Crónica

El lujo de no conocer suficientemente a Ramon Trias Fargas

Aragonès, Giró y una destacada representación política y económica rinden homenaje al primer 'conseller' de Economía de la Generalitat restaurada

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Imagen de Ramon Trias Fargas, en el acto de homenaje a la UB

Barcelona"Ramon Trias Fargas fue uno de los políticos más relevantes de la Transición, gracias a él muchos estamos en política" dice el president de la Generalitat, Pere Aragonès. "Ramon Trias Fargas fue un gigante de la política catalana", sentencia el conseller de Economía, Jaume Giró. "Ramon Trias Fargas aportaba calidad y rigor", destaca el expresident Artur Mas. Y todos tienen razón. El aula magna de la Universitat de Barcelona acogía este jueves el segundo acto de la conmemoración del centenario del nacimiento de Ramon Trias Fargas, académico, político y ciudadano con todas las letras. Ocupaban las butacas una selecta representación de antiguos compañeros de Trias al servicio de estudios del Banco Urquijo, de colaboradores de su época en el departamento de Economía, y también de compañeros de partido y de vocación política. El president Jordi Pujol –saludado y reconocido– se sentaba junto a Miquel Roca, muy vigilados por Xavier Trias y otros convergentes old school y con la presencia del Institut Ostrom, polo liberal catalán.

Han sido dos horas repartidas en dos mesas de debate que han querido hacer flotar la sabiduría de Trias Fargas, sí, pero sobre todo su talla como economista del país. Porque él fue quién, siguiendo trabajos previos de otro ínclito como Carles Pi Sunyer, estudió la economía catalana en relación con el exterior, la famosa balanza, y también quien quiso hacer entender las carencias de Catalunya. Una vida de exilio, de compromiso con el país, un hombre de leyes que, como ha explicado Josep Soler, comisario del centenario, "estudió economía para entender el mundo y el país". 

Además de las anécdotas que han regalado el doctor Joan Hortalà y el exconseller Josep Ramon Basáñez, el profesor y exconseller Andreu Mas-Colell ha hecho un extraordinario esfuerzo de síntesis para dar a entender cómo es de complicada la tarea de un conseller de Economía. Mas-Colell ha admitido que tenía a Trias Fargas en su pensamiento cuando se encontraba en momentos de "no-negociación" con Madrid. Y ha salido el libro más citado de la tarde: Narración de una asfixia premeditada (1985), lectura obligatoria sea usted economista o no. En este volumen parece que está todo, y el profesor Mas-Colell ha recuperado un párrafo en que el mismo Trias era quien pensaba en sus sucesores y en cómo de mal lo tendrían para negociar adelantos. Extremo al cual se ha apuntado el exvicepresidente –también exconseller de Economía – Oriol Junqueras, que coincide con la tesis de Trias Fargas de que el Estatuto no salió como pensaban los padres fundadores básicamente por la carencia de voluntad política de Madrid.

Homenajes en vida

La clave del acto la ha dado el exconseller Francesc Homs i Ferret, poco dado a la luz pública, desgraciadamente: "Ojalá hiciéramos más actos como este más a menudo; porque en este país nos acordamos de los políticos buenos cuando se mueren, y ojalá lo hiciéramos cuando están vivos". El país da para lo que da. Y quizás imbuido por este espíritu, justo después el conseller Giró ha hecho un discurso muy trenzado sobre la importancia de la tradición en política. "Tradición entendida como manera de entender el mundo, la capacidad para la negociación muy entendida y muy ejecutada", ha mantenido el nuevo dirigente de Junts, para añadir que quiere poner en valor "la tradición que representaba el proyecto de Convergencia Democrática, con nombres como los de Ramon Trias Fargas, Max Cahner, Antoni Comas, Joaquima Alemany, Artur Mas, Carme-Laura Gil, y tantos otros". Desde la última campaña electoral catalana, en que lo hizo el PDeCAT, nadie había reivindicado a Convergència y su espíritu con tanta alegría.

En todo caso, cualquier homenaje a Trias Fargas tiene una doble vertiente: es insuficiente y raquítico porque su figura es todavía demasiado desconocida y, por otro lado, es inspirador porque recuerda que otra política (y clase política) es posible.

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