Aragonès y Puigneró intentan cerrar la crisis después de la mesa de diálogo

Se conjuran para "aislar" al Govern de las discrepancias a pesar de los reproches públicos

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El presidente de la Generalitat Pere Aragonés y el vicepresidente Jordi Puigneró durante la reunión de Gobierno  martes, día 14.

BarcelonaDespués de la tormenta llega la calma. O al menos, en el Govern de Catalunya, intentan que llegue. Así, 48 horas después de la crisis abierta entre Esquerra y Junts por cuál tenía que ser la composición de la delegación catalana en la mesa de diálogo, este jueves el president, Pere Aragonès, y el vicepresidente, Jordi Puigneró, se han reunido para intentar pasar página de las discrepancias de esta semana –que llegaron a tal punto que la delegación de JxCat fue excluida de la mesa de diálogo– y cohesionar el Govern para sacar adelante el plan de la legislatura y el debate de política general. En el encuentro, se han conjurado por "aislar" el ejecutivo del "ruido" de los últimos días y asegurarse de que no se note en la gestión cotidiana de los departamentos.

La reunión la ha publicitado a primera hora el president en una entrevista en RAC1, donde ha dicho que iba a explicar de primera mano al vicepresidente "toda la información necesaria" de la reunión de la mesa del día anterior en el Palau de la Generalitat. Una primera señal de fair play, puesto que esto significa que quiere seguir intentando implicar a los de Carles Puigemont en el diálogo, a pesar de que por ahora estén fuera. Aragonès busca transmitir que las discrepancias entre los dos partidos son de estrategia política en clave de Procés, pero que no tendrían que afectar al día a día del Govern. "El Govern está funcionando bien, y lo hará mucho mejor si todo acompaña. Tengo confianza en todos los miembros del ejecutivo", ha dicho. Fuentes de Presidencia aseguran que, en la reunión, Aragonès ha pedido "lealtad" a Puigneró, en la línea de lo que hizo el martes cuando estalló la crisis. Lealtad porque, insisten, a principios de julio ya se había convenido que los miembros de la mesa de diálogo tendrían que ser solo miembros del Govern. Fuentes republicanas admiten que el nuevo choque entre socios reaviva las tensiones históricas entre los dos partidos, pero que los dos saben que nadie "puede ir más allá". Es decir, que no hay riesgo de ruptura del Govern.

Fuentes de vicepresidencia aseguran que la cumbre ha ido "bien" y que han estado de acuerdo en calmar los ánimos. También confirman que el presidente les ha trasladado cómo fue la reunión de la mesa de diálogo y el encuentro entre el presidente español, Pedro Sánchez, y el presidente catalán. En todo caso, esto no quiere decir que una de las partes renuncie a sus posiciones, al contrario: Aragonès mantiene que solo los consellers pueden asistir a los encuentros con el gobierno español y Junts se reafirma en que su delegación, que incluye a dos ex presos políticos, es la adecuada. Esto implica, de momento, que JxCat continuará sin representación en la mesa de diálogo y que el peso de las conversaciones con la Moncloa recaerá en Esquerra. De este modo intentan desvanecer las dudas sobre una posible ruptura, que ninguna de las dos partes contempla a estas alturas a pesar de la tensión de esta semana. "El Govern funciona bien", aseguran en alusión a los proyectos sectoriales en marcha. "Hay mucho trabajo por hacer", añaden.

A pesar del intento de reconciliación para hacer funcionar al Govern, esta mañana a primera hora todavía coleaba la crisis a través de varias declaraciones a los medios de comunicación. La calma, entre Esquerra y Junts, nunca es absoluta. La más dura ha sido la portavoz y vicepresidenta de JxCat, Elsa Artadi, que en declaraciones a Ràdio 4 ha dicho que en el encuentro de ayer Aragonès solo representaba a "Esquerra Republicana" y no al conjunto de los catalanes. Ni tan solo al Govern. "Ayer en la mesa estaba sentada la minoría del independentismo", ha dicho. Aun así, otros dirigentes de Junts, como Puigneró o el ex conseller Jordi Turull, se han expresado en otros términos: han reconocido la legitimidad de Aragonès para representar la Generalitat después de que los consellers de Junts avalaran -a través de una abstención en el consejo ejecutivo- la delegación propuesta por Esquerra.

El socio del que depende la estabilidad del Govern, la CUP, también ha tensado la cuerda. La diputada Eulàlia Reguant ha afirmado que hasta ahora la mesa de diálogo "solo ha servido para que ERC y Junts se tiren los platos a la cabeza" y ha añadido que mientras que el independentismo sale "debilitado", Sánchez se va reforzado. A pesar de que haya caído el proyecto de ampliación del aeropuerto, sobre el que la CUP era muy crítica, los anticapitalistas siguen sin garantizar que apoyarán en los presupuestos. "Deberán demostrar que la CUP es su socio preferente poniendo sobre la mesa aquello por lo que se invistió a Aragonès", ha dicho.

La mesa de diálogo reunida en la Generalitat

El día después

El día después de la reunión de la mesa no ha servido para aclarar muchos más interrogantes. Las dos partes, gobierno español y gobierno catalán, han insistido en que a partir de ahora los encuentros serán discretos y que solo se harán públicos cuando se tenga que anunciar algún acuerdo. Mientras el tiempo pasa, cada parte sigue haciendo bandera de sus reivindicaciones. Aragonès, en una entrevista en el New York Times, ha vuelto a insistir que buscará la manera de encajar un referéndum en la legalidad actual. El junio pasado ya planteaba que no era necesario ni tocar la Constitución. Desde el gobierno español, que continúa negando taxativamente el referéndum, también han mostrado un talante dialogante y el ministro Félix Bolaños incluso ha animado a Junts a sumarse a la mesa. Aun así, ha soltado una frase que no ha sido demasiado bien recibida en el independentismo. Para él diálogo es síntoma de que "el Procés se está acabando".

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