PROCESO SOBERANISTA

Luces y sombras del Consejo por la República

Tiene una hoja de ruta propia y una asamblea en construcción pero no el consenso del independentismo

Aleix Moldes
4 min
L’expresident  Carles Puigdemont en l’acte de Perpinyà del febrer passat organitzat pel Consell per la República.

Barcelona¿El Govern en el exilio? ¿El instrumento para internacionalizar el Procés? ¿El espacio de debate multilateral del independentismo? ¿Una institucionalidad paralela a la Generalitat y al Parlament? Camino de los tres años, el Consejo por la República (CxR) todavía busca definir exactamente cuál tiene que ser su papel para intentar lograr la independencia de Catalunya. La proximidad de las elecciones del 14-F ha congelado la actividad para preservarlo de las luchas partidistas, pero el futuro de este organismo nacido del acuerdo de gobierno entre JxCat y ERC y presidido por Carles Puigdemont dependerá en buena parte del equilibrio de fuerzas que salga de las urnas. Con la CUP manteniéndose fuera como “observadora” y ERC cada vez más alejada de las decisiones estratégicas, el principal reto es implicar a las dos formaciones, a pesar de que el resto de miembros del Consejo -integrado por partidos, entidades e independientes- garantizan que saldrán adelante aunque los dos partidos se acaben desmarcando.

“El balance es bueno”, reflexiona en conversación con el ARA Toni Comín, vicepresidente del CxR. Es consciente, sin embargo, de que no se ha avanzado a la velocidad que habían imaginado al inicio. Ya sea por la “represión” del Estado, por las desavenencias internas o por cálculos demasiado optimistas. Por ejemplo, en el número de inscritos: se habían marcado públicamente el reto del millón y hoy apenas hay 92.000. “Probablemente fue un error hablar del millón”, reconoce Comín, a pesar de que defiende la importancia de la cifra actual: “Los partidos no los tienen y las entidades que sí han tardado décadas en llegar”.

El vicepresidente del CxR se muestra satisfecho de la actividad en la esfera internacional, con actos masivos como el de Perpiñán en febrero (más de 100.000 personas) o con el trabajo en el Parlamento Europeo, a pesar de que asegura que el éxito de este ámbito se basa en la “discreción”. Pero también pone de relieve la tarea del Consejo en territorio catalán, ya sea con la creación de la identidad digital, de los consejos locales o con el impulso de la asamblea de representantes, a pesar de que esta supusiera el último choque hasta ahora con ERC. Su representante en el Consejo, Isaac Peraire, no ha querido participar en el artículo, pero los republicanos dejaron clara su posición no asistiendo a la asamblea en diciembre considerándola un acto “partidista”. “La manera de resolver esto es participar e incorporar a gente”, defiende Comín. “La garantía de que el Consejo no es un instrumento de JxCat es que la ANC y Òmnium o Lluís Llach y Carme García no querrían participar en una estrategia partidista”, subraya. Ahora bien, nueve de los quince lugares de la dirección los ocupan o bien militantes de Junts o bien de partidos que el 14-F se presentarán en su lista.

Precisamente en el acto de diciembre se presentó la hoja de ruta del Consejo (Preparémonos), que aboga por la confrontación con el Estado, la desobediencia, el levantamiento de la suspensión de la DUI o el despliegue de la estructura digital de la República. “En el borrador se dejaba un papel muy residual a la Generalitat, pero se ha corregido. Y queda claro que no se está apelando solo a la desobediencia civil”, celebra la presidenta de la Asamblea, Elisenda Paluzie, que a la vez lamenta que en los últimos años “no ha habido un lugar central donde decidir la estrategia independentista” y que es precisamente el CxR el que tiene que ocupar este vacío. Lo mira por el lado positivo el líder de Demòcrates, Antoni Castellà: “No hay ningún otro instrumento más transversal. Tiene que acabar siendo el estado mayor del Procés”.

Sin derecho de veto

En el Consejo no está la CUP, pero sí una de sus organizaciones, Poble Lliure. Su portavoz, Guillem Fuster, es crítico con el papel de ERC, a quien pide que aclare la propuesta para el CxR, pero también con JxCat, que cree que no ha combatido lo suficiente las críticas de partidismo: “No entendemos ninguna otra figura para presidir el Consejo que la de Puigdemont, pero, a pesar de que sea legítimo, esto es incompatible con liderar un espacio político”. Aurora Madaula (JxCat) está convencida de que con la plena implicación de la CUP y de ERC las cosas “funcionarían mejor y más rápido”. “Pero sin ellos también lo tenemos que poder hacer. Nadie tiene que tener derecho de veto”, añade, y reflexiona que el Consejo tendría sentido también si en Catalunya no hubiera gobierno independentista.

“La existencia del Consejo es importantísima”, apunta a su vez Lluís Llach, que ocupa uno de los lugares reservados a los independientes. Él reconoce que al principio “se podía confundir con JxCat” por la amplia presencia de miembros de la formación y porque se puso en marcha en paralelo a la Crida, otro proyecto de Puigdemont. Pero si está implicado es porque “es fruto de un acuerdo de gobierno” y desea que los republicanos y la CUP se sumen a ello decididamente. Por su parte, la representante de Òmnium, Neus Torbisco, ha preferido no responder a las preguntas del ARA, pero lo ha hecho la entidad, que ha destacado que el CxR es “un actor relevante ante la represión”.

Durante la primavera del 2021 hay previstas elecciones a la asamblea de representantes, que tienen que configurar una especie de Parlamento del Consejo. Todo ello, una vez comprobado si después del 14-F es posible reconstruir la unidad del independentismo.

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