Los afortunados que han entrado en la FP más buscada

Educación todavía no sabe cuántos aspirantes se han quedado sin plaza después de las adjudicaciones extraordinarias de hoy

BarcelonaEn la trilogía de Los juegos del hambre, un grupo de 24 jóvenes compiten entre ellos hasta que solo puede quedar vivo uno. Si se permite la metáfora, Abdo, Carla y Adrián son algunos de los afortunados que han sobrevivido a los particulares Juegos del Hambre que ha habido este año en la formación profesional y, en concreto, en los grados de ciclo medio. Son tres estudiantes que han conseguido una plaza en el grado medio de sistemas microinformáticos y redes, el segundo más pedido en Catalunya, después de cuidados auxiliares de enfermería. Estudiarán el grado en el centro que habían pedido en primera preferencia, en la Escola del Treball. La demanda es tan grande que el departamento de Educación abrió diez grupos más de este grado en toda Catalunya y aumentó la capacidad de las aulas hasta 33 alumnos en otros muchos centros. En la Escola de Treball hay en juego tres plazas extras más, por las cuales han recibido 67 inscripciones.

En este contexto, los estudiantes con los que ha hablado el ARA están contentos de poder estudiar lo que quieren. "Soy un afortunado. Me dijeron que este grado estaba muy solicitado y tenía miedo de no entrar", afirma Adrián. Tiene 16 años y acabó la ESO con un espléndido 8,69. "Mis profesores y mis padres me recomendaron hacer bachillerato porque sacaba buenas notas, pero yo pensé que me iba mejor un grado medio porque se enfoca más a lo que me gusta de verdad. Siempre he estado removiendo ordenadores y consolas y creo que es un buen camino para seguir aprendiendo", dice, reivindicando el gran papel profesionalizador de la FP.

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En cambio, a Abdo este boom en las inscripciones lo ha cogido por sorpresa. En el curso que estudió el año pasado para prepararse para la prueba de acceso a los ciclos de grado medio eran 30 alumnos y nadie más quería hacer sistemas microinformáticos. "Todos tiraban hacia sanitarios o mecánicos", recuerda este joven de 24 años, que hace dos años que llegó a Catalunya como refugiado de Siria. Desde muy pequeño quería estudiar informática, y está exultante porque dice que por fin "ha tenido la oportunidad" para hacerlo. Se ha preparado a conciencia: compaginó el trabajo en una empresa de informática con el curso de acceso, estudió un poco de catalán y castellano y ha hecho un curso básico para tener "una poco de experiencia de desarrollo web". Cuando acabe los dos cursos del grado medio que acaba de empezar, quizás estudiará un grado superior o quizás buscará trabajo. "Ya veremos donde me lleva la vida", dice, sin hacerse expectativas.

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Carla –es una de las tres chicas de la clase– tampoco tiene claro su futuro. De momento se da un poco de margen para saber si ha "escogido bien". Al acabar la ESO no tuvo mucho margen para escoger. "En el instituto solo te hablan del bachillerato", dice, así que empezó a hacer el tecnológico. Las asignaturas generales, como historia o las lenguas, se le hacían una montaña, y con la pandemia se desconectó. Repitió primero en otro instituto, pero tampoco acabó y decidió apostar por un grado medio. "Creo que es más práctico. He elegido sistemas microinformáticos y redes porque la tecnología y los aparatos siempre me han gustado y porque es el futuro", añade.

Ciclos con mucha demanda... y ciclos vacíos

En efecto, en los ciclos de informática "la demanda de las empresas coincide con la demanda de los alumnos", explica Jose Luis Duran, director de la Escola de Treball, uno de los centros más importantes de Catalunya, con 2.900 alumnos. Lo mismo pasa en los grados de administración y gestión, si bien en estos casos es más fácil abrir nuevos grupos si hay muchas solicitudes. En cambio, en los de informática la cosa se complica: faltan profesores y equipamientos. Es por eso que Duran, preocupado por si el aumento de ratio dificulta la atención a los estudiantes y hace aumentar el abandono escolar, pide a la administración "más dotación de recursos humanos e informáticos". Estos recursos servirán para atender a los alumnos que llegarán la semana que viene a las aulas, después de que el Govern haya adjudicado este viernes las plazas extraordinarias que estaban en juego –6.539 en total–. El departamento de Educación todavía no tiene los datos definitivos y no se sabe cuántos alumnos se han quedado sin plaza.

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A pesar de esto, es fácil prever que habrá muchos jóvenes que no habrán tenido un lugar en los grados que habían pedido. Duran explica que, en realidad, la demanda está muy concentrada en algunos ciclos y que esto provoca largas listas de espera y, a la vez, grupos que quedan vacíos. Por ejemplo, hay ciclos que generan mucho interés entre los estudiantes pero tienen poca inserción laboral porque el mercado está saturado de estos perfiles, como técnicos de deporte o DJ, y, al contrario, perfiles profesionales muy pedidos por las empresas pero con pocas vocaciones, como electrónica, fabricación mecánica o eficiencia energética. A pesar de que es complicado afinar, Duran pide orientar más y mejor los estudiantes en los institutos.

Los sesenta estudiantes que quieren entrar en sistemas microinformáticos en la Escola de Treball y que no entrarán podrían acabar matriculándose al Institut Obert de Catalunya y cursar el ciclo a distancia, porque el Govern abrirá las plazas de manera ilimitada. Los tres estudiantes creen que ellos no se apuntarían. "En clase puedes preguntar directamente al profesor, mientras que por internet es difícil de seguir", dice Abdo. Adrián añade el componente práctico que da sentido a la FP: "Ir a clase presencial te da más herramientas para montar y desmontar un ordenador. ¿Cómo lo harán, a distancia? ¿Los alumnos tendrán que desmontar su ordenador? Yo no lo haría".

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