Cuando el bachillerato no se enfoca a las PAU

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Unos alumnos, atentos durante una clase a un instituto en Barcelona

BarcelonaLa conselleria y el ministerio de Educación ultiman cambios en el bachillerato, una etapa condicionada por la selectividad a pesar de que el 30% de los alumnos no la hacen. Hay centros que ya han roto moldes.

1.
Bachillerato profesionalizador:

“Queremos que elijan entre universidad o FP en igualdad de condiciones”

Alumnes a una classe de robòtica

En la asignatura de robótica que ha hecho durante el bachillerato, Marlene ha aprendido programación y se ha entusiasmado: “Me gusta ver los resultados inmediatos de lo que estoy estudiando y del trabajo que hago”, explica. Al principio de segundo de bachillerato, tiene claro qué camino seguirá: “He decidido hacer un ciclo superior de administración de sistemas informáticos en red y quizás después ir a la universidad y hacer ingeniería de sistemas”, relata. Lo ha elegido, en buena parte, gracias al bachillerato “enriquecido” que ha cursado en la Escola del Treball de Barcelona, que permite a los estudiantes cursar materias prácticas de formación profesional durante el bachillerato. 

“Hasta ahora nuestro bachillerato era como una seta”, admite José Luis Duran, el director de la Escola del Treball, un centro con unos 96 grupos de formación profesional y 6 de bachillerato. A pesar de estudiar en el centro de formación profesional más grande de España, los alumnos de bachillerato “vivían de espaldas” a la FP. Pusieron manos a la obra: “Hemos creado esta modalidad, con materias competenciales y prácticas en el bachillerato, para que los alumnos puedan elegir si ir a la universidad o hacer FP en igualdad de condiciones”, explica Duran. Y lo primero que hace falta, dice, es que los estudiantes “conozcan” qué opciones tienen. 

Desde hace tres cursos, los estudiantes de bachillerato tienen la libertad de elegir materias específicas “con contenidos vinculados a los ciclos formativos”. En otros institutos esta opción se denomina bachillerato profesionalizador y está pensada para estudiantes que quieren hacer el bachillerato pero no ir a la universidad. Duran matiza, sin embargo, que en la Escola del Treball lo ven un poco diferente: “No queremos que elijan FP porque sí, ni que renuncien a hacer la selectividad. Simplemente queremos que escojan qué hacer en igualdad de condiciones”, insiste el director. De hecho, este curso la mitad de los alumnos que han acabado segundo han hecho las pruebas de acceso a la universidad (PAU) y la otra mitad no las han hecho porque harán ciclos formativos. 

Bachillerato por proyectos

Un bachillerato que no sea solo para preparar la selectividad es lo que también buscaban en la escuela Fedac de Manresa. “No nos funcionaba: teníamos 32 alumnos sufriendo por una cosa que se llama PAU”, apunta Modest Jou, director general de la fundación de este grupo educativo. Hace dos años decidieron cambiar el bachillerato y convertirlo en una etapa abierta y flexible “para adaptarse a las necesidades de los alumnos”. Trabajan por proyectos y por competencias (la lingüística engloba catalán y castellano, en ciencia y natura tocan historia y filosofía y en Fedart hacen historia del arte y digitoplástica, por ejemplo) y prácticamente no hacen exámenes – han hecho cinco o seis en todo el curso–. Marc y Clara son dos de los alumnos que hacen este bat-pro: “Hemos estudiado qué era el nazismo y el fascismo a partir de la película La ola. Como la peli, también creamos un grupo fascista con su ideología y trabajamos los discursos en público y la entonación. En la clase siguiente desmontamos todo este mensaje, aprovechando una entrevista de Jordi Évole a un exnazi”. 

Los estudiantes practican los modelos de exámenes de la selectividad solo cuando tienen claro que se quieren presentar. “Por mucho que vayan a la universidad y hagan las PAU, no queremos renunciar a la metodología de aprendizaje por proyectos que tenemos en el resto de etapas”, argumenta Maria Josep Arévalo, coordinadora de bachillerato de la escuela. Un modelo, sin embargo, que a veces provoca incomprensión. “Cuando explicaba que hago el bachillerato por proyectos me decían que es de segunda categoría, pero pienso que es una opción igual de válida”, dice Marc. Se apuntó porque, así como tenía “muy claro” que no quería hacer las PAU, no sabía a qué grado medio apuntarse cuando acabó la ESO. El bachillerato profesionalizador le pareció la mejor opción. Una vía que ahora Fedac quiere desplegar al resto de escuelas.

2.
Bachillerato en tres años:

“Sin esta posibilidad creo que habrían abandonado los estudios”

Estudiants de batxillerat a classe

Después de un 4º de ESO muy duro a nivel emocional, con problemas de ansiedad y depresión, Paula empezó primero de bachillerato científico en el instituto Ramon Turró de Malgrat de Mar. A pesar de que pensaba que podría soportarlo, la montaña se le hizo enorme: “Les dije a mis padres que lo quería dejar porque no podía más. No es que el contenido fuera muy difícil, sino que la carga emocional era demasiado grande para mí”. Cuando ya tenía asumido abandonar, Paula cambió de idea y pidió hacer el bachillerato en tres años y no en dos, como es habitual. No quiere decir que repita curso, sino que hace menos horas de clase “para ir más tranquila y en calma” y se sacará los dos cursos en tres años. “Me ha ido muy bien”, explica. 

