ELECCIONES VASCAS

Nubarrones en el horizonte de la nación industrial

La pérdida de peso de Vizcaya y la baja natalidad son las principales amenazas a la economía vasca

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Obras de la llamada 'I griega' de la línea de AVE que debe unir Madrid con Vitoria, Bilbao y San Sebastián con la frontera francesa, en construcción en Atxondo, con la cima del Mugarra de fondo.

San Sebastián"Un ciudadano de Barcelona sale de casa y coge un metro construido por la empresa CAF, después un autobús de la marca Irizar, ya en la oficina sube a su despacho en un ascensor Orona y, cuando vuelve a casa, para relajarse se, sale a dar una vuelta con una bici Orbea. Todos estos medios de transporte comparten el hecho de estar fabricados en Euskadi por empresas vascas, la mayoría cooperativas guipuzcoanas. Además, este ciudadano puede tener en el garaje un Mercedes fabricado en Vitoria, la capital política vasca, o un Volkswagen de Pamplona". El vicepresidente del Colegio de Economistas de Euskadi, Joseba Barandiaran, describe de esta forma tan gráfica la potencia industrial de la economía vasca. Los indicadores económicos muestran que Euskadi tiene una renta per cápita que es la segunda del Estado, con 35.832 euros, sólo por detrás de Madrid, que tiene 38.435, y superior a la catalana, que es de 32.550, con datos del 2022 . También mucho menos paro: un 6,3% frente al 9% catalán o el 9,7% madrileño. ¿Pero realmente va todo tan bien en Euskadi?

Elorrio es una población de 7.000 habitantes situada en la comarca vizcaína del Duranguesado que concentra muchos de los contrastes y contradicciones que afronta la sociedad vasca. Karlos Ibarrondo es un ganadero que nos ha citado en un paisaje idílico de montañas verdes y pinos insignes por los que pastan 200 cerdos blancos de su propiedad en la población vecina de Atxondo. Pero lo que llama poderosamente la atención son unos pilares altísimos que se están construyendo para que el AVE, la famosa y griega vasca, salve la pendiente de un valle majestuoso con el Mugarra al fondo. El impacto visual es brutal, y mucha gente en Elorrio considera que son los grandes damnificados por una obra que acumula retrasos y más retrasos. La primera fecha de finalización era 2013 y ahora se calcula que no estará terminada hasta el 2028.

Así lo piensa Iker Alberdi, antiguo socio y ahora trabajador de la cooperativa Basatxerri, que reúne a productores de cerdos blancos como Ibarrondo. Alberdi, como padre de tres hijos, está más preocupado por la calidad de la enseñanza pública o la sanidad que por la alta velocidad y su conexión con Madrid. Sentados frente a un plato de garbanzos en el bar La Parra de Elorrio, la conversación gira en torno al Euskadi actual. "Los jóvenes ya no quieren emprender y, si pueden trabajar 34 horas, mejor que 40", se queja Ibarrondo, que aparte de la actividad ganadera es conocido por ser un maestro en la técnica del asado de ternera al estilo burduntzi y también preside el sindicato agrario ENBA. Ibarrondo, que también fue concejal del PNV, representa aquellas voces que creen que la administración pone demasiados obstáculos a la actividad económica. "Aquí, con las diputaciones y el gobierno autonómico, tenemos mucha burocracia, todo va más lento que en otros sitios", afirma con unos argumentos que recuerdan mucho a los de las patronales catalanas.

