¿Hasta dónde llegó la relación del imam de Ripoll con el CNI?

Es-Satty había tenido contactos con los servicios secretos, pero no se ha llegado a resolver si era un confidente

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Los escombros de la casa de Alcanar después de la explosión durante la preparación de los explosivos

BarcelonaLas declaraciones del excomisario José Manuel Villarejo sobre el 17-A han reabierto los interrogantes sobre la figura más controvertida alrededor de los atentados en Barcelona y Cambrils del 2017: Abdelbaki es-Satty, el imam de Ripoll. Considerado el cerebro de los ataques por la sentencia de la Audiencia Nacional, a pesar de las dudas sobre su papel concreto, incluso se ha llegado a cuestionar que fuera él quien murió en la explosión en la casa de Alcanar. En el centro de todas las incógnitas, sin embargo, las que indirectamente ha vuelto a poner sobre la mesa Villarejo: ¿cuál era exactamente el vínculo de Es-Satty con el CNI? ¿Era un confidente de los servicios secretos españoles? Y sobre todo: ¿cómo puede ser que llegara a organizar los atentados si tanto cuerpos policiales como inteligencia lo tenían controlado y se conocían vínculos con radicales?

Estas preguntas no tuvieron respuesta en el juicio del 17-A a pesar de la insistencia de las víctimas y, de hecho, la sentencia obvió la relación del imam con el CNI. En el sumario del caso, por el contrario, se recogía que agentes de inteligencia y de la Guardia Civil habían visitado hasta cuatro veces a Es-Satty en la prisión de Castellón entre el 2010 y el 2014, cuando cumplía una pena por tráfico de drogas. Y a pesar de que la condena implicaba la deportación a Marruecos, cuando salió en libertad un juez descartó expulsarlo argumentando que hacía cinco años que no delinquía –cuatro los había pasado encerrado–, se esforzaba por integrarse y tenía un “evidente arraigo laboral”.

Fue entonces cuando el imam, que en 2005 ya había sido investigado por vinculaciones con el yihadismo y a quien varios testigos han atribuido reiteradas alabanzas hacia el Estado Islámico e intentos de captación, se trasladó a Bélgica. En su intento frustrado de trabajar en una mezquita del país –se negó a mostrar sus antecedentes penales–, presumió ante la comunidad islámica de hablar con los servicios secretos españoles.

Esto alertó a la policía belga, que en 2016 contactó con los Mossos, pero en la base de datos de la policía catalana no constaba el pasado delictivo de Es-Satty. Sorprendentemente, un informe de los Mossos hecho cuatro días después de los atentados e incluido en el sumario del caso también aseguraba que no constaba “ningún registro de detenciones por ningún cuerpo policial”, a pesar de que el imam ya había cumplido la condena en Castellón. Más de un año después, la policía catalana aseguraba que se trataba de un error a la hora de escribir el informe o de hacer la búsqueda.

Sea como fuere, Es-Satty tenía desde mucho antes del 17-A antecedentes penales, vínculos con el yihadismo y también alguna relación con el CNI. ¿Cuál? ¿Y hasta cuándo? Por ahora los servicios secretos solo han confirmado que tuvieron “contactos”. Y más allá de esto se han vetado todos los intentos de esclarecer los hechos en una comisión de investigación en el Congreso. En marzo del 2018 el director del CNI, Félix Sanz Roldán –ahora señalado por Villarejo–, compareció a petición propia en la cámara baja. Pero como fue a la comisión de secretos oficiales no trascendió qué dijo a los partidos.

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