Venecia: sin billete no entras

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Venecia en una imagen reciente.

Buongiorno desde Venecia. Por cierto, el jueves fue San Marcos, nuestro patrón, y también aquí, como por Sant Jordi, se regala la rosa entre los enamorados. Nada de libro, una pena; confío, sin embargo, en que en futuro os podremos copiar. Por el momento estamos entretenidos con otras cosas, porque tenemos novedades en la ciudad. Para situarnos, hablaremos de turismo y derivados, y para hacerlo más fácil haremos una comparación con Barcelona: si la Ciudad Condal recibe, en una estimación (nada que ver con un “te quiero”), unos 30 millones de visitantes, Venecia, en un estudio de la Universidad Ca' Foscari de hace unos años, recibe unos 28, y se cree que ahora el número de visitantes es mucho más elevado. Y recordad que Venecia tiene 50.000 residentes. ¡Barcelona tiene 1,5 millones! Aquí, según otro estudio, tenemos 76 turistas por 100 habitantes, ¡5.000 por kilómetro cuadrado! En 2023 por primera vez las camas disponibles para turistas han superado las camas para residentes, 49.693 vs. 49.304 y, flipad, en sestiere di San Marco, la diferencia es enorme: ¡11.500 vs. 3.340!

Resulta, pues, que nuestro alcalde, que si votara solo la Venecia del agua no sería alcalde y que solo es alcalde porque en la época fascista se decidió juntar Venecia con Mestre, que, en aquella época, eran cuatro campesinos y que ahora son muchos más que la gente de Venecia del agua y, por tanto, son quienes eligen al alcalde (¿qué lío, no?)... resulta que el alcalde ha tenido la brillante idea que crear un billete para entrar en el centro storico. Sí, lo habéis entendido bien, un billete, como en el metro, en el cine o en la Razzmatazz. Tendrás que reservar tu sitio si quieres disfrutar de un spritz paseando por le calli della più bella città del mondo. Una vez hecho, recibirás un QR (como un maléfico Green Pass) que deberás enseñar en los diferentes puntos de acceso a la ciudad. Hay también un pago de 5 euros al día. Los que tienen reservado un hotel u otro tipo de alojamiento no tienen que pagar nada y podrán pedir la exención, junto con otras categorías entre las que se encuentran los amigos de los residentes, los residentes en el Véneto, o los que trabajan o estudian en Venecia. En realidad se han individuado 25 tipologías distintas que tienen este derecho, pero cuidado, hay trampa. Todos tendrán que descargarse el maldito QR. Solo los residentes en el municipio, el comune di Venezia, los que hayan nacido ahí y los menores de 14 años no tendrán que hacer nada. Ahora bien, podrán pararte y pedirte el DNI. La fecha escogida para implementar la medida fue el día de San Marcos, el 25 de abril: con datos del viernes, se descargaron el código QR 113.000 personas, de las que 15.700 pagaron los 5 euros. La tasa se aplicará durante 29 días en 2024, y, en 2025, si todo va tal y como está planificado, se aplicará todo el año, y la diferencia será que podrá haber límites de aforo en la ciudad (como en el metro, en el cine o en la Razzmatazz). Este contributo d'accesso está pensado para afectar principalmente a los que entran en la ciudad solo por un día, que representan una verdadera horda barbárica que sufrimos especialmente el fin de semana.

Hay mucha polémica en la ciudad. Por un lado, existe la desesperación y la necesidad de hacer algo; por el otro, el miedo a entrar en una dinámica de control facilitada por las nuevas tecnologías y la resistencia a la institucionalización de la musealización de la ciudad, a la que entrarías con un billete (y quien paga manda). La nefasta experiencia de los confinamientos con green pass incluido está viva en la memoria de todos, y Venecia tiene una smart room, una de las más avanzadas del mundo, que, gracias a la tecnología de la telefónica Tim, y ayudada por la inteligencia artificial, lo graba todo: trazado de los teléfonos móviles, imágenes de las telecámaras con reconocimiento facial y datos de las decenas de sensores escondidos por todas partes. Me parece todo paradigmático y algo ridículo. Estamos haciendo de todo para que venga cada vez más gente, con nuevas rutas aéreas, ampliación de aeropuertos, trenes superrápidos, más fiestas, más eventos, más hoteles, más de todo, y después confiamos en la tecnología para que lo solucione. Algo como querer solucionar el cambio climático, olvidado estos días por el frío que ha hecho, con las baterías de los coches eléctricos o con la aerotermia. Y las smart cities, muy bonitas ellas, pero la sensibilidad humana desaparece para hacer espacio a la fría tecnología, que, como la sabemos fría, la queremos sustituir por una inteligencia artificial que debería ser más humana que nosotros. En fin, en resumen, una solución muy tecnológica: viajemos menos y follemos más. Os dejo, que tengo que hacer el check-in de unos guiris a los que he alquilado unas habitaciones. Es broma (o no). Buen spritz (con Campari, per favore)!

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