'Whatsapp' de Dios en Rosalía y Montserrat

La criatura que escribe esto debe confesar que es izquierdista y arrítmica. Una variante atípica de los que manejamos la mano izquierda como ratón existencial. No tenemos sentido del ritmo. Y esto hace que nos cueste bailar, seguir pies, dedos e incluso neuronas. No ocurre nada: no es contagioso. Puedo escuchar música, aunque no me haga levantarme de la silla. Ahora siento el último disco de Rosalía y le he enviado un whatsapp a Dios.

Como todo el mundo sabe, Dios es catalán. Aunque lejos siempre ha habido muy buena relación. Tanta, que el filósofo Francesc Pujols creó la religión catalana: "Car si tener sistema propio equivale a tener coche propio, tener religión propia es como tener casa propia". Es una religión muy del país, como si fuera el eslogan del gremio de tenderos: "Aquí se despacha todo". Es una religión supermercado: tenemos todo lo que existe. Porque los catalanes somos "los compatriotas de la verdad" y la misión de Catalunya es ofrecer la verdad al mundo. Es una religión pega, engancha: "Catalunya atará los dos caminos, material y espiritual de la humanidad, en una cruz, no de muerte, sino de vida, no de guerra, sino de paz y progreso moral." Pero, cómo no, llegó la guerra. Y la religión catalana, Catalunya, se halló "entre las llamas de fuego y los chorros de sangre de la Guerra Civil desatada por los partidarios de la España castellana contra los partidarios de la España catalana".

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En julio de 1937 el cardenal de "la guerra", Isidre Gomà, es el autor de la carta que firmaron la mayoría de obispos españoles acatando la revuelta militar y Franco. ¿Todos? Todos no. Está el cardenal de la paz, está la Iglesia catalana: Francesc Vidal i Barraquer se negó a firmarla. Exilio y castigado en el infierno. Lo explica luminosamente Carles Cardó, excanónigo de Barcelona y exiliado de la paz. La historia religiosa de la piel de toro-fraude es también la del gran rechazo: el de la Iglesia española de no reconocer la realidad de Cataluña. No: no somos hijos de su Dios. Por eso Cardó ruega al Dios real: "Hazme decir más que nunca la verdad cuando es inverosímil o escandalosa". ¿Por qué lo dice?

Antes habían asado a Jaume Balmes. A uno de los grandes teólogos y filósofos europeos le transformaron en un españolista reaccionario. Él que escribía "No me dan ganas de devolverme castellano". Más infierno: el padre Antoni Maria Claret le flamearon como confesor de Isabel II. Él que sólo predicaba en catalán: "Id predicando en castellano, que ellos blasfeman en catalán y se condenarán en catalán". Él era una rock&roll star. De su libro Camino derecho y seguro para llegar al cielo (1843) se vendieron más de 300.000 ejemplares. Por eso no se podía enseñar catecismo en catalán. Por eso era sinónimo de pecado ser católico y hablar catalán con Dios. Repita: Dios no habla ni entiende el catalán. Dios habla y te entiende sólo en español. Ruega cien veces: repetida una mentira la haremos verdad en nombre del Dios-Diablo-nacional-católico-fraternal-republicano-democrático-y-lo-que-haga-falta pero siempre en castellano.

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El nuevo disco (Lux) de Rosalía buscando a Dios es volver a repetir que el hallazgo de Dios sólo puede ser en castellano. La canción, en castellano, que hace con la Escolanía de Montserrat lo bendice. La escuela de música en activo más antigua de Europa, desde el siglo XII, y con un Montserrat de mil años siendo panóptico del país y del mundo, pide perdón por estos mil años de lengua. ¡Ah! Ya he recibido la respuesta por whatsapp de Dios: "No me hará hablar castellano". Amén.