Investidura

Una relación histórica, Lledoners y una fiesta: así ha sido el deshielo de las relaciones JxCat-PNB

Turull y Ortuzar han recuperado la interlocución entre los partidos, interrumpida desde el 2017

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Andoni Ortuzar (PNV) y Jordi Turull (JxCat) en septiembre de 2017, antes del referéndum del 1-O

BarcelonaLa última vez que el PNV y el espacio convergente fueron explícitamente de la mano fue en las elecciones europeas del año 2014. Una coalición electoral que ya no se repitió cinco años más tarde, cuando Carles Puigdemont fue el jefe de lista en el 2019: en el 2017 se resquebrajaron las relaciones, principalmente entre Puigdemont y el lendakari, Iñigo Urkullu, que actuó sin éxito como mediador entre la Generalitat y la Moncloa. "Hubo una ruptura grande –admiten testigos de la época, ya que el expresidente siempre creyó que Urkullu no le ofreció suficientes garantías de que Madrid no aplicaría en 155–. Hubo una desconfianza mutua". "La herida fue importante", añade otra voz conocedora. Ahora bien, después de seis años, esta relación entre ambos espacios políticos se está "normalizando". Y esa "normalización" tiene dos nombres –Jordi Turull y Andoni Ortuzar– y llega en un momento clave: las negociaciones de la investidura de Pedro Sánchez.

Sólo así se explica que la semana pasada el portavoz de los jeltzales en el Congreso de Diputados, Aitor Esteban, sugiriera que los nacionalistas vascos habían tenido un rol a la hora de desatascar las conversaciones entre Junts y el PSOE. "No es arte divino", constató Esteban. En las últimas semanas estas relaciones con los de Puigdemont se han intensificado y ha habido cierta "coordinación" en las negociaciones sobre la mesa del Congreso de Diputados, pese a que ambos espacios han mantenido canales propios con los de Pedro Sánchez. Fuentes conocedoras admiten que, de entrada, el PSOE pidió al PNV que intercediera para iniciar una nueva vía de comunicación, sin intermediarios, con los de Carles Puigdemont. Una intervención necesaria para que los socialistas recuperaran de nuevo una agenda con los posconvergentes: en los últimos cuatro años la negociación con Madrid ha sido monopolizada por Esquerra.

Aitor Esteban, portavoz del PNV en Madrid, en la constitución de Les Corts.

¿Cómo se ha producido este deshielo? La distancia entre los jeltzales y los de Puigdemont tiene su momento álgido en octubre del 2017, pero aún se hace mayor por declaraciones que hace Urkullu posteriormente: "No se puede pretender gobernar un país por internet", dijo sobre la investidura a distancia del entonces líder de Junts. Tampoco gustó su rechazo explícito a la vía unilateral que se ejerció en Catalunya para el referéndum. Tampoco el testigo en el juicio del Procés en el 2019, cuando dijo que Puigdemont no tenía el "deseo" de declarar la independencia. Sus palabras generaron malestar en el entorno de Puigdemont. Las mismas imágenes de ese día en el Tribunal Supremo explicitan cuál era la relación en ese momento entre el nacionalista vasco y los independentistas: Urkullu, cuando sale de la sala, solo da un apretón de manos con el exconseller Santi Vila. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Las fuentes consultadas dejan claro que Urkullu sigue fuera de la ecuación y que la relación es de "partido a partido". Por tanto, sobre todo entre Turull y Ortuzar, remarcan fuentes de Junts. Ambos siempre han mantenido una buena relación personal: hay que tener en cuenta que Ortuzar y Esteban se conocen con Turull y Josep Rull –ahora presidente del consejo nacional de Junts– desde que militaban en las juventudes del PNV y Convergència. "Son amigos desde hace treinta años", remarcan fuentes de la formación vasca, así como con Lluís Corominas –exdirigente de CDC ahora entre las bambalinas de JxCat– y también con el exconseller Francesc Homs, que participó (desde la sombra) en la dirección de la campaña de Míriam Nogueras el 23-J. La amistad, en política, siempre ayuda.

Tanto Ortuzar como Esteban visitaron a los presos políticos en el 2020 en Lledoners y cuando Turull salió de prisión se reunió en Bilbao con los dirigentes vascos para agradecerles el apoyo recibido. Esta reanudación de las relaciones se oficializa con la presencia de Rull –con un rango orgánico alto en el partido– en la fiesta de los nacionalistas vascos del Alderdi Eguna, en Foronda (Vitoria), en septiembre del año pasado. En esta cita –en la que también fue el PDECat– los jeltzales ofrecieron una especial atención a Rull: quedó patente con la ovación de los asistentes al exconseller como preso político.

¿Y cuál es la relación ahora con Puigdemont? Fuentes del PNV admiten que la relación con el expresidente no ha sido históricamente la misma porque no es un hombre de partido: no participaba en la maquinaria de Convergència y, por tanto, su relación con la formación vasca era menor. "Eso quizá no ha operado a favor [...]. No había ese hilo rojo", afirman, pese a dejar claro que "simpatizan" con su causa y que le han tenido presente cuando han negociado en Madrid. Ponen de ejemplo el paquete que pactaron con el PP para apoyar los últimos presupuestos de Mariano Rajoy en 2018: aseguran que arrancaron al entonces presidente español una declaración favorable a "normalizar" la situación con Catalunya. "Siempre hemos compartido objetivos [...], pero discrepamos en el método", aseguran sobre la unilateralidad del 2017. También lamentan que desde Madrid han jugado tradicionalmente a sembrar mala marejada entre los dos partidos, ya que entre los ochenta y los noventa los de CiU eran los "buenos" y los del PNV los "malos": papeles que se intercambiaron en los años del Procés.

El exconseller y presidente del consejo nacional de Junts, Josep Rull, en el Alderdi Eguna.

Sin referente en Cataluña

Sin embargo, Junts no es lo mismo que Convergència y no mantiene la misma sintonía política con los nacionalistas vascos que el partido fundado por Jordi Pujol. Y es que los caminos de los partidos hasta ahora han sido distintos. Durante la campaña del 23-J la candidatura juntera, encabezada por Míriam Nogueras, prometió no investir a ningún presidente español si no era a cambio de la amnistía y la autodeterminación. En cambio, los jeltzales se han presentado a las elecciones como la "voz" que defiende los "intereses" de Euskadi, a través de la estrategia del peix al cove, como hacía el antiguo espacio convergente. Esto les sitúa retóricamente lejos, aunque hasta ahora ambos se han mostrado dispuestos a negociar con el PSOE y han apoyado a Francina Armengol como presidenta del Congreso.

En todo caso, desde la ruptura del 2017 los nacionalistas vascos han buscado un referente político en Catalunya sin éxito. Sobre todo porque sus apuestas políticas han sido fallidas: el PNV apoyó explícito al PDECat en las elecciones del Parlamento de 2021, una candidatura que no funcionó, y tampoco tuvo éxito el proyecto de Marta Pascal reflejado directamente en el PNV, el Partido Nacionalista de Cataluña (PNC). En la Diada del año pasado, en la ofrenda floral a Rafael Casanova, los jeltzales todavía participaron en la conmemoración junto a esos partidos.

Y es que el deshielo en las relaciones entre el PNV y Junts no implica un reencuentro en la estrategia política, ni mucho menos una alianza como la de Esquerra y EH Bildu, que acaban de presentarse en coalición a las elecciones españolas, sino que cada uno mantiene su camino y tempo, pero colaborando y habiendo rehecho los puentes rotos después del 1-O.

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