1995: cuando el espionaje hacía caer a vicepresidentes y ministros

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El presidente del Gobierno , Felipe González, y el vicepresidente Narcís Serra, a sus escaños del Congreso  de los Diputados el junio del 95

BarcelonaEl 12 de junio de 1995 El Mundo publicó en portada un titular ciertamente impactante: “El Cesid lleva más de 10 años espiando y grabando a políticos, empresarios y periodistas”. El diario aportaba fichas con grabaciones a, entre otros, el rey Juan Carlos, pero también a políticos como los ministros Fernández Ordóñez y Barrionuevo, empresarios como Ramon Mendoza (presidente del Real Madrid) o José María Ruiz-Mateos y periodistas como Luis María Ansón o Jaime Campmany. El escándalo fue monumental, puesto que España descubrió que desde 1984 los servicios secretos españoles contaban con un aparato que les permitía cubrir un 30% del área de Madrid desde el cual interceptaban y grababan conversaciones de personajes públicos sin cobertura legal.

Todas aquellas grabaciones se pasaban, después de un primer filtro, a cintas de casete y se archivaban en la magnetoteca. Muchas de ellas hacían referencia a cuestiones personales, como por ejemplo relaciones sentimentales, por lo cual aquel material era ideal para hacer chantajes.

Solo 15 días más tarde, el gobierno de Felipe González, que en un principio había intentado hacer ver que no iba con él, no tuvo más remedio que asumir responsabilidades políticas. El primero en dimitir fue el responsable directo del espionaje, el teniente general Emilio Alonso Manglano, director general del Cesid. Después lo siguieron el ministro de Defensa, Julián García Vargas, y el entonces vicepresidente, Narcís Serra. El escándalo del Cesid le costó el cargo al político catalán que ha llegado más arriba en el organigrama del ejecutivo español desde 1978. La razón es que Serra fue ministro de Defensa entre el 1982 y el 1991 y, por lo tanto, superior directo de Manglano durante los años del espionaje.

¿Cómo llegaron los documentos de las escuchas a El Mundo? El responsable de la filtración fue el coronel Juan Alberto Perote, antiguo responsable del área de escuchas, que después de ser defenestrado por Manglano se vengó llevándose a casa miles de documentos. La justicia, después de varios avatares, cerró el caso con penas mínimas tanto para Manglano como para Perote.

Escuchas a HB

Tres años más tarde, en 1998, se descubrió, a raíz de un cambio de la centralita telefónica, que el Cesid estaba espiando una sede de Herri Batasuna en Vitoria, pero el Supremo acabó absolviendo a la mayoría de responsables, entre ellos otra vez Manglano.

La conclusión es que la justicia española nunca ha condenado de manera contundente el espionaje ilegal por parte de los servicios secretos, pero al menos en el precedente de 1995 el gobierno español asumió su responsabilidad política y rodaron cabezas. Narcís Serra, sin embargo, no se fue a casa. Un año después de dimitir fue elegido primer secretario del PSC en sustitución de Raimon Obiols y fue diputado hasta 2004.

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