¿Dónde vota un sintecho?

La Fundació Arrels es una de las que les facilitan empadronarse

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Sergio Camacho vivió en la calle cinco años hasta que se vinculó en la Fundación  Raíces

BarcelonaSergio Camacho vive en el barrio de la Torrassa de l'Hospitalet de Llobregat. Hoy irá a votar al Colegio Charlie Rivel, muy cerca de casa, porque le parece “fundamental” participar en las elecciones. “En este país nos hemos ganado el derecho a votar perdiendo muchas vidas, sobre todo las de nuestros abuelos”. No siempre lo ha tenido tan claro. Durante cinco años vivió en la calle: de día se movía por Barcelona y por la noche dormía en un cajero automático. “Entonces no estaba por votar sino por sobrevivir”. Las prioridades eran otras, pero evidentemente esta no es la única dificultad que se encuentran los sintecho para ejercer su derecho fundamental al voto: para poder estar en el censo electoral necesitan un documento de identidad en vigor y poder certificar su empadronamiento. Y viviendo en la calle no es sencillo acreditar un domicilio fijo.

“Al principio intenté empadronarme en un lugar ficticio”, recuerda Sergio. Finalmente consiguió estar en el padrón cuando conoció a la Fundació Arrels, una entidad que se encarga de ayudar a las personas sin hogar. “Nosotros tenemos el permiso del Ayuntamiento de Barcelona para empadronar múltiples personas en nuestra sede, a pesar de que no sea un domicilio como tal”, explica Marta Maynou, directora del programa de acogida de la fundación. Con el padrón resuelto, estas personas tienen un domicilio para hacerse constar en el censo y se les asigna un colegio electoral del barrio del Raval de Barcelona. Allá fue donde Sergio votó en 2017. “La tarjeta censal llegó a la consigna que hay en Arrels y me enviaron a un colegio de la calle de la Riereta”, recuerda.

Hay otra vía, sin domicilio fijo, para poder conseguir el empadronamiento. En el documento de identidad se tiene que añadir un informe de conocimiento en el que alguien dé fe que el sintecho vive en la ciudad. Por ejemplo, cuando ha estado vinculado a los Servicios Sociales. En este caso también es necesario elegir un lugar para recibir la correspondencia.

Votar es una de las ventajas de estar empadronado pero seguramente es la menos relevante para la mayoría. Con el padrón también va ligada, por ejemplo, la tarjeta sanitaria y, por lo tanto, el médico de cabecera. Y en la fundación los usuarios se pueden duchar, cambiar de ropa o conseguir nueva. Si tienen suerte, algún día también podrán dejar la calle. “Gracias a ellos encontré piso. Una tercera parte del sueldo que gano se lo doy a ellos”, explica Sergio, que trabaja en Troballa, el taller que también gestiona Arrels.

Según datos recogidos por la fundación, en Catalunya hay 4.700 personas sin hogar, de las cuales al menos 1.239 duermen en la calle. El proceso de conexión con la entidad es lento. Primero se tiene que generar el vínculo de confianza conociendo a las personas que viven en la calle y visitándolas regularmente, aunque sea solo para hablar. Solo cuando se detecta que pueden estar dispuestas se les ofrece una ducha o acompañarlas al médico. Cuando empiezan a ir regularmente a la sede es porque se han comprometido a dar continuidad a esta relación.

Falta de interés por la política

Después de las catalanas de 2017, Sergio recuerda que hubo otras elecciones –dos generales, las municipales y las europeas de 2019–, en las que no participó. “Conozco gente que también dormía en la calle y la mayoría dicen que todos los políticos son iguales. Estamos desencantados porque la gente sin techo somos invisibles para ellos”, lamenta en tono reivindicativo. Esta es precisamente una queja bastante generalizada del colectivo, apunta Maynou.

Una parte son personas extranjeras que directamente no tienen derecho a voto en el Estado. Entre los de nacionalidad española, muchos se sienten desamparados. “La mayoría de las personas sin hogar sufren una situación de exclusión severa y tienen una gran desconfianza en la sociedad”, expone Maynou. En el Colegio Charlie Rivel hoy uno votará por ellos.

Recuento de personas que duermen en la calle
  • Según datos recogidos por la Fundació Arrels, en Catalunya hay 4.700 personas sin hogar, de las cuales al menos 1.239 duermen en la calle. No todas quieren establecer vínculos con la entidad y en todos los casos el proceso es lento porque se trata de gente con una situación de exclusión severa. Poder empadronarse en la sede, aunque no sea un domicilio como tal, les permite -a los de nacionalidad española- estar el censo electoral y, más importante, poder acceder a la tarjeta sanitaria.
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