La Fiscalía investiga a Vox por un delito de odio en la campaña madrileña

La izquierda tilda de "fascista" un cartel en la estación de metro y tren de Sol que criminaliza a los menores extranjeros no acompañados

Cartel electoral xenófobo de Vox a la estación de Sol de Madrid.

MadridPara poder seguir gobernando, Isabel Díaz Ayuso necesita un socio, sea dentro del ejecutivo o de puertas afuera: Vox. Es el gran tabú de la presidenta madrileña esta campaña de las elecciones del 4 de mayo. La candidata del PP carga contra todo el mundo, pero hay un partido que acostumbra a salir indemne, el de Santiago Abascal. Sea porque la apoye –como pasó con el mitin de Vox en el barrio de Vallecas– o bien, como en la mayoría de casos, por omisión, ignorando las proclamas racistas, homófobas y machistas.

Pero Vox la está obligando a mojarse para marcar perfil propio. El PP ha tratado este martes de ignorar los carteles electorales xenófobos que el partido de extrema derecha ha instalado en la concurrida estación de metro y Cercanías de Sol, en pleno centro de la capital española. A pesar de que la Fiscalía Provincial de Madrid ha anunciado que abría una investigación por un presunto delito de odio porque criminaliza a los menores extranjeros no acompañados, después de que Más Madrid denunciara el caso al ministerio público para no quedarse de “brazos cruzados”, Ayuso ha intentado minimizar el tema en una entrevista ya por la noche en Onda Cero, alegando que se trata de un "problema de la Moncloa". Sí se ha mostrado "absolutamente en contra" del cartel, pero en primer lugar porque a su entender no es competencia suya qué se hace con los menores que han llegado al Estado sin familia. Preguntada por el riesgo que puede suponer esto en un futuro gobierno de coalición, se ha limitado a señalar que es un tema en el que las dos fuerzas no se pueden poner de acuerdo.

La aparición de los carteles no es menor. Primero, porque los tiene que haber autorizado la Junta Electoral Provincial. Y segundo, porque han aparecido en un espacio como el metro y Cercanías. Rápidamente, Metro de Madrid –un consorcio controlado por la Comunidad, gobernada por el PP– ha asegurado que era cosa de Renfe, porque estaba en el espacio de Cercanías. A su vez, Renfe ha alegado que la publicidad estaba externalizada y que intentaría retirarla una vez se pronuncie la Junta Electoral. En el cartel más polémico, se lee: “Un mena, 4.700 euros al mes. Tu abuela, 426 euros de pensión al mes. Protege Madrid”. En la imagen aparecen dos personas: una mujer mayor y un hombre de piel oscura, enmascarado y encapuchado.

El cartel rápidamente se ha viralizado por Twitter y ha agitado los actos de la tarde, horas después de que los usuarios de Cercanías se encontraran con el mensaje xenófobo en el metro. El primero en reaccionar ha sido el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que ha asegurado que campañas como esta solo tienen un nombre, “fascismo”. “No podemos permitir que estos criminales gobiernen Madrid”, ha dicho en un tuit, en el que anunciaba que denunciarían la “propaganda nazi” a la Junta Electoral. En la misma dirección se ha expresado en un acto del PSOE en Parla el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que ha avanzado que harían todo lo posible para retirar el cartel. “?Qué pasa si en lugar de menas, que son menores no acompañados pero son menores, ponemos judíos... ¿Lo entendemos más? Así fue el fascismo. ¡Lo están haciendo sin complejos! La derecha fascista se ha quitado los complejos”, ha dicho indignado.

La estrategia de Cs

No en vano, Ábalos hacía referencia a carteles de la Alemana nazi en los que se apuntaba por ejemplo al coste que tenían para el estado las personas discapacitadas. Vox ha decidido jugar a la campaña más agresiva para conseguir así visibilidad y, en parte, lo está consiguiendo. La candidata ultra, Rocío Monasterio, necesita superar el umbral del 5% de los votos para poder entrar en la Asamblea de Madrid y Ayuso podría ponerle esta vez las cosas difíciles. A la vez, el PP tiene el dilema de no anorrear demasiado al partido ultra para no quedarse sin aliados para llegar a la mayoría si Ciudadanos también se queda sin representación.

En medio de esta pugna intenta hacerse un lugar Ciudadanos, que ha centrado la campaña en alertar del peligro de un gobierno de coalición del PP y Vox o de Ayuso gobernando con minoría con el único apoyo externo de la extrema derecha, al que apuntan todas las encuestas. El partido naranja ha pedido poner fin al “odio hacia los menas”, pero ha puesto la “crispación y la intolerancia” del partido de Abascal en el mismo cajón que el de Unidas Podemos. Es una estrategia similar a la que sigue el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, que busca quedarse con el máximo de voto de los naranjas para que no se beneficie así Ayuso. El exministro de Cultura sigue evitando la confrontación, mal que pese a Podemos y Más Madrid, y quien le han cogido el guante han sido los ministros socialistas, que se han volcado en la campaña.

La carrera electoral está siendo la de la polarización, pero también la del miedo. El miedo, para Ayuso, de que gobierne la izquierda por primera vez 26 años después y desmonte las políticas del PP. La candidata del PP no alimenta la campaña antiinmigración de Vox, pero ya el domingo se enredó en un tema social. Aseguró que la izquierda crea “ciudadanos de primera y de segunda” para que los de segunda sean “mantenidos por subvenciones que ellos crean como las colas del hambre para que la gente dependa de ellos”. El día siguiente, el lunes, denunció que se habían cambiado sus palabras. Pero es el resultado de buscar siempre palabras grandilocuentes, que a veces pueden pasarse de frenazo, para atacar al rival. De hecho, la campaña del PP busca justamente minimizar los posibles errores de su candidata. Este miércoles se enfrenta a uno de los momentos más complicados: el debate electoral de Telemadrid, que se prevé un todos contra Ayuso.

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