POLÉMICA

La disfobia y machismo de Vox que gobiernan Castilla y León

El PP evidencia incomodidad, pero no desautoriza a la extrema derecha

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MIREIA ESTEVE
4 min
El vicepresidente de gobierno de Castilla y León, Juan García-Gallardo, de la extrema derecha de Vox, esta semana.

MadridNi un mes después de que el PP abriera las puertas del primer gobierno autonómico a Vox, la extrema derecha ya difunde desde las instituciones públicas su discurso más retrógrado. Antes de asumir la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo tuvo que justificarse por sus tuits homófobos y machistas. Ya en el ejecutivo castellanoleonés, Gallardo ha sido noticia estos últimos días por unas declaraciones discriminatorias y machistas con las personas con discapacidad. “No se puede tratar a las mujeres como discapacitadas porque no lo son. Son igual o tan buenas que los hombres, por eso no necesitan ninguna cuota”, dijo en un almuerzo informativo el 9 de mayo. La polémica culminó esta semana con Gallardo dirigiéndose a la diputada socialista con discapacidad Noelia Frutos: “Mire, yo no la trataré con ninguna condescendencia y le responderé como si fuera una persona como todo el resto, no como hace su grupo parlamentario”. A pesar de optar por mantener un perfil bajo en un inicio, el jueves el presidente de Castilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, y ante el alud de críticas, pidió “disculpas y perdón” a las “personas o entidades” a las que haya podido ofender su vicepresidente.

No recibió, en cambio, ninguna desautorización de Vox. El partido de extrema derecha, de hecho, se reafirmó en las palabras de Gallardo y el portavoz del grupo en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, acusó a los medios de comunicación de haber “manipulado” sus palabras. “La trató con el máximo respeto, no como la procuradora a él”, dijo Espinosa de los Monteros el jueves a RNE, en referencia a Frutos. Según el portavoz de Vox, Gallardo dijo que trataría a la diputada “como si fuera una persona como todo el resto” porque Noelia Frutos le dijo que no lo hiciera con “paternalismo”. Ahora bien, en su intervención, Gallardo fue todavía algo más allá y aprovechó para oponerse al derecho al aborto de las mujeres: “La izquierda es hipócrita, le interesan los discapacitados que han nacido, pero no los que no han nacido. Es la izquierda que, con sus leyes de la muerte, de la eutanasia, del aborto, invita a los padres a abortar, a triturar el vientre de las madres de niños a los que se detecta la discapacidad”, afirmó.

Lo que dice Vox no es ninguna novedad, sino lo que defiende la extrema derecha: un discurso discriminatorio, homófobo y machista. Lo evidenciaba el propio Gallardo en una serie de tuits en 2011 cuando decía, por ejemplo, que el fútbol estaba “lleno de maricones” y defendía que el exjugador del Real Madrid Raúl González volviera a la selección española para “heterosexualizar” el deporte. También aseguraba que “ser feminista es ridículo y más si no eres mujer” y añadía: “Qué ridículo que las mujeres exijan igualdad de trato cuando lo que quieren es seguir siendo tratadas igual de bien que hasta ahora”. El PP firmó un programa de gobierno con Vox en el que aceptaron incorporar el concepto de violencia intrafamiliar, el que usa la extrema derecha para negar la violencia machista, además de “promover una inmigración ordenada” que abre la puerta a lo que defiende Vox: expulsar a los inmigrantes que entran ilegalmente en el Estado.

Los equilibrios del PP

El primer gobierno de coalición con la extrema derecha se está convirtiendo ya en una losa para la estrategia de moderación del PP de Alberto Núñez Feijóo. Mañueco hace equilibrios para no desautorizar a su vicepresidente y hace piña con el acuerdo de gobierno. “Yo apoyo al gobierno de Castilla y León, que para eso soy el presidente”, dijo a preguntas de los periodistas. Es evidente, sin embargo, que el pacto de gobierno con Vox está trayendo problemas a un PP que empieza a estar nervioso cuando mira a las elecciones andaluzas del 19 de junio, en las que las encuestas auguran una subida de la extrema derecha, que podría situarse como segunda fuerza.

Feijóo evitó el jueves valorar las palabras de Gallardo: “No hago de comentarista de los comentarios del vicepresidente de una comunidad autónoma”. Aseguró que desconocía lo que había dicho, pero a continuación dijo que le parecían unas declaraciones “sorpresivas”. Desde la cúpula popular defienden que ellos solo se hacen responsables de las declaraciones de sus cargos públicos y no de las de sus socios.

La extrema derecha, en cambio, aprovecha la estrategia del PP de mano extendida al Gobierno español para los pactos de estado para continuar haciendo hueco en su electorado. Esta semana, por ejemplo, el líder de Vox, Santiago Abascal, pinchaba en el “colaboracionismo” de los populares: “Menos lecciones de falsa responsabilidad de estado y más responsabilidad con la inmensa mayoría de los españoles que quieren distancia infinita con Sánchez”. El 19-J será una prueba de fuego para ver si el nuevo proyecto de Feijóo sirve para frenar el auge de Vox y si los populares están dispuestos o no a repetir elecciones para evitar compartir gobierno con Vox -el presidente andaluz, Juanma Moreno, ha abierto la puerta-. O todo lo contrario, si el PP continúa siendo prisionero de la extrema derecha.

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