Valencia se escribe Valencia

Estos días que se habla tanto de corrupción, es bueno que sepan que incluso un lingüista, un filólogo, se puede corromper. A veces no hace falta ni dinero: basta un poco de notoriedad, un instante de falso reconocimiento, un momento de vanidad satisfecha, para que algunos individuos se avengan a ponerse al servicio de una mentira. También de una mentira filológica. Es lo que ha sucedido con un lingüista valenciano, cuyo nombre no escribiremos porque no hace falta, que ha avalado con un informe favorable (frontalmente en contra de los criterios de la Academia Valenciana de la Lengua, de la que es miembro para más inri), la grosera maniobra del cambio de nombre oficial de la ciudad de Valencia. En efecto, el pleno del Ayuntamiento de esta ciudad de este martes, último del curso, ha aprobado que en adelante el topónimo Valencia tenga como forma oficial Valencia. El gobierno del PP y de Vox, que impulsa este cambio, se apoya en un informe del susodicho lingüista (al que se refieren como "reconocido lingüista", y con ello él ya debe darse por pagado), según el cual esta forma es válida porque, a su juicio, coincide "con la pronunciación tradicional y mayoritaria" de los habitantes de la ciudad. Filológicamente, es una argumentación tan inconsistente y absurda que apenas merece ni comentario. Digamos, para reír un poco, que si los nombres de las ciudades tuvieran que escribirse como sus habitantes los pronuncian, veríamos escritas cosas como Barsalona, Lleide, Madrí, Zebiya o Desnudo Yok.

Empeñarse en hacer oficial la forma Valencia es simplemente hacer oficial una falta de ortografía. Curiosamente, sería una falta de ortografía también en castellano, que evidentemente es la única lengua que el gobierno del PP y de Vox quisieran para la capital de la Comunidad Valenciana, para toda la Comunidad Valenciana. Escribir Valencia así, con este acento cerrado, es una forma como otra de complacerse en la propia ignorancia, de revolcarse en la ofuscación y el fanatismo. Es una forma de proclamar que, entre las muchas cosas y las muchas personas que odian, también sienten un odio profundo por la ciencia, por el conocimiento, por la cultura y por todo lo que nos permite avanzar un poco en la comprensión del mundo, en la cohesión de las comunidades, en la convivencia de los ciudadanos. Este odio, por cierto, lo sienten también por el pobre hombre que ha decidido darles cobertura y lanzar así a la basura la autoridad que algún día habría podido tener a cambio de una migaja de lucimiento, y todavía una migaja carcomida.

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Vox y el PP pueden sostener que es el sol el que gira en torno a la Tierra, si quieren, y seguramente no les costará encontrar a un científico resentido que les quiera dar la razón en un informe esperpéntico. En la Comunidad Valenciana, la autoridad lingüística la tiene la Academia Valenciana de la Lengua, por mucho que desde Vox hayan anunciado públicamente que piensan "estrangularla" y que Mazón se lo conceda a cambio de continuar su larga y grotesca huida hacia ninguna parte. Pero ni ellos ni todos los negacionistas que ahora nos toca soportar prevalecerán. La ignorancia siempre es perdedora.