La investidura refuerza el poder de Puigdemont dentro de Junts
Será quien tendrá la última palabra sobre las conversaciones con el PSOE y la "ventanilla única" con la que Pedro Sánchez puede negociar
Barcelona"El president Puigdemont tendrá la primera y la última palabra". Esta es una de las frases que el secretario general de Junts, Jordi Turull, dijo el pasado jueves en la reunión que mantuvo la ejecutiva del partido en Altafulla sobre quién tenía el poder real en las negociaciones sobre la investidura española: ni él mismo ni la presidenta del partido, Laura Borràs, ni tampoco la cabeza de lista en Madrid, Míriam Nogueras; Carles Puigdemont es la “ventanilla única” de estas conversaciones y con quien tiene que hablar el PSOE si quiere un acuerdo.
Turull quería dejar claro así que no hay otro interlocutor válido en Junts que tenga la autoridad para hablar en nombre de lo que hará el partido y, precisamente por este motivo, será el ex president quien este martes ponga las condiciones de la formación para cualquier reelección de Pedro Sánchez en una conferencia en Bruselas. Y es que Puigdemont manda más que nunca en el partido, aunque orgánicamente ahora es tan solo un militante de base: ha pasado de dejar la presidencia de la formación hace un año y pico en el congreso de Argelers a ser quien tiene última palabra de Junts per Catalunya en la investidura. ¿Qué ha pasado?
Paradójicamente, desde que abandonó sus responsabilidades orgánicas –en ese momento no estaba muy encima de la vida de partido–, su influencia no ha parado de crecer. El 4 de junio del 2022 Puigdemont se despidió con un discurso que hizo vibrar a las bases que se acercaron a la Catalunya Nord, con la idea de centrarse en el Consell per la República. Representaba que se apartaba de las decisiones del partido –junto con el entonces secretario general, Jordi Sànchez, que también se fue en ese cónclave– y dejaba el mando a Laura Borràs y Jordi Turull para centrarse en su eventual retorno. Puigdemont, que en ese momento confiaba en que las resoluciones judiciales europeas le podían brindar una vuelta libre a Catalunya, no quería pisar de nuevo territorio español siendo presidente de Junts, sino dirigiendo una entidad independentista que iba más allá para organizar un momentum a su alrededor.
Ahora bien, este plan se ha ido resquebrajando por varias razones: por un lado, las instancias europeas no han sido tan favorables como pensaba (la última decisión de Luxemburgo le ha retirado la inmunidad); y por el otro, el Consell per la República ha tropezado con tensiones internas y discrepancias con el entorno del ex president. De hecho, justo esta semana pasada ha disuelto la asamblea de representantes del Consell para reformular su organización interna después de tener varios encuentros políticos.
Todo ello ha modificado las expectativas de Puigdemont y ha convertido a Junts en su baluarte. Es a través del partido que, más allá de su condición de ex president de la Generalitat, sigue siendo un actor de la política catalana (y ahora también española). Y esto también ha sido posible porque se ha producido otro fenómeno en paralelo dentro de Junts per Catalunya: ni Turull ni Borràs ejercen de contrapoder a Puigdemont. El ex conseller, que llegó a la secretaría general impulsado por el sector más pragmático del partido, acabó alineándose con el ex president en los momentos más trascendentales, en los que también coincidió estratégicamente con Borràs.
La salida del Govern es el paradigma de ello. En julio del 2022 Turull defendía la permanencia en el ejecutivo y era Borràs quien pedía someter a consulta de las bases la continuidad con ERC. Sin embargo, fue un encuentro entre Turull y Puigdemont en Bélgica lo que hizo virar al secretario general: “Así no podemos seguir”, verbalizó tras pactar con Puigdemont el camino a recorrer en septiembre del año pasado, lo que abrió una herida (aún sin cerrar) entre los pragmáticos y Jordi Turull. Con esta decisión, Puigdemont revirtió una de las primeras decisiones que Junts había tomado sin que él fuera favorable: el pacto de coalición con Pere Aragonès. Ese acuerdo lo hizo Jordi Sànchez y esa decisión fue el inicio del distanciamiento entre el exlíder de la ANC y Puigdemont.
La ruptura con ERC es solo el primer episodio de este cambio de paradigma: ha habido al menos dos más. Por un lado, la negativa a pactar con el PSC en las diputaciones tras las elecciones españolas del 23 de julio –Turull frenó estos acuerdos pese a que el territorio ya los tenía apalabrados–; y por otra parte, el veto a la candidatura del ex conseller Jaume Giró en Madrid. En un gesto inédito, Puigdemont tuiteó a favor de Míriam Nogueras mojándose de forma explícita para que ella fuera la candidata el 23-J. El ex president ungió a un "soldado" –en palabras de varios dirigentes de Junts– para tener el control del rumbo en Madrid.
Garantía de unidad
Ahora bien, ¿hay alguna oposición a esa situación? "Nadie se moverá de la fila", constata uno de los dirigentes consultados, que concede a Puigdemont la suficiente auctoritas como para que nadie levante el dedo. “Ahora somos un partido de verdad: manda una sola persona”, ironiza otro miembro de Junts, mientras que una voz veterana remata comparándolo con Jordi Pujol y Convergència: “Cuando terminaba la reunión de la dirección, los miembros del comité ejecutivo habían ir a escuchar la rueda de prensa del president para saber qué se había decidido”.
Todos los dirigentes consultados coinciden en que Puigdemont es el único capaz de aglutinar las sensibilidades de Junts en un momento así, aunque hay voces que en privado sí critican la falta de control en la toma de decisiones. Ahora los más duros dentro del partido confían en que no cederá los votos a Sánchez si no hay amnistía “y” autodeterminación; mientras que los pragmáticos no levantarán la voz mientras exista la negociación en marcha.
El ejemplo más gráfico sobre quién manda es la última reunión de la dirección en Altafulla. No fue necesario mucho tiempo para que los miembros de la ejecutiva entendieran que su incidencia será mínima en las conversaciones de la investidura: nada más empezar la reunión Turull les explicó que Puigdemont –que nunca se ha conectado a las reuniones de dirección de Junts– sería quien marcaría las líneas maestras de la negociación con el PSOE en una conferencia esta semana.