ANÁLISIS

Juntos no aguanta la posición en Ripoll

La comparecencia de de Junts a Ripoll
19/02/2025
Subdirector y delegado en Madrid
3 min
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BarcelonaEl presidente de Junts, Carles Puigdemont, ha popularizado una expresión que se ha convertido en la divisa de Junts. Lo importante en toda situación, afirma, es "aguantar la posición". Aguantar la posición es sinónimo de fijar una postura y mantenerla pase lo que pase sin ceder a las presiones. En el caso de la moción de censura contra Aliança Catalana en Ripoll, sin embargo, Junts no ha aguantado la posición, sino que la sensación que da es que se ha plegado a las amenazas y los insultos de Silvia Orriols, que en los últimos días había multiplicado en apariciones y en las redes para atacar a toda la oposición, pero en especial la ba grande. En Catalunya Ràdio los calificó de "resentidos" y habló de "golpe de estado", pero resulta especialmente revelador este tuit del lunes de respuesta a Puigdemont: "Yo caeré en Ripoll, pero tú caerás en Catalunya".

En este breve texto se concentran dos de las estrategias clave de la extrema derecha en todo el mundo: victimización e intimidación. Una u otra acaban por funcionar. Es un win-win para ella. Llegados a este punto, la victoria de Orriols es doble: no sólo logra retener a la alcaldía de Ripoll sino que lo hace humillando a su principal competidor electoral. Y sin esconderse. "No haré sangre de eso, porque ya tengo lo que quería...", pió al conocerse la noticia. Es el mejor escenario para ella... y el peor para Junts, que en lugar de minimizar el desgaste en una operación en la que ya tenía las de perder de entrada, le ha maximizado. Y es que en política no se pueden emitir signos de debilidad, porque los adversarios, y en especial la extrema derecha, saben oler la sangre. Haber permitido que las negociaciones locales avanzaran hasta casi tener a tocar el acuerdo, para después convencer a la sección local para echarse atrás ha sido un error político garrafal, que ahora convierte a Junts en el burro de los golpes a derecha e izquierda y proyecta una imagen de confusión sobre el ideario del partido.

Y es que con su decisión Junts ha venido a validar o quitar importancia a todo lo que ha hecho Orriols estos dos años. Un gobierno municipal que se ha dedicado a atizar el odio contra el colectivo inmigrante. El último ejemplo es de este mismo martes, con un tuit en el que se jacta de no dar de comer a inmigrantes ilegales en un comedor social.

Ahora ya no puede aducir, con el lirio en la mano, frases que se podían llamar hace dos años como que "cuando esa gente llegue al poder tendrá que moderarse a la fuerza". Hay que partir de la base de que en estos partidos lo importante no es la gestión sino la gesticulación (ver Trump) y que, por tanto, sus electores no los juzgarán por la obra de gobierno, que puede ser inexistente, sino por su discurso, porque consideran que dicen lo que ellos piensan y quieren lanzar un mensaje claro a la comunidad inmigrante. Y con esto no se puede competir con argumentos racionales. Por tanto, las preguntas son obvias: ¿Juntos considera legítimo un gobierno que criminaliza a una parte de la población por una cuestión de religión u origen étnico? ¿Y cree que dejando gobernar a Orriols y adoptando buena parte de su agenda (inmigración, okupas, inseguridad, etc.) es la forma más efectiva de frenar la fuga de votos hacia AC?

Juntos y el cordón sanitario

Es cierto que la experiencia europea no da una respuesta clara, pero enseña que existen dos modelos. El del cordón sanitario, aquel que todavía hoy impide los pactos entre la CDU y AfD en Alemania (ya veremos después de las elecciones), y el de la normalización de estas posturas, que es el camino que eligió el PP hacia Vox. El problema es que así como el PP no deja de ser un partido conservador fundado por un exministro franquista, Junts tiene un origen antifranquista (Jordi Pujol), un componente ideológico transversal y un mensaje emancipatorio y de defensa de los derechos humanos que ahora puede quedar en entredicho y afectar al perfil que Puigdemont se ha ido trabajando en el exterior. Todo esto son efectos colaterales de una decisión que tiene una profundidad que va mucho más allá de Ripoll y, como decíamos, inaugura una nueva etapa política en Catalunya en la que Junts se desmarca del bloque del cordón sanitario –PSC, ERC, Comuns y la CUP–. El gran interrogante que se abre ahora es si después de las elecciones municipales de 2027 veremos pactos municipales entre Junts y AC al igual que existen entre PP y Vox por toda España. Sería, en realidad, el paso más lógico.

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