Evitar el abandono

Su instituto es uno de los pocos centros que, desde hace solo dos cursos, aplican este modelo. El año que viene, pues, se graduarán los primeros estudiantes que lo empezaron con el objetivo de cargar menos a los alumnos que lo necesitaran por su ritmo de aprendizaje. “Si no les hubiéramos ofrecido esta posibilidad creo que habrían abandonado los estudios”, afirma Jaume Carles, director del instituto Ramon Turró. Desde este punto de vista, dice, hacer el bachillerato en tres años “sí vale la pena”. 

En este centro del Maresme habían detectado que en primero de bachillerato tenían una tasa de abandono de un 4 o 5% por encima de la media catalana. “Con el departamento, vimos que una de las opciones para abordar esta problemática era alargar un poco el bachillerato para dar flexibilidad a los alumnos”, apunta el director. Así, los cinco alumnos del instituto que, como Paula, hacen esta opción tienen 20 horas semanales de clase, en lugar de las 30 horas lectivas habituales. “No hacemos un horario específico para ellos, sino que tienen huecos en el horario –pueden ir a la biblioteca y tienen acceso a ordenadores– o si no se van antes”, resume Carles. 

Orientación en el instituto

El trabajo del instituto no solo es de planificación, sino que también hay un componente clave de orientación. “En 4º de ESO intentamos ser muy sinceros con los alumnos: viendo la evaluación, las notas, las dificultades y sus intereses profesionales los asesoramos sobre qué pueden hacer”, comenta el director del centro. A algunos se les aconseja no hacer bachillerato y optar por un ciclo de grado medio, a otros se les recomienda hacer el bachillerato, pero siempre sabiendo que estos dos años “no solo conducen a los estudios universitarios”. “El bachillerato está bien como está, pero los estudiantes y las familias tienen que ver que no solo sirve para ir a la universidad, sino que hay estudios de grado superior con mucha salida. Tenemos que ser conscientes de que la formación profesional es una vía muy buena para acceder al mundo laboral”, afirma Carles. Un cambio de mirada que ha convencido a Paula: “Creo que yo no llevaría bien el ritmo de la universidad. Estoy haciendo el bachillerato, pero no sé si acabaré haciendo la selectividad, porque después quiero hacer un ciclo superior de algo relacionada con animales”.

3.
Bachillerato + grado medio de FP:

“Había alumnos que se quedaban en un limbo y no queríamos perderlos”

Biblioteca d'un institut de Barcelona

En el instituto Jaume I de Salou detectaron que había alumnos que se descolgaban del sistema educativo en algún momento. Cuando acababan la ESO, con 16 o 17 años, algunos dejaban los estudios porque no se veían capaces de hacer bachillerato y se sentían perdidos entre tanta oferta de formación profesional. Otros tenían claro hacer formación profesional, pero tenían que empezar por un grado medio o bien aprobar una prueba de acceso a los grados superiores que no se puede hacer hasta los 19 años. “Perdíamos a muchos estudiantes de los 17 a los 19 años”, apunta Paco Gaya, jefe del departamento de enseñanzas deportivas de este centro, donde, además, la mitad de los que empezaban un grado medio no seguían estudiando después.

Había que actuar. “Hicimos una propuesta porque no queríamos perder a estos alumnos que se quedaban en un limbo”, dice Gaya: en tres años, en el instituto Jaume I los estudiantes pueden hacer el bachillerato y un ciclo de grado medio de salvamento y socorrismo o vela. Lo que hacen se llama 3x2 porque en tres años los alumnos se pueden sacar dos titulaciones. Así, cuando acaban el segundo año tienen primero de bachillerato y un ciclo medio, y el tercer año pueden elegir si hacer segundo de bachillerato (y si quieren, ir a la universidad) o bien prepararse para las pruebas de acceso a un grado superior. Además del itinerario deportivo, hay institutos que hacen el ciclo en artes plásticas y diseño. Sea cual sea la especialidad, según Gaya esta modalidad puede ir bien a los alumnos que cuando acaban la ESO “todavía tienen una cierta inmadurez para hacer el bachillerato puro y duro” y que les gusta “combinar materias de bachillerato y deporte”.

Uno de los alumnos del 3x2 es Izan. “Hay alumnos a los que hacer bachillerato les causa mucho estrés. A mí me ha ido bien porque tengo más tiempo para sacármelo y para coger los hábitos de estudio”, comenta, y dice que está “menos angustiado y más motivado” que otros compañeros que hacen el bachillerato tradicional. “Me gusta poder hacer a la vez deporte y estudio”, sentencia. Y, a pesar de que todavía hace primero, ya piensa en la selectividad, que si todo va bien hará en dos años: “Me da un poco de miedo, pero tengo más tiempo de prepararme”. 

“No estamos oficialmente creados”

Gaya celebra que poco a poco más centros flexibilicen el bachillerato, pero pide al departamento de Educación que reconozca formalmente esta modalidad para poder ampliar plazas con garantías. “No estamos oficialmente creados como un nuevo bachillerato, así que los alumnos que hacen 3x2 están ocupando ahora plazas del bachillerato ordinario”, explica. 

Unos alumnos, por cierto, que han respondido a la creación de esta nueva vía: el primer curso empezaron a hacerla 5 estudiantes, el segundo año las inscripciones se doblaron y fueron 10 (entre ellos, Izan), y para el curso que viene prevén 15 alumnos. “Hemos notado un cambio muy grande en la motivación de los alumnos”, afirma Gaya, que apunta también que la atención individualizada juega a favor de los estudiantes. “En un bachillerato ordinario probablemente habrían hecho suspensos y algunos habrían abandonado, pero ahora los estamos reteniendo”, dice. Los cinco que empezaron hace dos cursos ya tienen la titulación deportiva, y ahora tres de ellos acabarán segundo de bachillerato y dos se prepararán para entrar en un grado superior.

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