¿Se le puede abrir a Sánchez un segundo frente en Euskadi?

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Pello Otxandiano y Arnaldo Otegi celebrando los resultados electorales

BarcelonaEn las elecciones vascas del año 2001 la coalición entre el PNV y EA, liderada por Juan José Ibarretxe, sacó un 42,7% de los votos, mientras que el Euskal Herritarrok de Arnaldo Otegi, después de que ETA decidiera romper la tregua y volver a atentar, se quedó en el 10%. Ayer el PNV sacó un 35,2% y EH Bildu un 32,4%. El cambio, pues, es de carácter histórico y plantea retos de gran profundidad en el PNV para los próximos años.

Una lectura rápida indica que la sociedad vasca pide un giro a la izquierda, pero también un salto en el autogobierno. Cabe recordar que Euskadi es de las pocas comunidades que no han aprobado un nuevo Estatut. Aún está vigente el Estatuto de Gernika, aprobado en 1979. Y eso que Ibarretxe fue el iniciador de la segunda ola de Estatutos, con su propuesta de nuevo Estatuto Político para Euskadi. Aquella iniciativa, que reconocía el derecho a la autodeterminación y convertía a Euskadi en una especie de estado asociado a España, embarrancó en el Congreso de los Diputados en 2005.

Mayoría aberzale

Desde entonces, el PNV no ha conseguido presentar en Madrid ninguna propuesta consensuada con cara y ojos, a pesar de llevar años y cerraduras discutiendo en el Parlamento sobre un nuevo “estatus” político para Euskadi. Ahora hay más escaños aberzales que nunca en Vitoria, 54 de 75, y prácticamente un 70% del sufragio popular. Con ETA fuera de la ecuación, la presión de EH Bildu, tal y como ayer avanzó Pello Otxandiano, puede obligar al PNV a moverse y definir cuál es su modelo de relación con España más allá del vetusto Estatuto de Gernika.

Si se abre este melón, esto equivaldría a lo que en términos militares podríamos llamar la apertura de un segundo frente al Estado. Tendríamos entonces a Pedro Sánchez negociando con catalanes y vascos a la vez un deslumbrante para resolver las tensiones territoriales.

En paralelo, los resultados en Euskadi demuestran que la hegemonía no es de un solo partido, pero sí claramente aberzale. Los partidos estatales han ido perdiendo terreno elección tras elección hasta quedar confinados en ese 30%. No es seguro que el PNV se embarque ahora en una negociación con el Estado para el autogobierno, y más después de ver lo ocurrido en Catalunya, pero precisamente la experiencia catalana demuestra que la competición en el campo soberanista es un motor de la reivindicación nacional y un factor de desestabilización en Madrid.

Con la vista en 2028

Por parte de EH Bildu, su responsabilidad es ahora no dañar el apoyo acumulado. De hecho, fuera de las instituciones tienen menos posibilidades de quemarse. Su prioridad son los 150 presos que todavía están encerrados, algunos con delitos de sangre y largas condenas. Pero si dentro de cuatro años han conseguido limpiar y la herencia del terrorismo pesa aún menos, estarán en una situación óptima para derrotar al PNV y dejar a los socialistas sin argumentos.

De alguna manera, ellos ya sabían que aún no ha llegado su momento, y la victoria les daba cierto vértigo. El resultado es satisfactorio ya la vez enfría la euforia. Pradales, mientras, debe ir pensando en un plan para no ser el primer lendakari del PNV sustituido por un lendakari de otro partido aberzale. El reloj está ya en marcha.

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