Dos semanas para no repetir los errores de los últimos cuatro años

Ya hace cuatro semanas que los catalanes decidieron que el escenario político tenía que continuar, más o menos, con las mismas mayorías que la legislatura pasada. Cuatro semanas de tanteo que solo han dejado una única novedad respecto a escenarios pretéritos: la CUP asume una de las secretarías de la mesa del Parlament. No es el lugar que anhelaban los cupaires, que estuvieron opositando a la presidencia, ni tampoco les hace necesarios. JxCat y ERC se han garantizado cuatro de los siete miembros y, por lo tanto, la mayoría absoluta para tomar decisiones. Los republicanos, además, se han reservado una mayoría alternativa con el PSC en caso de que no les convenzan algunas de las decisiones de la nueva presidenta de la cámara, Laura Borràs.

Como si la negociación de la mesa no fuera ligada a la de la investidura, ahora los partidos independentistas se han conjurado para llegar a un acuerdo que invista a Pere Aragonès antes de que acabe el mes de marzo. Y, a diferencia de la mesa, aquí sí que es imprescindible el concurso de la CUP. Los anticapitalistas no han quedado satisfechos de cómo han ido las reuniones hasta ahora, y viernes enviaban un correo a la militancia advirtiendo que “la legislatura no empieza con buen pie”. Los reproches van enfocados sobre todo a JxCat, de quienes creen que ha priorizado “los intereses de partido a los de país” en la negociación de la mesa.

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La confianza se ha agrietado y parece evidente que la CUP ya no está en la cursa para formar parte del Govern. Fuentes de JxCat y ERC lo tienen asumido y se emplazan a completar los debates pendientes. Todavía son muchos, entre los que están el reparto de conselleries y las políticas que tiene que impulsar el nuevo ejecutivo. Para no tener, todavía no tienen terminado la hoja de ruta que se quiso priorizar en la primera fase de los contactos. El calendario es uno de los principales escollos. La CUP insiste en un referéndum unilateral para 2025 y JxCat quiere poner fecha de caducidad a la mesa de diálogo que ERC defiende mantener con el gobierno español. Si no hay adelantos se tendría que pactar el siguiente paso a dar, subrayan desde la formación que encabeza Carles Puigdemont.

En el último minuto se acabó definiendo la composición de la mesa y ahora no parece que sobre tiempo para llegar con los deberes hechos al 26 de marzo, fecha tope para el primer debate de investidura. No todo ha sido, sin embargo, estéril. Se ha definido el rol de Borràs, que cederá probablemente a Elsa Artadi el liderazgo de Junts en el Govern en la vicepresidencia económica, y se han dejado de lado propuestas sui generis como la “vía amplia” a cuatro lados que propugnaba ERC -la relación entre republicanos y comunes tampoco pasa por su mejor momento-. Los esfuerzos se dirigirán a generar una nueva relación de confianza entre JxCat y ERC que evite los rifirrafes constantes de la legislatura pasada. De momento, Borràs ya ha criticado abiertamente a su predecesor, Roger Torrent, y Marta Vilalta le ha respondido que es ella quien “queda en evidencia”. Buenos augurios.

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Los detalles

Jueves, en un acto de Òmnium por la amnistía, coincidieron el todavía entonces presidente del Parlament, Roger Torrent; la que ha acabado siendo la sucesora, Laura Borràs, y el candidato que la CUP planteaba para presidir la cámara, Pau Juvillà. “Estás más delgado. Esto es que va bien ser presidente”, le dijo el cupaire a Torrent. “Tengo algún cabello blanco, que esto desgasta”, le respondió el republicano.

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A pesar de la buena sintonía que tienen en Madrid, la relación en Catalunya entre el PSC y ERC continúa tan tensa como antes del 14-F. Viernes volvieron a tropezar cuando Salvador Illa se avanzó a los republicanos en rueda de prensa cuando la orden fijada era de menos a más apoyos. Sergi Sabrià irrumpió en la sala con gestos de desaprobación y comentarios hacia los socialistas y acabó dando un portazo sonoro con su salida.