Perfil

Toni Comín, el pianista más impuntual que lleva la política a la sangre

El candidato de Junts, proveniente del PSC y después conseller de ERC, empezó su vida política en los movimientos antiglobalización

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El candidato de Junts el 9-J, Toni Comín, este miércoles en Elna

BarcelonaCuando a Toni Comín se le pregunta qué ha marcado su vida, cita a su padre y al piano. La familia y la música. Nacido en Barcelona en 1971, el cabeza de lista de Junts el 9-J recuerda haber estado condicionado por ambas cosas desde que tiene conciencia. Nació, dice, a hombros de un gigante: su padre, Alfons Carles Comín, líder de la oposición antifranquista y destacado dirigente del PSUC y del PCE, le enseñó qué significaba militar en una causa desde pequeño. Y, de fondo, en casa, siempre sonaba música clásica. "Crecí junto a un mito", se reafirma en una conversación en el ARA, y rememora que la política la lleva a la sangre: su abuelo, Jesús Comín, fue un alto dirigente carlista en el Estado.

Comín siempre se ha relacionado con personajes de primera línea política. De ejemplo pone la plana mayor de la política catalana y española que asistió al funeral de su padre, que murió cuando él tenía sólo nueve años. Fue él quien le animó a adentrarse en el mundo del piano: "Los que no podemos dedicarnos a la música, debemos dedicarnos a la política", recuerda que le decía. No en vano Comín vivió como un "calvario" cuando tuvo que decidir entre dedicarse profesionalmente a tocar (hasta la universidad estudiaba piano ocho horas al día) u optar por hacer una carrera universitaria. En ese cruce vital, optó por hacer ciencias políticas y filosofía, pero nunca dejó la música.

"No es mi afición. Es mi vocación", matiza. Tanto es así que siempre que puede se agarra a un piano. Cuando era conseller de Salut, ya bien entrado en el 2017, explica cómo un mediodía él y otro gran melómano del Govern, el entonces presidente, Carles Puigdemont, escaparon un mediodía para tocar juntos en la Casa dels Canonges. Comín al piano, un Steinway, y Puigdemont en la guitarra eléctrica. "Es un tío brillante", asegura sobre Comín un compañero de partido, aunque no se está explicando que es la persona más impuntual que conoce: puede llegar a perder aviones y trenes, y nunca llega a la hora en ninguna reunión. El cabeza de lista de Junts tiene una relación especial con el tiempo, sobre todo cuando habla: "Cuando te dice que ya termina y que le queda sólo la última reflexión, siempre debes contar otros veinte minutos", constata la misma fuente.

De los movimientos antiglobalización en Junts

El candidato de Junts a las elecciones europeas es probablemente el cabeza de lista más heterodoxo que ha tenido el partido en ninguna contienda electoral: Comín aterrizó en Junts en el 2019 después de haber pasado por Esquerra y haber militado originalmente en el PSC. Un dirigente, pues, hecho políticamente al margen de Convergència –a diferencia de la gran mayoría de dirigentes de Junts–, pero que con el tiempo se ha situado en el epicentro de la formación para ser la mano derecha de Carles Puigdemont al exilio. Unas coordenadas ideológicas que hacen que haya convergentes de toda la vida dentro de Junts que se le miren con pesar.

Comín se inició en política desde el activismo, en los movimientos antiglobalización. Allí conoce al abogado Jaume Asens, amigo personal y este 9-J rival en las urnas. Pasqual Maragall lo ficha para la plataforma Ciutadans pel Canvi y se incorpora como diputado al Parlament en el 2003. El romance con los socialistas dura siete años: en el 2010 no pudo repetir como diputado y regresó a su plaza de profesor en Esade. Y allí, en lo que pareció una salida de la política encontró una nueva entrada: entra en contacto con Lluís Juncà, jefe de gabinete de Oriol Junqueras, y de rebote con el mundo de Esquerra justo cuando hay una parte del catalanismo socialista que gira hacia los republicanos. Comín es uno de ellos: "He vivido en primera persona la evolución de la sociedad catalana", dice, y explica que muta al independentismo entre el 2010 y el 2012 como parte de la ciudadanía en Catalunya.

Pero como todo el mundo sabe, éste no fue el último salto de Comín en política. Tras comandar el departamento de Salut (por Esquerra) durante la legislatura del referéndum, se unió a Puigdemont en el exilio, un período duro, pero que ha "resistido", cree, porque la vida ya le había enseñado cómo hacerlo lo: "La homosexualidad te obliga a ser valiente". Cuando ERC rechazó la candidatura unitaria para las elecciones europeas de 2019, decidió que la "unidad" la harían él y Puigdemont presentándose juntos. Cinco años después, es Comín quien ha cogido el timón en la Eurocámara.

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