Madrid, el 'sistema' que amenaza al gobierno español
Sánchez comienza los contactos con los presidentes autonómicos para calibrar si puede abrir una brecha en el PP
BarcelonaGermà Bel acertó de lleno con el título y la tesis de su libro España, capital París (Destino, 2010): el gran consenso del poder político español desde la Transición ha sido construir un Gran Madrid siguiendo el modelo francés con París. Por eso han destinado cantidades ingentes de recursos, cuya plasmación más efectiva es la red radial de infraestructuras que convierte a Madrid en el centro por donde todo debe pasar: desde las mercancías hasta las carreras profesionales.
Este proyecto de Gran Madrid ha sido alimentado por PP y PSOE, sin distinción. Pero el caso es que ha derivado en un "sistema Madrid", tomando el término de Enric Juliana, totalmente colonizado por la derecha española y que hoy en día desempeña el papel de contrapoder a un gobierno español que tiene sus principales apoyos en las periferias. La historia de cómo Madrid se ha convertido en una especie de zona cero para la izquierda española sería muy interesante contar, pero la podríamos resumir en un hecho: el PP es quien ha sabido identificarse mejor con los sectores que han prosperado viviendo en la agradable sombra del Estado, y que hoy en día reúne a una gran cantidad de perfiles que va desde altos funcionarios hasta profesionales liberales, pasando por los ejecutivos del Ibex que se reparten los grandes contratos públicos, cómo denunció el famoso informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Todo ello funciona como una auténtica oligarquía, con sagas familiares que se remontan al siglo XIX, que más que una ideología concreta comparten la necesidad de defender el statu quo, que ellos identifican con la defensa del Estado y la unidad de España. Es decir, con el argumento de la defensa del Estado, lo que están haciendo es defender sus intereses particulares.
La gran falacia es que este Gran Madrid construido a base de dinero público se venda ahora como un ejemplo de economía liberal. Más aún como locomotora económica de España cuando lo que está haciendo es concentrar cada vez más recursos a base de empobrecer amplias zonas del Estado. No hay una España vaciada, hay una España aspirada por Madrid. Y entre los aspirados no está precisamente Catalunya, que ha mantenido de forma heroica, y en una competición completamente adulterada, su porción de la tarta: el 19% del PIB español. Este porcentaje se ha mantenido bastante estable en los últimos 70 años. En cambio, Madrid ha escalado desde el 14% en los años 50 al 19,4% actual. Cinco puntos que han perdido territorios como Andalucía, las Castillas, Galicia o incluso Euskadi.
Funcionarios madrileños
Una anécdota explicita muy bien ese comportamiento. Cuando Miquel Iceta era ministro de Política Territorial y Función Pública, uno de sus altos cargos quiso proponer que, para facilitar el fichaje de asesores catalanes o de otra parte de España, el ministerio les pagara la vivienda en Madrid, ya que si no, con el sueldo que podían ofrecer, la mayoría acababan perdiendo dinero y se negaban. Fueron los propios funcionarios del ministerio, la mayoría madrileños, quienes bloquearon la propuesta con la excusa de que era discriminatoria para ellos. Y por eso los ministerios y el resto de organismos estatales están ocupados por madrileños en más de un 50%. El Estado es suyo.
Pero el caso es que ellos no se ven como madrileños, es decir, no se ven como habitantes de un territorio concreto, sino como auténticos españoles. Madrid es la quinta esencia de España, es "España dentro de España", como dijo Isabel Díaz Ayuso; no es un lugar como los demás, sino todos y ninguno a la vez. Un no lugar que, por tanto, no puede dar pie a ningún particularismo. Por eso, para ellos no tiene sentido que desde el resto de España se critique a Madrid, porque Madrid es de todos. Por eso Ayuso no quiere que los presidentes autonómicos del PP negocien bilateralmente con Sánchez, por lo que ella se ve a sí misma como la auténtica jefa de la oposición, porque no actúa con una óptica territorial.
Ronda con presidentes autonómicos
Sánchez ha comenzado este viernes los encuentros con los presidentes autonómicos para calibrar si puede abrir una brecha en el PP, pero ni el gallego Alfonso Rueda ni el andaluz Juanma Moreno se han salido del guión marcado por Ayuso y Feijóo y han negado que quieran abrir una negociación bilateral sobre la financiación y se han mostrado muy contrarios al concierto para Catalunya. Eso sí, al menos Sánchez se ha asegurado el apoyo del PNV por la legislatura. El lendakari, Imanol Pradales, ha dejado claro que ellos están por "la estabilidad".
La novedad histórica del período actual es que este sistema Madrid ha identificado a Pedro Sánchez como enemigo a batir. El deep state y lo que podríamos definir como el Estado ampliado, lo que incluye el poder empresarial y, evidentemente, la justicia, le han declarado la guerra. Pero no nos engañemos. La debilidad de la izquierda en Madrid no es cosa de ahora. Por eso si Sánchez quiere sobrevivir políticamente, y en conjunto si la izquierda española quiere tener alguna posibilidad de éxito en el futuro, debe empezar a desmontar el sistema.
¿Y eso cómo se hace? Pues es muy complicado. Una primera prueba de la dificultad será el traspaso de la Agencia Tributaria a Catalunya, uno de los mayores contrapoderes que hay dentro del Estado. Hacerla más pequeña, troceándola, también significa debilitarla. Por eso, la resistencia de los inspectores de Hacienda, altos funcionarios de categoría A1, será furibunda. De hecho, ellos están convencidos de que lo pararán. Ésta será la gran prueba de fuego del gobierno Sánchez esta legislatura.
Al PSOE se le ha vuelto en contra su histórica apuesta jacobina, y ahora ven con espanto que no les interesa esta España reconcentrada a la francesa sino un modelo más alemán, con una red de ciudades potentes en las que Barcelona, pero también Valencia, Bilbao o Málaga, tenga un protagonismo creciente. En concreto, Catalunya es hoy el contramodelo en el Madrid de Ayuso. A Sánchez le conviene que el modelo industrial y exportador catalán se imponga al modelo Madrid, más centrado en los servicios, y del que la derecha hace bandera con su política de bajos impuestos.
¿Tenía esto en la cabeza Sánchez cuando dio luz verde al pacto de investidura de Salvador Illa? No está nada claro. ¿Está dispuesto a jugar a fondo sus cartas para intentar romper la unidad de acción del PP en materia territorial? Eso puede ser. Lo que es evidente que parte de la urgencia que hay en Madrid para ahuyentarle es porque algunos, y Ayuso la primera, han visto la amenaza en el horizonte. Porque para federalizar a España antes hay que desmontar Madrid.