Partido Popular

Feijóo trabaja para ampliar las fronteras del PP en Catalunya

El líder popular menudea las visitas  con un discurso más amable para seducir el empresariado

Madrid / BarcelonaHace más de 100 días que Alberto Núñez Feijóo lidera el PP y a lo largo de este tiempo ya ha venido hasta cuatro veces a Catalunya. Vuelve, de hecho, este sábado a Barcelona para clausurar el congreso del PP en la demarcación, que revalidará a Manuel Reyes como presidente. El dirigente gallego sabe que en Catalunya, territorio clave para llegar a la Moncloa, los populares hace meses que han tocado fondo y que la estrategia de la confrontación de los últimos años no ha funcionado. Por eso, desde la dirección se han conjurado para trazar un nuevo rumbo que los permita reconectar con el electorado catalán. ¿Cómo? Intentando moderar el tono incendiario de Pablo Casado, tejiendo alianzas con los actores económicos y potenciando su discurso liberal-conservador.

Los días que Feijóo ha aterrizado en Barcelona ha aprovechado para rodearse de empresarios del Círculo de Economía o también de Foment del Treball. El partido quiere rehacer las alianzas que en su momento quedaron tocadas con Casado, cuando se opuso a los indultos. Feijóo evita el tema, pero esto no quiere decir que no compartiera la posición de su predecesor. Lo que hace es pasar página para intentar que el empresariado vuelva a ver al PP como su partido de referencia. Desde la sede de la calle Génova de Madrid aseguran que no hay ninguna agenda específica de visitas a Catalunya, pero sí que admiten que las reuniones con el empresariado catalán son una de las prioridades. 

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En la dirección estatal quieren que el PP que pilota Alejandro Fernández se vuelva a asemejar al que dirigió Josep Piqué. De hecho, a principios de siglo, José Maria Aznar entró en conversaciones con Josep Antoni Duran i Lleida (Unió) para convertir el PP en un espacio político central y que se acercara al catalanismo. No hubo acuerdo y Aznar eligió a Josep Piqué para intentarlo. Piqué, que representaba la moderación, acabó desplazado por la confrontación. Pero ahora, cinco años después del 1-O, desde el PP en Catalunya se considera que esta estrategia se ha acabado. Fuentes del partido apuntan que ya no hay que hablar "de independentistas y constitucionalistas", sino "de inflación y gestión". Creen que la variable nacional ha tocado fondo y hay que volver a moverse por las de antes: la ideológica y la económica. Y más, dicen, en un contexto de crisis. Un ejemplo: el miércoles, en la sesión de control al Govern, Alejandro Fernández reprochó al president, Pere Aragonès, las retenciones en la AP-7. En cambio, Cs preguntó por si Catalunya se opondría a un mundial de fútbol con sede en España.

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Fuentes de la cúpula popular estatal, de hecho, comparan este nuevo rumbo con el que Feijóo siguió en Galicia y que le sirvió para conseguir cuatro mayorías absolutas. ¿Cómo se traduce esto en Catalunya? Que el PP adopte una línea propia y que no sea visto como una "sucursal" del partido en el Estado, apuntan las mismas fuentes. Es decir, seducir el electorado de derechas que hasta ahora votaba CDC y que no ha subido al tren del independentismo. Esto, asumen desde el PP catalán, no se puede conseguir con exabruptos sobre la inmersión ni jugando a quién dice más disparates con Cs y Vox: el antiguo votante convergente no se puede asustar con un fuerte discurso anticatalanista.

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De entrada, sin embargo, Feijóo no ha empezado con buen pie. El líder popular ha hablado de "nacionalidad catalana" en sus primeras visitas a Catalunya, pero también, recordando su antecesor, ha descrito el actual modelo del catalán en las aulas como un "apartheid lingüístico". Feijóo lo contrapone con el "bilingüismo cordial" que él ha implantado en Galicia y que presenta como el más equilibrado. El popular asegura que en las aulas se habla 50% en castellano y 50% en gallego, pero la letra pequeña de la normativa dice que todas las asignaturas troncales se tienen que hacer en castellano. A la práctica, por lo tanto, es la lengua que tiene más peso.

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El horizonte electoral

A pesar de las polémicas, sin embargo, lo cierto es que el discurso de Feijóo en Catalunya es diferente del de Casado. El expresidente popular prometía un 155 permanente y revocar los indultos, mientras que el nuevo líder del PP dice que quiere "consolidar la convivencia". Desde el PP catalán sabían que las salidas de tono de Casado y la mano dura con el independentismo quizás valían el 2018, pero que ahora ya no. De hecho, antes de que llegara Feijóo, algunos dirigentes ya abogaban por cambiar de rumbo y ahora se sienten más en sintonía con Génova. No en vano, los mejores resultados del PP en Catalunya han sido con Alícia Sánchez Camacho (19 escaños), que pactó con el primer gobierno de Artur Mas el 2012, y con Josep Piqué (15 escaños). En el trasfondo de la estrategia de Feijóo, de hecho, hay la carrera de las generales. El PP ya supera al PSOE en intención de voto, según el último barómetro del CIS, y hacer mella en territorios como Catalunya -o Andalucía, donde los populares ya se llevaron la victoria en las autonómicas-, es clave para poder llegar a la Moncloa. Cuando al PP le ha ido bien en Catalunya, también han puesto un pie en el gobierno español: Aznar llegó con 12 diputados catalanes en 2003, mientras que Casado no lo consiguió en 2019, cuando el partido perdió hasta 10 representantes en el Congreso.