Y es cierto que, si se miran otros datos, el panorama ya no parece tan próspero. "La economía vasca representaba el 7,1% del total español en 1978 y ahora es el 5,8%. Se ha ido perdiendo peso en favor de Madrid", explica el profesor de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco Jon Bernat Zubiri. Zubiri cree que la imagen de Euskadi como motor industrial de España no responde ya a la realidad. "Hace 50 años la industria representaba más del 50% del PIB vasco, ahora es el 22%, y la situación es especialmente preocupante en Vizcaya", afirma. Hay datos que fundamentan esta tesis de la decadencia vizcaína respecto a Guipúzcoa y Álava (y también Navarra) pese a ser la sede de gigantes como Iberdrola o Petronor. Sólo el 15% de la ocupación vizcaína es industrial, en comparación con el 28% de la alavesa y el 23% de la guipuzcoana. "La industria guipuzcoana aguanta mejor por la especialización en la máquina herramienta, pero tiene una mano de obra muy envejecida, mientras que Álava tiene una gran empresa que es Mercedes", relata Zubiri desde la población de Mungia, una de las del entorno de Bilbao que las clases urbanas medias y altas han convertido en lugar de residencia y donde se respira ambiente de pueblo, algo al estilo de Sant Cugat. "La burguesía negurítica [por el barrio de Neguri de Getxo], además, perdió su gran banco con la fusión con Argentaria", añade en relación al poco peso vasco en el actual BBVA.

Menos inmigración

El envejecimiento de la población y la falta de mano de obra son dos puntos débiles que la patronal vasca hace tiempo que tiene detectados. La población de origen inmigrante representa un 9,1% del total, menos de la mitad que en Cataluña. La responsable de recursos humanos de una empresa de maquinaria de la comarca del Alto Deba explica al ARA que tienen muchas dificultades para encontrar trabajadores. "Cuesta mucho, porque hay poco paro y los candidatos muchas veces ya los hemos descartado. Otras se quejan del ruido de las máquinas o de la poca luz. ¡No sé qué esperan en una fábrica como esta!", suspira.

Otro de los hechos distintivos del tejido industrial vasco es el modelo cooperativo, especialmente el peso del Grupo Cooperativo Mondragon, un gigante para el que trabajan 70.000 personas y que vende en 150 países. Y eso que en los últimos años empresas muy importantes como Orona o Ulma han salido, aunque han seguido siendo cooperativas. "El modelo de Mondragon se estudia en todas partes, es un referente mundial. Es un sistema de empresa más democrática donde lo central no es el capital sino el trabajo", comenta Joseba Barandiaran. Básicamente, los trabajadores son también propietarios, y aunque la gestión está profesionalizada, las decisiones se toman votando. Así, por ejemplo, cuando Ulma tuvo que decidir si salía del grupo Mondragon, alquiló una plaza de toros para reunir a todos los cooperativistas y votar. "La ventaja de la cooperativa es la flexibilidad. Los trabajadores pueden decidir bajarse el sueldo para salvar a la empresa", resume Barandiaran. "La pandemia demostró el potencial del modelo cooperativo: de un día para otro se pusieron a fabricar mascarillas. Las empresas de Mondragon trajeron máquinas de China para hacerlas", remata el economista.

Hablando con trabajadores de estas cooperativas, sin embargo, ya se ve que no todo es tan ideal. Algunos se quejan de que en las empresas hay trabajadores de primera (los cooperativistas) y de segunda (asalariados), lo que provoca conflictos. "La gente quiere entrar en la cooperativa porque así tienen el puesto de trabajo asegurado y no pueden echarlos, no por espíritu cooperativo. Al final ellos son como funcionarios, y a nosotros no nos tratan igual", se queja un trabajador. Eso sí, la potencia de este tejido industrial es tal que tienen una universidad propia, la Universidad de Mondragon, para formar a sus técnicos. Lander Beloki es el decano de la Facultad de Empresariales y explica al ARA cómo funciona el modelo cooperativo en este caso: "Trabajadores, estudiantes y empresas tienen la misma representación, y las decisiones se toman de forma democrática", explica. Es, sin duda, un modelo único en el mundo.

Jon Bernat Zubiri fotografiado en el frontón de Mungia.
Varias familias con niños pequeños una tarde entre semana en la plaza de Mungia.
Sede del PNV en Mungia, en Vizcaya.

El Grupo Mondragon sufrió un duro golpe con la caída en 2013 de Fagor Electrodomésticos, que era la empresa fundadora del conglomerado. El viceconsejero de Formación Profesional del gobierno vasco, Jorge Arévalo, aún recuerda ese día como uno de los peores de su vida en la administración. De un día para otro 1.800 personas se quedaron sin trabajo. Pero entonces activaron su potente red de centros de FP, en especial Miguel Altuna de Bergara, la joya de la corona, por la que pasaron 400 de estos trabajadores para recibir formación y volver a recolocarse. Hoy en día, cuenta, sólo quedan 45 ex trabajadores sin trabajo.

