Imanol Pradales, investido nuevo lendakari con un ojo puesto en los pactos con Pedro Sánchez
El candidato de EH Bildu, que también se presentaba, sólo ha recibido los votos de sus diputados
VitoriaImanol Pradales es ya el sexto lendakari desde el regreso de la democracia. El dirigente del PNV fue elegido este jueves como nuevo presidente del gobierno vasco, con el apoyo del PSE, con quien el miércoles firmaron el acuerdo programático. También lo ha probado Pello Otxandiano (EH Bildu), quien, como Pradales, presentaba candidatura, pero sólo ha recibido los votos de sus 27 diputados. Pradales, con el aval del PSE, recibió el apoyo de 39 de los 75 parlamentarios, mientras que los siete diputados del PP y el de Sumar y Vox lo hicieron en blanco.
En su intervención, Pradales se ha comprometido a alcanzar un nuevo pacto estatutario acordado con el Estado para establecer una relación bilateral que incluya el reconocimiento de la "realidad nacional" de Euskadi, la singularidad de su autogobierno y un sistema de garantías para que se cumpla lo acordado. Sin embargo, la reforma del Estatut es precisamente la única cuestión que el PNV y el PSE-EE han dejado fuera de su programa de coalición, por lo que cada partido podrá hacer visibles sus discrepancias en esta materia. Otxandiano, que reprochó a Pradales no haber ni siquiera mencionado el derecho a decidir, quiso subrayar que el nuevo Parlamento Vasco tiene "una mayoría soberanista sin precedentes" y emplazó al PNV a "recobrar la ambición nacional".
Pradales el sábado jurará el cargo bajo el Árbol de Gernika ya lo largo de estos días se sabrá la distribución de consejerías y las personas que las ocuparán. Hasta aquí, nada nuevo. La principal novedad es que la política vasca, como la catalana, se juega en dos tableros: en España y en Euskadi. Vasos comunicantes, pero también vasos condicionantes. La continuidad de Pedro Sánchez depende del PNV, entre otros, pero Pradales también depende de que el PNV siga apoyando a Pedro Sánchez. "Si el PNV cambiara de socio en Madrid, pondría en riesgo al gobierno vasco". Así se expresaba Eneko Andueza, secretario general del PSE, sólo unos días antes de la firma del acuerdo. Cuestión de equilibrios.
El nuevo lendakari deberá hacer frente a los graves problemas que tiene Euskadi —sanidad, educación, vivienda…— y, además, enderezar el rumbo de un PNV que no ha sabido gestionar bien la situación, lo que ha provocado que haya perdido decenas de miles de votos en ese ciclo electoral. En las europeas no alcanzó los doscientos mil votos, cifra inferior a la alcanzada en 1986 tras la escisión de Eusko Alkartasuna.
¿Reforma estatutaria?
El Estatuto de Gernika no solo no ha terminado de desplegarse, sino que está erosionado a través de las sentencias del Tribunal Constitucional, que funcionan como la LOAPA, pero en monodosis. Por ejemplo, la transferencia del régimen económico de la Seguridad Social ha chocado hasta ahora con un muro infranqueable. Habrá que ver si el nuevo gobierno será capaz de liderar una reforma estatutaria. De lo contrario, ésta sería la cuarta legislatura sin resultados. Ahora Pradales toma como base el acuerdo suscrito entre PNV y PSOE para la investidura de Sánchez que señalaba un plazo de año y medio (ha transcurrido la mitad) para que haya resultados tangibles. Pero las palabras del líder socialista vasco en el sentido de que "Euskadi es una nación que no tiene estado y nunca lo tendrá", no parecen el mejor inicio.
Frente a Imanol Pradales se ha situado Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu, que también se ha presentado a la investidura porque así lo permite la ley vasca. Otxandiano busca visibilidad, proyectar que hay alternativa y que otra forma de hacer política es posible. EH Bildu ha cumplido con un ciclo electoral que ha sido espectacular, incluso ha sobrepasado las expectativas, y ahora tendrá que gestionar desde la oposición una transición de tres años hasta las próximas municipales y forales.
En Euskadi no hay bloques polarizados como existen en España o han existido en Cataluña. No existe una mayoría de gobierno nacionalista o soberanista, aunque sí existe una mayoría aritmética y social que podría sostenerlo. Tampoco hay una mayoría de izquierdas de gobierno operativa, aunque sí existe en la sociedad y en la cámara vasca. Lo que existe desde hace años es una fórmula por la que un partido de derechas y nacionalista gobierna con un partido unionista de izquierdas. El PNV aparca sine die el soberanismo y el PSE está cómodo en una política de tintes liberales. Desde este punto de vista, Pradales sigue el camino marcado por Íñigo Urkullu. Todo como siempre. A menos que se alteren los equilibrios en Madrid.