La maldición de los presidentes de un solo mandato

BarcelonaAlgunos la critican por ser una serie naïf, menospreciando que nos muestre el perfil de políticos a los que deberíamos aspirar como sociedad. Sea como fuere, The West Wing, creada por Aaron Sorkin, será la ficción más citada para hablar de política, y el presidente Josiah Bartlet, que interpretó a Martin Sheen, el líder en el que la mayoría debería reflejarse. E incluso él, un ser de luz que quiere cambiar un mundo oscuro, sufrió el síndrome del presidente de un solo mandato. ¿En qué consiste? Es la obsesión de los políticos por no convertirse en efímeros. “Sólo queremos hacer ver lo que estamos intentando, pero sin molestar a demasiada gente”, le expresa a Bartlet su jefe de gabinete, Leo McGarry, en uno de los capítulos más memorables. Los grandes proyectos que se prometen en campaña acaban siendo en el mejor de los casos promesas a largo plazo que requieren –dicen los gobiernos– de más tiempo para ejecutarse. En Cataluña, este síndrome se ha convertido en maldición, no sólo por la escasa obra de gobierno de la que pueden presumir los ejecutivos poco duraderos, sino también porque prácticamente todos los jefes del ejecutivo catalanes se han convertido en presidentes de un solo mandato.

Es la maldición contra la que intenta luchar Pedro Aragonés, aunque la mayoría de encuestas pronostican que le será difícil salirse. Él acabó con los rumores de relevo que empezaban a planear a raíz de la amnistía acordando con Oriol Junqueras que seguiría siendo el candidato independientemente de cuándo se convocaran las elecciones. Ahora necesita afianzar la posición que adquirió hace tres años, y ya ha expresado la necesidad de un segundo mandato para completar “las cuatro revoluciones” a las que se ha comprometido (“social, feminista, verde y democrática”).

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Quim Torra y, antes que él, Carles Puigdemont han sido, de momento, presidentes de un solo mandato. Puigdemont también intenta corregirlo, si bien en su caso fueron el Tribunal Supremo y el Constitucional en 2018 quienes le impidieron acabar con la maldición. Como hace seis años, su regreso a Cataluña (de momento, en la del Norte) es el principal compromiso que ha adquirido de cara al 12-M.

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Isla quiere entrar en el club

Formalmente, Artur Mas completó dos mandatos, aunque en total fue presidente cinco años, uno más de lo que se considera una legislatura completa. Ni José Montilla, derrotado en las urnas en el 2010, ni Pasqual Maragall, apartado por su partido en el 2006, se entregan de una maldición de la que el único que nunca ha oído hablar es Jordi Pujol (23 años en la Generalidad). Ahora Salvador Illa parte con ventaja en la carrera electoral, pese a que la necesidad de pactos podría dejarle después del 12 de mayo sin opciones ni siquiera de ser presidente una vez. Ninguno de los aspirantes llegará a ser nunca como Bartlet. Es imposible, no sólo para que él consiguiera un segundo mandato presidencial, sino también porque la perfección política que representa sólo es posible en la ficción. Let Bartlet be Bartlet.

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Los detalles de la semana

1.
Una final en campaña

Pocas cosas pueden interrumpir una campaña electoral, pero entre ellas siempre estará el fútbol. Esta semana hemos visto a los diputados del PNV en Madrid fotografiándose con la indumentaria del Athletic junto a los leones del Congreso. Y, aún más raro de ver, el PP balear cambiando su tradicional color azul por el rojo (del Mallorca, no del PSOE). Ambos equipos se disputan la Copa del Rey.

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2.
La rapidez de Dolors Bassa

La sociedad digital impone la cultura de la inmediatez, a menudo peligrosa. Esta semana le ha tocado recibir a la exconsellera Dolors Bassa, que quería alabar la propuesta de crear una conselleria del catalán. "Muy buena iniciativa", pió, con la mala suerte de que no respondió al presidente Aragonés, sino a una tuitera que criticaba la idea y que exigía que el Gobierno "vuelva a hacer el trabajo". Al cabo de un rato lo corrigió.

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