El día después
Lo más relevante de hoy empezará a pasar mañana. Difícilmente los resultados electorales serán lo suficientemente claros como para determinar el futuro gobierno del país y se abrirá un período de negociación que, en el peor de los casos, puede conducir a la repetición de las elecciones. Solo una fuerte participación de los indecisos y abstencionistas cambiaría la previsión de resultados que pueden dejar un terreno de juego atomizado y dividido en dos bloques con una fuerte competición interna. La previsión es hoy la de dos bloques que no se pueden imponer el uno sobre el otro y una mayoría soberanista que peligra incluso si llega a los 68 diputados de la mayoría absoluta. De hecho, el soberanismo no ha sido capaz de gobernar conjuntamente durante esta legislatura, y si en la próxima depende de la eventual entrada de la extrema derecha en el Parlament, la mayoría no será efectiva si se cumple el acuerdo firmado entre los partidos durante esta campaña.
Medirse
A partir del domingo por la noche los partidos sabrán la nueva medida de la realidad y el progreso del país dependerá de la capacidad de diálogo y de cooperación, pero no solo dentro de los bloques sino también entre los bloques que se configuraron en 2012. No parece que ningún candidato pueda llegar a la presidencia de la Generalitat con un apoyo externo que no le incomode ideológicamente.
Algunos partidos hablan de pasar página y otros de mantener el rumbo, pero está claro que, con la aprobación de la amnistía y la votación de ERC y de Junts de la investidura de Pedro Sánchez, se abre una nueva etapa de negociación. El símbolo más relevante de esta nueva etapa sería la vuelta de Carles Puigdemont. Hoy, los votantes no saben claramente cuáles son las prioridades de pacto de los tres principales partidos. Por una razón de prudencia, con los resultados abrazarán el pragmatismo o, como decía aquel, veremos cómo la política hace extraños compañeros de cama.
Para valorar los resultados tendremos que fijarnos en varias cosas:
1. Participación. Las encuestas indican una desmovilización que afecta especialmente al electorado soberanista.
2. Evolución de los bloques soberanista y constitucionalista. De los nuevos equilibrios dependerán los acuerdos para investir president y las sumas para formar gobierno o apoyar desde fuera. Por primera vez en más de una década, la mayoría independentista está en entredicho.
3. Grado de representación de la extrema derecha en el Parlament, ya sea unionista o independentista.
4. Transposición de los resultados sobre la política española.
Un Govern fuerte
Catalunya necesita un gobierno fuerte capaz de liderar una sociedad y una economía dinámicas en un mundo sacudido por la incertidumbre de los cambios tecnológicos, demográficos, económicos y comerciales.
Nuestros representantes tienen la obligación moral de ponerse de acuerdo y desbloquear cualquier resultado. Los ciudadanos votan bien a la primera y no es necesario esperar segundas oportunidades que solo pueden aumentar la desafección, la frustración y la factura.
Las elecciones catalanas tendrán repercusión también sobre la legislatura española. Pedro Sánchez puede perder el apoyo de una parte del soberanismo en el Congreso, e incluso puede desear íntimamente un menor éxito al candidato del PSC que no le complique la existencia. También el PP deberá leer bien los resultados y evaluar cuál es su peso en Catalunya, donde Vox es hoy la cuarta fuerza parlamentaria con un candidato ultra que ha modulado su propuesta hacia una clara opa a su electorado.
Pase lo que pase, a partir del lunes se abrirá el juego una vez se hayan repartido nuevas cartas. Unos y otros tendrán que negociar para evitar que los resultados ajustados entre bloques que se esperan no dirijan al país a una torpe repetición electoral.
Negociar sin extremos
Por lo tanto, teniendo claro que de las prioridades en los pactos se habla pero no existen hasta que hay votos escrutados y resultados, puede que veamos acuerdos inverosímiles. Y no será mala noticia si se hacen sobre la base de políticas concretas, de esas que necesita el país. El mundo no está esperando y la sociedad catalana tiene hoy muchos desafíos abiertos.
Para evitar el bloqueo, tu voto es imprescindible y también lo es para mantener los valores de un país de progreso, avanzado, europeísta e integrador. Si queremos un país decente tendremos que votar a favor de la idea de una Catalunya abierta, inclusiva y de progreso.