La regla número 1 del Congreso: Sánchez siempre gana

MadridA veces alguien me pregunta cómo es posible que Pedro Sánchez siempre acabe saliéndose con la suya, que si tiene una flor en aquella parte del cuerpo, que si todo le sale bien, etc. En realidad, Sánchez tiene una estrategia (y una táctica) muy definida que le funciona muy bien. Y, como en el fútbol, un poco de suerte necesaria para ganar títulos.

Sánchez tiene una habilidad que desespera a sus contrincantes para adaptar su discurso con mucha rapidez a las circunstancias cambiantes. Y siempre con el mismo objetivo: situarse en una posición inatacable. Lo hace con un método que ya conocemos en Catalunya y es el de pedir unidad. Ante la pandemia: unidad. Ante la guerra: unidad. De forma que estrecha al máximo el margen de maniobra para hacerle oposición o, en el caso de sus socios, de poderse desmarcar. Tanto la pandemia como la guerra le sirven, además, para sacudirse cualquier responsabilidad. Y cuando ve que algo lo está desgastando (véase las restricciones), lo traspasa rápidamente a las comunidades autónomas. Sánchez siempre se sitúa por encima de todo el mundo. Y nunca, nunca, nada es culpa suya.

Su gran carta, sin embargo, es Vox. La extrema derecha le facilita mucho las cosas a Sánchez, por eso, como ya hizo Miterrand en su día con el Frente Nacional, no está especialmente interesado en que desaparezca. Por un lado, Vox le permite tener en el bote al PP, que está dividido e incómodo alrededor de esta cuestión. Y ahora con Feijóo todavía más, porque, en un giro surrealista, resulta que Casado va sacando pecho en Europa diciendo que él nunca pactó con la extrema derecha. El PP tiene que encontrar la manera de convencer a Vox de que no haga nada estridente en el gobierno de Castilla y León, al menos hasta las elecciones andaluzas, que se prefiguran como la batalla decisiva en el camino de la derecha hacia la Moncloa. Pero esto es como pedirle a un escorpión que no pique. Picará más o menos fuerte, pero acabará picando.

La amenaza de la alianza PP-Vox también sirve a Sánchez para tener de su lado a sus socios de gobierno, que siempre se encuentran en la misma disyuntiva. Si tumban o critican una propuesta del gobierno, lo ponen en peligro y están abriendo la puerta a la extrema derecha, como le ha pasado a Unidas Podemos con Ucrania. Esta estrategia solo le ha fallado en una ocasión a Sánchez, con la reforma laboral. Pero incluso en aquella ocasión al PSOE ya le iba bien sacar una ley sin el apoyo de ERC y Bildu. Y cuando la estrategia falla, como fue el caso, entonces sí que aparece la suerte.

El resultado es que todo el mundo en el Congreso baila al ritmo que decide Sánchez. Siempre encuentra la manera de que el coste de tumbarle una iniciativa sea superior al de dar luz verde, como ha pasado esta semana con la ley de vivienda o la investigación de los abusos de la Iglesia. Y, cuando los socios se quieren colgar la medalla de que han conseguido llevar al PSOE a su terreno, acaban chocando con la regla número 1 de este juego: Sánchez no cede nunca y siempre gana.

LOS DETALLES

Acostumbrado a mirarlo todo siempre desde Galicia, desde que ha dado el paso para liderar el PP en todo el Estado, Alberto Núñez Feijóo ha comprobado que necesita refrescar las clases de geografía. El viernes, en uno de los primeros actos de la gira que hará por todo el Estado para presentar su candidatura a presidir a los populares, se plantó en Valencia diciendo que era un honor para él estar en la... ¡Costa Dorada!  

El mensaje de unidad que pregona el PP de puertas hacia dentro después de la guerra civil que se vivió por defenestrar a Pablo Casado y Teodoro García Egea parece haber cuajado con especial fuerza entre los populares catalanes. Tanta sintonía hay que este viernes Santi Rodríguez y Oscar Ramírez comparecieron en rueda de prensa casi mimetizados, apostando los dos por una americana de color verde.