De hecho, las empresas de la zona se rifan estudiantes como Ainhoa Garay, de 24 años, que de trabajar de administrativa ha pasado a formarse en un ciclo de preparación de la producción en fabricación mecánica. En la empresa donde realiza las prácticas de la FP dual le esperan con los brazos abiertos. Cuando acabe pasará a cobrar lo mínimo que fija el convenio del metal guipuzcoano: 30.000 euros anuales brutos. La empleabilidad de la mayoría de ciclos está por encima del 90% y, de hecho, cada año quedan plazas por cubrir. "Nos faltan alumnos", lamenta Arévalo.

Fracaso en PISA

Sin embargo, no toda la educación vasca es igual de exitosa. Como ocurrió en Catalunya, los últimos resultados de las pruebas PISA supusieron un fracaso para Euskadi. Los datos de comprensión lectora fueron especialmente dramáticos, ya que situaron a los alumnos vascos en la cola de España, por debajo también de Cataluña. Y esto con la mayor inversión per cápita por alumno y sin el factor inmigración. "Es que no hay que mirar la inversión per cápita sino en relación al PIB, donde se ve que Euskadi invierte menos que otras comunidades autónomas", defiende el economista Jon Bernat Zubiri.

Ainhoa Garay, estudiante de FP dual en el Instituto Miguel Altuna de Bergara, realizando prácticas de trabajo en una empresa de la zona.
El Instituto Miguel Altuna en Bergara, Guipúzcoa, centro pionero en formación profesional (FP) dual y otros ciclos dedicados al sector de la industria, entre otros.

Entonces se plantea la gran pregunta: ¿cómo es que la educación y la sanidad vascas no son sensiblemente superiores al resto a pesar de tener el concierto económico? Aquí Zubiri apunta que una de las razones es la baja recaudación. "En referencia al PIB, Euskadi recauda menos que la media española y está lejos de la europea. Necesitaría aumentar la recaudación en 1.500 millones para alcanzar la media europea", calcula este economista. En cambio, Barandiaran defiende que poder realizar una política fiscal propia sirve para atraer actividad económica. "Vizcaya ha aprobado ahora exenciones fiscales para las filmaciones, y ahora muchos rodajes que se hacían en Barcelona o Madrid vienen aquí", explica. Gipuzkoa, en cambio, grava más la actividad económica pero trata bien a las rentas altas para atraer ricos, al estilo de Madrid.

Pasar de vivir en Ermua (Vizcaya) a vivir en Eibar (Guipúzcoa) es un traslado de sólo tres kilómetros, pero supone pasar a tener bonificaciones del IRPF distintas. El hecho es que la campaña electoral, excepto en los últimos días, ha girado en torno a la degradación del Osakidetza, el sistema vasco de salud, y EH Bildu defiende la subida de impuestos con el argumento de que "no se pueden tener los servicios sociales de Suecia con la política fiscal de Polonia".

Mitxel Lakuntza, secretario general del sindicato ELA, fotografiado en una de las sedes del sindicato en Navarra.
Industrias arraigadas en los valles de Euskadi.

Euskadi cuenta con un régimen fiscal y un mapa de partidos propio y una economía industrial puntera, pero existe otra clave que explica, por ejemplo, que tengan el salario medio más elevado de España (2.545 euros brutos mensuales): la alta conflictividad laboral. En 2023, el 53% de todas las huelgas que se hicieron en España se hicieron en Euskadi, y de éstas, el 83% las convocó un solo sindicato: ELA (Eusko Langileen Alkartasuna, es decir, Solidaridad de los Trabajadores Vascos). ELA se define como un sindicato de clase y aberzale y ostenta más de un 40% de la representatividad en Euskadi, muy por delante de LAB (20%), CCOO (18%) y UGT (10%).

