Victoria póstuma de Rajoy sobre Aznar

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L'expresident del gobierno español Mariano Rajoy, al congreso del PP

MadridLos partidos son especialistas en marketing y por eso este viernes todo estaba diseñado con un solo objetivo: proyectar la imagen de un PP unido alrededor de la figura de Alberto Núñez Feijóo. Pero esta unidad es más falsa que un duro sevillano (ciudad donde se hacía el congreso), puesto que en realidad la entronización del líder gallego significa el regreso del rajoyismo por la puerta grande después del fiasco de Pablo Casado.

En efecto, si había una persona feliz era Mariano Rajoy, cuyo tono relajado contrastó mucho con la gravedad de un Aznar que ha visto cómo su pupilo, que fue ungido en su día porque era un clon de Albert Rivera, se estrellaba a solas. Para entender el paso de este viernes hay que mirar atrás y entender la historia reciente del PP.

Casado fue elegido hace cuatro años para compensar lo que se consideraba el peor defecto de Rajoy: su relativismo ideológico y excesivo pragmatismo, que a menudo lo llevaba a practicar el inmovilismo. Aquel PP necesitaba recuperar sus esencias ideológicas ante un Rivera que amenazaba con comerse su electorado. Y Casado, por muy poco, superó el match ball en abril de 2019, cuando Cs se quedó a solo 200.000 votos del PP.

Candidato contra Sánchez

En cambio, ahora, en plena crisis económica por la guerra de Ucrania, el PP considera que el mejor candidato para enfrentarse a Pedro Sánchez es alguien con menos ideología y más experiencia de gestión. Este es el péndulo en el que se mueve el PP: la ideología, representada hoy por Isabel Díaz Ayuso, y el pragmatismo. La mayoría de los barones, sobre todo los que tienen el poder autonómico, son pragmáticos y ven a Ayuso como una iluminada, pero son bastante inteligentes para saber que no se pueden enfrentar a su principal gancho electoral. La inteligencia que le faltó a un Casado que era mucho más próximo a Ayuso de lo que lo es Núñez Feijóo.

La victoria póstuma de Rajoy también llevará a marcar distancias con Vox a pesar de que la aritmética electoral puede volver a condenar al PP. En este sentido, las elecciones andaluzas serán claves para el liderazgo de Núñez Feijóo, puesto que Juanma Moreno Bonilla es quizás el barón más feijoonista que hay, un perfil moderado y pragmático. El líder gallego reclama “victorias contundentes”; por lo tanto, todo lo que no sea quedar primero y a una gran distancia del segundo será problemático. Y, si además tiene que pactar con Vox (¿se imaginan a Macarena Olona de vicepresidenta andaluza?), todo su discurso se puede hundir como un castillo de cartas. Este será el momento en el que el aznarismo-ayusismo, hoy en retirada táctica, vuelva a asomar la cabeza.

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