El martes sabremos si Pedro Sánchez va hacia la izquierda o hacia la derecha
MadridPedro Sánchez afronta el momento clave de la legislatura. El plan pospandemia diseñado, y que consistía en regar el país con fondos europeos hasta llegar a un final de 2023 triunfal, ya se puede tirar a la basura. La crisis energética y la guerra de Ucrania han hecho añicos todas las previsiones, y el malestar social se multiplica cada día ante un gobierno que transmite la imagen de ir a remolque de los acontecimientos, como se ha visto con las movilizaciones de los transportistas, que han estado a punto de asfixiar la actividad económica.
Después del trauma de la pandemia, al Gobierno español le ha costado asumir que tenía que dar un nuevo volantazo debido a la guerra. Y cuando ha decidido que hacía falta, ha priorizado acompañarse de la oposición, el PP, y, por lo tanto, retardar la toma de decisiones. En la Moncloa hace meses que trabajan para transmitir un perfil moderado, con la idea de que el PP de Casado les dejaba un amplio espacio de centro para ellos. Pero la defenestración de Casado, primero, y la guerra en Ucrania, después, han cambiado el escenario. Y esta estrategia de ir acompañado al máximo se le está girando en contra porque la situación pide decisiones drásticas y rápidas. Porque, si el dinero llega demasiado tarde a los bolsillos de los ciudadanos, su efecto será nulo.
Sánchez lo había apostado todo en el consejo europeo y se puede afirmar que lo ha conseguido y España podrá poner un tope al precio de la luz de forma excepcional. Y además lo ha hecho con épica, después de una reunión tensa y extenuante que él bloqueó durante unos instantes para mostrar su determinación. Pero el problema sigue siendo el mismo: la lentitud. El cambio en el sistema de cálculo del precio de la energía tardará todavía un mes en hacerse efectivo. Y la gente, sobre todo los autónomos y pequeños empresarios, no pueden esperar tanto.
El consejo de ministros del martes será clave para ver hasta dónde llega la audacia del Gobierno español y qué dirección toma. El líder de Más País, Íñigo Errejón, advirtió el miércoles desde la tribuna del Congreso que estamos ante un momento de “bifurcación de la legislatura”. Rufián también declaró, con un discurso que molestó especialmente al PSOE, que había llegado la hora de hablar claro y tomar decisiones. Los sindicatos reclaman el control de los precios y de los beneficios de las empresas. El martes sabremos si la bifurcación de la que habla Errejón es hacia la izquierda, hacia la derecha o entremedias. El PP, sin embargo, no está dispuesto a dar cobertura a Sánchez.
Y en medio de toda esta tensa situación, pum, el Sáhara. Sánchez se ha encontrado que ni siquiera los suyos acaban de entender la cesión ante Marruecos. Este, sin embargo, no ha sido un cambio improvisado, sino que llevaba madurándose mucho tiempo. El problema es que nadie previó dos pequeños detalles: que el PSOE se quedaría solo y que Argelia arrugaría la nariz. Si querían enterrar el conflicto saharaui, resulta que han hecho justo lo contrario.
Camisa naranja, americana lila a conjunto con los pantalones y mascarilla blanca. Era el look de la ministra María Jesús Montero el lunes en una reunión sectorial. No pasó desapercibida, sobre todo porque recordaba a un personaje de cómic muy conocido. Camisa naranja, americana lila a conjunto con los pantalones y cara pintada de blanco. El Joker, por cierto, apunta a protagonista de la próxima película de Batman.
“Que suba el presi”. La presentadora del acto que el martes conmemoraba los cuatro años de exilio de Marta Rovira quería a un presidente en el escenario. Una pausa dramática hizo dudar a más de uno sobre a quién se refería. ¿A Pere Aragonès? ¿A Oriol Junqueras? “Que suba el presi... del partido”. Junqueras fue esta vez el escogido (así estaba previsto en la escaleta), pero no será la última vez que en ERC tendrán que especificar.