Valencia en Washington

Circulando por Connecticut Avenue, yendo hacia una cita, oigo el boletín de la radio pública americana, NPR. La primera noticia son las elecciones. La segunda son “las inundaciones que han afectado al sudeste de España, que han causado más de doscientos fallecidos pero se espera que la cifra de víctimas pueda aumentar dado el número de desaparecidos. Se cree que todavía hay cuerpos de víctimas en los coches atrapados en las riadas, porque los conductores no recibieron ninguna alerta”.

Cuando hablan de casa en las noticias de otro país y es a causa de una desgracia, es como si estuvieran hablando de ti. Y te golpea cada detalle que utilizan para hacer la noticia más golosa en las orejas de un público físicamente distante y emocionalmente acostumbrado a que la ensalada informativa diaria venga con su ración de muertos. O sea, como nosotros cuando hablan de cualquier sitio lejano.

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Y, además, he tenido un déjà-vu. Circulando por la misma avenida una noche de junio del 2010, salté del asiento al oír que la primera noticia era la del atropello mortal de doce personas que atravesaban la vía del tren en Castelldefels, "cerca de Barcelona". Recuerdo que explicaron que el tren no había podido frenar a tiempo y que el maquinista sólo había podido sonar el claxon.

Y luego viene otra noticia que nada tiene que ver, pero tú ya no la sientes, porque te sientes emocionalmente cerca de tanta gente que las autoridades no protegieron adecuadamente.