¿Hasta dónde llega el uso del lenguaje inclusivo en la política española?

PSOE y Sumar aceleran la inclusión del término 'diputadas' en el reglamento del Congreso

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Irene Montero, con su sucesora en el ministerio de Igualdad, Ana Redondo.

MadridEl uso del lenguaje inclusivo en las instituciones lleva años siendo una práctica habitual entre las formaciones progresistas. Cuando Carmen Calvo lo introdujo por primera vez en el acto de promesa de la Constitución ante el rey en el 2018 generó sorpresa, pero desde entonces la política española lo ha normalizado hasta el punto de que el Congreso debatirá próximamente una reforma del reglamento registrada por el PSOE y Sumar para añadir el término diputadas y, en algunos casos, sustituir al masculino con expresiones neutras. Coincidiendo con la semana del 8-M, la mesa de la cámara baja admitió a trámite el martes, con los votos de estas dos formaciones y la oposición del PP, una proposición de ley que plantea "adecuarlo al lenguaje inclusivo de género". También acordaron que la iniciativa se tramite por la vía de urgencia.

En su momento Calvo planteó sin éxito que también se retocara la Constitución para adaptarla al lenguaje inclusivo, un escenario más complicado debido a que sean necesarios los votos del PP para retocarla. Ahora bien, desde que la ex vicepresidenta y ex ministra de Presidencia e Igualdad inauguró la fórmula consejo de ministras y ministros, se ha convertido en la norma desde que Pedro Sánchez le quitó a Mariano Rajoy la presidencia del gobierno español. No todos la utilizaron el pasado 21 de noviembre en el Palacio de la Zarzuela, pero lo que resultó innovador hace cinco años forma ya parte de la liturgia de la coalición progresista.

Los ministros de Sánchez prometiendo el cargo ante Felipe VI.

La llegada de Unides Podem al ministerio de Igualdad, que encabezó Irene Montero en los últimos años, implicó un paso más. Del lenguaje inclusivo al no binario. Es decir, un lenguaje que incluya a aquellas personas que no se identifican con ningún género. En el traspaso de cartera a Igualdad se puso de manifiesto la diferencia de perspectiva entre Montero y su sucesora, la socialista Ana Redondo.

Mientras que la política del partido lila hizo un discurso hablando de "todos, todas y todo", Redondo se limitó al "todas y todos". También reivindicó la figura de Calvo, enemistada con Montero a raíz de la oposición a la ley trans ya la autodeterminación de género que permite la norma. De hecho, la mención a la ahora polémica figura de Calvo generó algún murmullo de desaprobación entre las presentes en el acto.

En paralelo al auge del feminismo, también se ha producido el ascenso de la extrema derecha, que empuja en sentido opuesto. Políticos de Vox se negaron a utilizar el femenino en intervenciones públicas y protagonizar escenas en las que dicen "consejero" o "diputado" dirigiéndose a mujeres. La entrada de la ultraderecha en las instituciones contrasta con la normalización del lenguaje inclusivo, que dirigentes del PP como Isabel Díaz Ayuso también han cuestionado.

Hay que recordar que diez años antes de que Calvo inaugurara el cambio en la fórmula de la promesa, la también exministra de Igualdad socialista Bibiana Aído fue ridiculizada cuando feminizó la expresión "miembros y miembras" en un lapsus que después reivindicó. Lo que no ha cambiado desde entonces es la oposición de la Real Academia Española (RAE), que considera "innecesarios" los desdoblamientos del lenguaje inclusivo y también rechaza el no-binario. ~ BK_SALTO_LINEA~ ¿Qué pasa en otros países?

En otros países de habla hispana con ejecutivos progresistas, como los de Chile o Colombia, también hay políticos que utilizan el lenguaje inclusivo. "Las y los chilenos", es una fórmula que utiliza el presidente Gabriel Boric. En países anglosajones, el idioma no tiene el género marcado y esto evita el debate. Pero a otros, como Italia, vuelve a ser una cuestión ideológica: la jefa del ejecutivo de ultraderecha, Giorgia Meloni, pidió que le llamaran "primer ministro", en línea con Vox.

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