Anna Gabriel, una nueva vida de lucha en Suiza
La cupera adquirió su conciencia social a través de los valores familiares
Anna Gabriel (Sellent, 1975) se ha convertido esta semana en la primera mujer que lidera en la región de Ginebra el sindicato Unia, el más importante de Suiza, con más de 200.000 afiliados. La ex diputada de la CUP se exilió en el país helvético en febrero de 2018, solo tres días antes de su citación en el Supremo por el 1-O. Cuatro meses después consiguió un permiso de residencia de cinco años en Suiza, hecho que le permitió trabajar legalmente en el sindicato que ahora abandera, donde se afilió poco después de llegar al país. Amigos de su abogado, Olivier Peter, fueron los que la acogieron en su casa durante los primeros días. Poco después ya colaboraba con una ONG y participaba en los movimientos sociales de la ciudad. También hizo un curso de inglés y consiguió que la Universidad de Ginebra la aceptara para cursar el doctorado, requisito indispensable para poder dar clases.
Diplomada en educación social, licenciada en derecho y con un máster en derechos sociolaborales, la conciencia social la ha acompañado toda la vida gracias a los valores que le ha transmitido su familia. Su madre fue la primera regidora en el municipio (PSUC) cuando mucha gente le preguntaba si no tenía bastante trabajo en casa con dos criaturas; su abuelo luchó en el lado republicano y reabrió la sede de la CNT en 1977, y su bisabuelo, también cenetista, llegó a quemar dinero en la plaza del pueblo en un acto libertario.
Militante de Endavant y de la CGT, fue regidora de la CUP en Sallent antes de dar el salto al Parlament en 2015, donde en solo dos meses se convirtió en la política más bien valorada de Catalunya incluso entre los votantes de Junts pel Sí, a pesar de ser una de las voces más contrarias a investir a Artur Mas. También es una de las personas más queridas entre la militancia. "Cuando la necesitas siempre está", aseguran en su entorno. Hecha en campos de trabajo en Chiapas, en el Sáhara o en Curdistán, ahora su presente pasa por Suiza, donde trabajará para evitar lo que le da más miedo: que los efectos negativos del capitalismo sean irreversibles. A pesar de la añoranza que siente por su tierra, Gabriel, que defiende la lucha como estilo de vida, mirará de poner su grano de arena para defender las clases populares en la ciudad que la acoge. "Para todas, todo; para nosotras, nada". Este lema zapatista es el motor que la hace vivir.