Del drama de Vicente Barrera en el abrazo entre Rovira y Junqueras

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Oriol Junqueras y Marta Rovira se abrazan en Cantallops tras el regreso de Suiza de la secretaria general de ERC.

BarcelonaEn política, las imágenes lo son todo, pero deben saberse descifrar. A veces es necesario poner buena cara al mal tiempo o abrazarte al enemigo. Esta semana hemos tenido buenos ejemplos de ello.

Santiago Abascal quiso transmitir una imagen de unidad en la decisión de romper con el PP y obligó a los dirigentes territoriales a comparecer a su alrededor, pero la cara y el lenguaje corporal del valenciano Vicente Barrera le traicionó y el operación comunicativa se fue al garete. Su evidente incomodidad denotaba que no estaba nada de acuerdo con la decisión, pero curiosamente las deserciones no vinieron del Vox valenciano, sino del extremeño y del castellanoleonés.

Barrera se había construido un equipo a medida y tenía una agenda propia que ahora ha quedado truncada. Hacía pocos días anunció la creación de un Circuito Valenciano de Corridas de Jònecs y antes había aprobado una subvención de 300.000 euros para la Fundación del Toro de Lidia, aunque se trata de una entidad que no tiene su sede en el País Valenciano. También preparaba ayudas para entidades catalanas como Se ha Acabado (en cambio, cuando es al revés hablan de imperialismo). Barrera ya no podrá repartir más dinero ni hacerse fotos. En Valencia ya se hacen apuestas sobre cuándo pasará en el PP.

La otra imagen de la semana es la de la vuelta de Marta Rovira después de seis años y cuatro meses en el exilio y, en concreto, su abrazo con Oriol Junqueras en Cantallops cuando todo el mundo sabe que le encara secretaria general está maniobrando para forzarle a apartarse de la primera línea política. La imagen podría haberse vendido como la de la reconciliación, pero en realidad no es así. Ni Rovira ni Junqueras han cambiado de opinión. Junqueras, de hecho, es quien sale más beneficiado de la fotografía porque traslada una imagen de magnanimidad que los roviristas ahora mismo carecen, sobre todo desde el día en que Sergi Sabrià convirtió una rueda de prensa que debía servir para aplacar la crisis de los carteles en un ataque furibundo contra el expresidente del partido y expuso en público y con toda la crudeza las vergüenzas del partido. ¿Sabía Rovira, que hasta ese momento había negado que hubiera bandos en ERC, que Sabrià incendiaría el partido de esa manera el día de la dimisión? Es una buena pregunta.

El caso de los carteles

¿Cuándo vas a la guerra en política es mejor un equipo reducido pero compacto o un gran ejército? Vox ha decidido esta semana que para ir a la guerra con el PP necesitaba soltar lastre (y aún se preparan más depuraciones internas). En ERC, Junqueras también tiene un equipo aparentemente pequeño contra toda una muchedumbre de cargos, los firmantes del manifiesto impulsado por el entorno de Rovira. Pero estos segundos no acaban de acertar con la estrategia ni encontrar el tono. Da la impresión de que hay demasiados generales y que no todo el mundo actúa con los mismos parámetros. Y el caso de los carteles aún lo ha envuelto todo más.

Los detalles de la semana

1.
El sueldo de Llanos Massó

La alegría de la que no debe renunciar al cargo

La nova presidenta de les Corts Valencianes, Llanos Massó, poc després de ser escollida

La más entusiasta en Vox de la Comunidad Valenciana con la decisión de Santiago Abascal de romper los gobiernos autonómicos con el PP era Llanos Massó, presidenta de Les Corts. Su tuit defendiendo que Vox actuaba por principios y no por cargos se vio respondido de inmediato por decenas de internautas que le recordaban que ella se mantenía en uno de los cargos mejor pagados de la administración valenciana, más de 100.000 euros.

2.
Los operarios de Feijóo

El calor hace cambiar los planes

El lider estatal del PP, Alberto Búñez Feijóo, en la seva visita al Parlament.

Para la visita de Alberto Núñez Feijóo al Parlament, unos operarios de una empresa contratada por el PP habían preparado ante el Parlament un micro y un equipo de sonido, pero debido al calor el presidente del partido desestimó la idea y va decidir hacer la rueda de prensa en el atril. Los operarios no se molestaron demasiado porque hicieron saber a todo el mundo que había por allí que habían cobrado igualmente por el trabajo.

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