Con 103.000 afiliados, son la principal organización aberzale de Euskal Herria. ¿Pero cuál es su secreto? El secretario general de ELA, Mitxel Lakuntza, cita al ARA en su sede de Altsasu, ya en Navarra, para explicarlo: "Aunque ELA nació en 1911 ligado al PNV, en 1976 tomamos la decisión de ser totalmente autónomos, por lo que decidimos que nuestra cuota sería más elevada que el resto y que el 25% se destinaría a la caja de resistencia", relata. "Nosotros entendemos que la mejora de las condiciones laborales sólo se logra mediante la confrontación, y la huelga es una herramienta muy útil", añade.

La fortaleza del sindicalismo vasco

El historial de victorias sindicales de ELA es impresionante. Las trabajadoras de las residencias de ancianos de Vizcaya hicieron huelga durante un año. El resultado fue un aumento salarial del 25% hasta los 1.600 euros. Aumentos similares se han dado en el ámbito de las subcontratas de limpieza de los ayuntamientos o de dependientas del comercio de empresas como H&M. "Nuestros últimos grandes logros han sido en sectores feminizados", dice Lakuntza. "Cuando empezamos una huelga, las empresas saben que no vamos a detenerla por falta de recursos", subraya satisfecho. "¿Y cuánto dinero hay en esa caja de resistencia?", pregunto. "Eso quisiera saber la patronal", responde Lakuntza riendo.

En Euskadi, la sindicación, del 20%, dobla a la media española. Y los trabajadores suelen torcer el brazo a los empresarios. La última victoria de ELA ha sido en el almacén distribuidor de Eroski, en Elorrio, donde los trabajadores, muchos de origen inmigrante, han pasado de cobrar el salario mínimo a más de 22.000 euros anuales. En este caso, sólo necesitaron seis días de huelga. Su récord es la huelga de Novaltia, una cooperativa de distribución de medicamentos: los trabajadores aguantaron tres años de huelga y al final lograron todas sus reivindicaciones. Ha sido la huelga más larga en la Europa de la posguerra. "El lehendakari Urkullu, que es muy propatronal, no puede ni vernos. De hecho, yo nunca he podido reunir con él", concluye.

Una de las muchas sedes de Fagor en Euskadi.
Calles de Laguardia, en Álava, un municipio dedicado en gran parte a la industria del vino.
La sede de Eroski en Elorrio.

Como se decía al inicio del reportaje, visto desde fuera Euskadi parece un sitio ideal, pero de cerca se empiezan a ver nubarrones en el horizonte de la nación industrial por excelencia. El más evidente es la baja natalidad. En 2023 nacieron menos de 10.000 niños por primera vez desde que hay registro. Como ya apuntaba Zubiri, Vizcaya es el territorio que más sufre y el que tiene una población más envejecida. Bilbao tiene los peores datos económicos y los peores indicadores de pobreza de las tres capitales vascas. El efecto Guggenheim cambió la cara de la ciudad, pero no ha terminado de convertirse en una potencia turística, como sí lo es San Sebastián, que luce por encima de todas. El sector pesquero, antes muy potente, ha entrado en una fuerte decadencia muy visible en ciudades como Bermeo u Hondarribia. En Guipúzcoa, el problema es la falta de mano de obra especializada y el recambio generacional en las fábricas.

En la calle se respiran aires de cambio y entre los jóvenes hay un cambio de prioridades (preocupación por los servicios sociales, más conciencia climática y feminista, etc.) que puede beneficiar a EH Bildu. Pero Euskadi no deja de ser una sociedad acomodada, en la que salir de zuritos y disfrutar de la vida son una religión y en la que la aversión al riesgo también es muy visible. ¿Decadencia? Si es esto, ya la querrían nuchos para si.

La explotación de cerdos de Karlos Ibarrondo, cerca de las obras del AVE y con el Mugarra al fondo.
Karlos Ibarrondo, rodeado de los cerdos que cría en un régimen de semilibertad en una finca suya en Elorrio (Vizcaya).
Iker Alberdi fotografiado en la calle de Elorrio.
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