La gobernabilidad del estado

La guerra PP-Cs lleva el caos a Madrid

Ayuso adelanta las elecciones para intentar evitar las réplicas del terremoto con epicentro en Murcia

MARIONA FERRER / OT SERRA
y MARIONA FERRER / OT SERRA

MadridEl miércoles empezaba con el anuncio de una doble moción de censura contra el PP en Murcia cocinada a fuego lento y con secretismo de la mano del PSOE y Ciudadanos, y acabó con un terremoto político a nivel estatal con implicaciones para todos los partidos. El presidente español, Pedro Sánchez, pronosticaba hace dos semanas, después del 14-F, el fin de un largo ciclo electoral que permitiría a todas las formaciones reconfigurar sus fuerzas. Pero España entra en un nuevo periodo de turbulencias. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, respondió a los hechos de Murcia rompiendo con Cs y convocando deprisa y corriendo elecciones para el 4 de mayo. Los comicios, sin embargo, ahora mismo están en el aire: la Asamblea de Madrid admitió por la tarde las mociones de censura registradas por el PSOE y Más Madrid con el objetivo, precisamente, de frustrar los planes de la presidenta, que lo considera un caso de “prevaricación”.

El conflicto jurídico está servido y todo apunta a que, como el 14-F, se acabará resolviendo en los tribunales. Pero lo que deja el día es sobre todo una implosión del espacio de la derecha española después de meses de desavenencias y la muerte definitiva del proyecto de Pablo Casado España Suma -la ex portavoz de los naranjas, Lorena Roldán, señalaba por Twitter que “el tiempo le había dado la razón”-. Previsiblemente Cs conseguirá por primera vez una presidencia autonómica el 25 de marzo, cuando triunfe en Murcia la moción de censura contra el popular Fernando López Miras, pero en cambio ve cómo se le escapa de las manos el gobierno autonómico más importante, el de Madrid. Pese a la incertidumbre electoral, Ayuso cesó el miércoles a todos los consejeros del partido naranja -hoy ha convocado un consejo de gobierno extraordinario al cual ya no asistirán- y se presentó como la víctima de una conchabanza de Ciudadanos y los socialistas, a pesar de que quien hasta ayer era su vicepresidente, Ignacio Aguado, la acusó de “mentir”.

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El terremoto tuvo réplicas en Castilla y León con la presentación de una quinta moción de censura, esta vez solo por parte del PSOE, contra el presidente popular Alfonso Fernández Mañueco, que gobierna con Ciudadanos. Pero tanto PP como los naranjas hicieron piña y descartaron la convocatoria de elecciones anticipadas, así como el éxito de la moción. En Andalucía los dos partidos, que gobiernan en coalición con el apoyo externo de Vox, también mandaron un mensaje de tranquilidad: “El gobierno de Andalucía disfruta de muy buena salud”, dijo su presidente, Juanma Moreno, en una rueda de prensa conjunta con el número dos, de Ciudadanos, Juan Marín.

Es pues Ayuso quien ha decidido empezar una carrera electoral pese a la incertidumbre de si las elecciones están convocadas realmente o no. Con el divorcio con Ciudadanos, a la presidenta madrileña solo le quedará Vox para pactar, y pone al líder estatal del PP, Pablo Casado, en una situación delicada en un momento en que intentaba girar hacia el centroderecha. Casado es, de hecho, el gran damnificado del giro de Ayuso. Si se celebran las elecciones, tendrá que pasar una nueva reválida sobre su liderazgo, sabiendo que diferentes voces de su partido escoradas a la derecha aplauden la estrategia de la líder madrileña.

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Ayuso presentó las elecciones como una dicotomía entre “socialismo y libertad”. Al cabo de pocos minutos la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, le recogía el guante y defendía los comicios con el mismo eslogan. De hecho, el primero en reclamar la convocatoria de elecciones tanto en Madrid como Castilla y León y Andalucía para evitar mociones de censura en cascada una vez anunciadas las de Murcia era el presidente de Vox, Santiago Abascal. Al cabo de pocos minutos Aguado denunciaba la “irresponsabilidad” de Ayuso.

Comité de crisis en todos los partidos

La generación de titulares de infarto durante toda la mañana desembocó en reuniones de las direcciones de todos los partidos. El PSOE pasó de la satisfacción al silencio. Si fuentes socialistas del gobierno español aplaudían de buena mañana el giro de Ciudadanos en Murcia y le pedían réplicas en el resto de territorios, a mediodía se mostraban estupefactos por la situación que se había generado. Ferraz convocó una rueda de prensa de José Luis Ábalos a las 13.30 h que se fue aplazando por horas hasta que a media tarde se canceló.

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Madrid se ha convertido en un laboratorio de las ideas de la extrema derecha. El director de gabinete de Ayuso es Miguel Ángel Rodríguez, conocido aznarista que desembarcó en la Moncloa con José María Aznar el 1996 como secretario de Estado de Comunicación. Su influencia ya había despertado recelos a Ciudadanos, que le atribuye la estrategia de polarización que ha estado protagonizando la presidenta madrileña sobre todo el último año de pandemia, en el que ha sacado los trapos sucios en el seno de la coalición.

Este miércoles el PP tardó en reaccionar. Su secretario general, Teodoro García Egea, compareció a la tarde para hacer un llamamiento a los votantes de Ciudadanos. “Hoy Arrimadas ha dado la espalda a los gobiernos de libertad y ha unido su futuro político a Sánchez e Iglesias”, señaló, e invitó a los “militantes y dirigentes” del partido naranja a entrar en la “casa común del centroderecha”. Para los populares, lo que se vivió ayer fue una “operación clandestina” de la líder de Ciudadanos, que por cierto evitó hacer grandes valoraciones.

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Cazada por los periodistas saliendo de la sede del partido en Madrid, Arrimadas se limitó a decir que no entienden que la capital española “tenga que pagar por la corrupción del PP en Murcia”. Los naranjas continúan jugando a dos bandas: mantuvieron durante todo el día de ayer que la doble moción de censura contra López Miras y también la del ayuntamiento de la capital de la región no estaban pensadas como el inicio de un efecto dominó. Ahora el partido se aboca a un difícil escenario si se celebran elecciones. Las derrotas electorales en las generales del 2019 y las catalanas de hace un mes no son un buen presagio para un partido que solo hace dos años se las prometía muy felices con el pacto de gobierno tanto en la Comunidad como el Ayuntamiento de Madrid. Los protagonistas de este segundo, por cierto, descartaron ayer la rotura.

La estrategia de la Moncloa

Los cantos de sirena sobre una moción de censura en Madrid no eran nuevos. El PSOE, sin embargo, esperaba el momento que Cs diera el paso de dejar de sostener el PP. Los primeros indicios llegaron con la negociación de los presupuestos del Estado. Entonces ERC acusó a Sánchez de tejer una operación para “salvar al soldado Cs”. La Moncloa no ha dejado nunca de pensar en la geometría variable en el Congreso y contar con los naranjas como un aliado. Pero ayer Ferraz no aclaraba si realmente se había calculado la ola expansiva de la bomba de Ayuso en Madrid.

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