo que es un último intento para salvar un proyecto que parece tocado de muerte por la posición de Aragón. Todo apunta a que el COE se dispone a renunciar a la candidatura por la carencia de acuerdo, una decisión que sería un colofón lamentable a todo el proceso, que se empezó a torcer cuando el presidente aragonés, Javier Lambán, se echó atrás del acuerdo técnico al que habían llegado las dos administraciones para repartirse las sedes y los deportes. Sería incomprensible que un proyecto tan importante, sobre el cual la ciudadanía todavía tenía que pronunciarse, no llegue ni siquiera a plantearse por los intereses electorales de un barón socialista que ha hecho de su anticatalanismo la principal carta de presentación. Con su obstruccionismo y el chantaje para cambiar lo que se había acordado, Lambán ha conseguido ponerse en contra no solo a la Generalitat, sino también al COE y –tibiamente, eso sí– al gobierno español.

La propuesta de hacer una candidatura solo catalana tiene pocas posibilidades de éxito, pero al menos tiene una virtud, y es la de obligar al COE y al gobierno español a pronunciarse, sobre todo este último, que no parece nada interesado en promoverla. Porque es cierto que la máxima porción de responsabilidad en este fracaso corresponderá a Lambán, pero también al ejecutivo español, que no ha tenido el valor de enfrentarse a un presidente autonómico de su mismo color político para alinearse con uno de ERC-Junts. Finalmente, los intereses electorales de Lambán y Sánchez habrán hecho fracasar un proyecto que, con todas sus luces y sombras, podía suponer un revulsivo económico para el territorio.

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La lección de todo no puede ser más desalentadora. Una candidatura que se forja en Barcelona con la intención de aprovechar la imagen de marca de la capital catalana y que acaba estrellándose porque el gobierno español no se atreve a parecer demasiado "procatalán" y "antiaragonés". Cuando desde Madrid alguien se pregunta sobre el auge del independentismo en Catalunya tendría que ser consciente del interminable listado de agravios que se acumulan en los últimos años, algunos de los cuales, como el déficit inversor y de ejecución, son ya una constante histórica. En este sentido, se echa de menos una posición más decidida del PSC en defensa de la candidatura catalana (y barcelonesa) y más cuando un ex primer secretario como Miquel Iceta ocupa el ministerio de Cultura y Deportes. El actual líder del PSC, Salvador Illa, se entrevistó el martes con Lambán y no solo no consiguió nada, sino que incluso evitó la más mínima crítica al bloqueo de la candidatura por parte del presidente aragonés. ¿Es así como se defienden los intereses de Catalunya ante un correligionario?

El gobierno español y los socialistas insisten a menudo que lo que es bueno para España es bueno para Catalunya, pero parece que al revés la cosa no funciona, y que lo que es bueno para Catalunya no siempre lo es para España.