Partidos

La nueva CUP mantiene su nombre pero cambia de imagen

Los cuperos cambian de estrategia para salir del ostracismo

Barcelona"Todo está abierto a debate", afirmaban desde la CUP justo antes de iniciar su proceso de refundación. Todo menos los principios que rigen los cuperos y que se sustentan en los conceptos de independencia, socialismo, feminismo y Països Catalans, matizaban. Los últimos batacazos en las urnas, en los que quedaron fuera de tres de las cuatro capitales en las elecciones municipales, perdieron la representación en el Congreso y se quedaron con cuatro diputados en el Parlamento obligaban a la formación anticapitalista a abrir un debate a fondo para volver a erigirse en una alternativa en un contexto de desmovilización que le va a la contra. Y así fue.

La CUP ha descartado cambiar de nombre –aunque es un tema que llegó a estar sobre la mesa–, pero ha aprobado actualizar su imagen, según ha podido saber el ARA. La nueva imagen se hará pública el próximo domingo 8 de junio en un acto en Capellades, que servirá para iniciar la nueva etapa que abre el referente de la izquierda independentista. Aunque alguna asamblea puso sobre la mesa abrir el melón del nombre con el argumento de que la renovación también podía acarrear una actualización de las siglas, la militancia lo rechazó durante el congreso en Sabadell. "No hubo mucho debate con el nombre porque creemos en la unidad popular para construir un país para vivir, con futuro y libertad", subraya Bernat Lavaquiol, miembro del secretariado.

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Donde no ha habido reticencias es con el cambio de imagen. "El logo había quedado desfasado y necesitaba una actualización con una nueva línea estética", señala Lavaquiol. No se trata, ni mucho menos, de un gran giro, sino de un restyling. Sólo cambiará el color y las letras. "Seguiremos siendo el único partido con representación en las instituciones con la estelada", deja claro el representante del secretariado para resaltar que tampoco se quitará la enseña independentista tan emblemática de su imagen corporativa.

Más allá del logotipo, el proceso de reflexión interno también ha servido para consensuar la propuesta política. Fuera de la aritmética que les hacía imprescindibles en legislaturas anteriores, los cuperos abogan por pasar de la oposición resistencialista a la proposición para buscar tener incidencia. Es decir, quieren influir de nuevo para salir del ostracismo. "No podemos quedar encuadrados en el no. Todo el mundo sabe que estamos en contra de los macroproyectos, pero debemos salir del rincón y ser los del para poner de relieve que tenemos un horizonte", señala Lavaquiol, que advierte de que esto no ocurre, en ningún caso, para rebajar el mensaje. "Debemos explicar cuál es nuestro modelo productivo que no es el de turistas y cerdos del PSC y Junts", añade.

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Diversificar la economía por gente ambientales como la última sequía. "No nos oponemos a la industria, ni queremos ser un país sólo de campesinos", remarca el secretario de acción política, que lamenta que Cataluña haya pasado de producir a ser un centro logístico de reparto de China. "Durante la pandemia no éramos capaces de hacer mascarillas; queremos más industria para producir lo que necesitamos para vivir. Tiene sentido fabricar trenes, no coches de lujo", remacha el cupero.

Vivienda y lengua, campos de batalla

En esta búsqueda de incidencia, aunque no son necesarios para las mayorías parlamentarias, los cuperos ponen de ejemplo el decreto para regular el alquiler de temporada que negociaron directamente con el PSC, levantando el veto a la formación de Salvador Illa, y aprobándolo con ERC y Comuns. Conquistar victorias políticas, aprobar medidas que mejoren la vida de la gente o que se acerquen a sus objetivos es uno de los pilares de la nueva CUP. Atrás queda ya la dicotomía entre la lucha en la calle y la lucha en las instituciones.

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La estrategia consiste en ocupar los máximos espacios de poder y, si no es posible, tratar de influir con propuestas propias o con las peticiones de algunas entidades, como ha ocurrido con el Sindicato de Alquiladoras en el caso de la vivienda. Este ámbito, junto a la lengua, son los campos de batalla de la CUP en esta legislatura. Por este motivo se han creado nuevas sectoriales temáticas, que son las encargadas de poner manos a la obra en ambas materias.

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La del catalán ha presentado un plan de choque por la lengua con propuestas concretas, como realizar una prueba al final de la ESO para acreditar su nivel, la incentivación con becas de los estudios de filología catalana o el refuerzo de la inspección educativa para asegurar el cumplimiento de la inmersión lingüística. Paralelamente, la CUP ha impulsado Planes Locales por la Lengua para combatir la emergencia lingüística de los municipios donde tiene presencia. Unas propuestas que han servido, como quiere la CUP, para tener incidencia y cobertura mediática, como destacan desde el partido.

Las propuestas se acotan y se hacen llegar con un mensaje más directo que se aleja de explicaciones complejas con el objetivo de llegar al máximo número de gente. "Simplificamos el mensaje, con menos propuestas pero más claras, para que se vea una línea clara de trabajo, porque a menudo nuestro entorno no sabía lo que proyectábamos –admite Lavaquiol–. Es una nueva CUP que habla claro", sentencia. Mejorar la comunicación con vídeos en X, Instagram o Youtube de dirigentes o diputados de la CUP mirando a la cámara es otra de las novedades de la nueva forma de hacer de los anticapitalistas para potenciar la parte audiovisual.

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También trabajan para instaurarse en las redes más populares entre los jóvenes, como TikTok, explotada con grandes resultados por formaciones de extrema derecha como Vox y Aliança Catalana. "Somos una fuerza política muy arraigada en los barrios y en los pueblos, pero tenemos que buscar vías como TikTok para llegar a la gente joven de forma permanente", avanza el secretario.

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La refundación de la CUP también ha comportado una reorganización interna para repartir roles. El cambio más relevante ha sido la elección de un secretario general, una figura que hasta ahora no existía y que levantaba recelos en un partido de carácter asambleario. Non Casadevall es la voz de la organización, junto con Su Moreno, y ambos descargan de trabajo a unos diputados que deben centrarse en la labor en el Parlament, y más ahora que sólo tienen cuatro representantes. Internamente, Berta Ramis, elegida coordinadora nacional de la CUP, es la máxima responsable de la organización interna y de tener controlado cómo late la militancia. Todos ellos buscan reflotar una formación en horas bajas.