MadridAlberto Núñez Feijóo empieza a poner cara de Pablo Casado. Al igual que le ocurrió al anterior presidente del PP, acaba de iniciar una guerra, probablemente sin saberlo, que no podrá ganar. El núcleo del debate es el siguiente: ¿el PP debe estar en contra de los indultos a los políticos catalanes por principio o simplemente porque ahora no se dan las condiciones? Feijóo ha querido situarse en esta segunda opción cuando él mismo, empujado por Isabel Díaz-Ayuso, José María Aznar y la derecha mediática y judicial madrileña, había conducido el grueso del partido hacia la primera. Ninguna persona de las que estos meses se ha manifestado contra la amnistía tenía en mente que, en determinadas circunstancias (perdón, compromiso con el estado de derecho, etc.), el PP podría estar a favor de conceder un indulto a Carlos Puigdemont o cualquier otro líder independentista. Es más, la gente corriente no distingue entre indulto o amnistía. Y tampoco el PP lo había hecho hasta este fin de semana.
El resultado es que ahora mismo Feijóo está en una situación insostenible. El intento de matizar lo que comentó en privado con periodistas en su Galicia natal (y dando el visto bueno para que fuera publicado) es claramente insuficiente para la derecha madrileña. Y ahora o bien pasa de la matización a la rectificación total y queda como un títere de Ayuso, o bien mantiene la posición y abre una guerra civil en el PP. Ni que decir tiene que la primera opción es la más probable. Enfrentarse a Ayuso es ahora mismo imposible en el PP. Lo curioso es que parecía que Feijóo era consciente de ello y por eso había aceptado hacer su seguidismo ideológico. En su cabeza era mejor rehuir el conflicto antes que llevar el partido a la situación que sufrió cuando Casado se atrevió a atacar a la presidenta madrileña.
Un resbalón
Todo apunta a que no se trata de ninguna jugada maestra ni estrategia calculada al milímetro, sino simplemente de un resbalón. Pero la diferencia es que ahora ya sabemos qué piensa de verdad Núñez Feijóo: el político gallego sueña con un regreso de la vieja CiU y sabe que los indultos (e incluso la amnistía) son el único camino para volver a ese pasado que idealiza. En cambio, Ayuso y Aznar (pese a que éste hizo el Pacto del Majestic con Pujol), creen ahora que ese camino, el de los pactos con los nacionalistas, fue un error.
Tarde o temprano esa discrepancia tan nuclear debía aflorar y provocar una brecha en el partido. Lo que nadie podía esperar es que fuera a una semana de las elecciones gallegas y fruto de un encuentro con periodistas con tono distendido en Galicia. Cuando Feijóo vuelva a Madrid se encontrará un ambiente muy hostil (¿qué pensará Manuel García-Castellón, por ejemplo?). Y la única incógnita es si Ayuso enseñará los dientes antes o después de las elecciones gallegas.