Arranca la Cumbre de Glasgow con la advertencia de que "nos encaminamos hacia la catástrofe climática"
El secretario general de la ONU, António Guterres, insta a los líderes del mundo a dejar "de cavar nuestras propias tumbas"
Londres"El día del juicio final se acerca". No sin usar retórica de efectos especiales, invocando incluso a James Bond, Boris Johnson, primer ministro británico, ha dado la bienvenida a los líderes mundiales y delegados que se han citado en Glasgow para la cumbre del clima desde hoy hasta el día 12 con el objetivo de frenar el calentamiento global. "La tierra se está cubriendo, con la máquina del día del juicio final, de una manta asfixiante de CO₂", ha advertido, y si "hoy no nos tomamos seriamente el cambio climático, será demasiado tarde para que nuestros hijos lo hagan mañana". "La cumbre tiene que ser el principio del final del cambio climático", ha deseado el premier.
Las promesas pasadas no serán "res más que bla, bla, bla" si en la COP26 no es "el momento en que nos damos cuenta realmente del cambio climático", ha dicho también. A pesar de que es "demasiado tarde" para abordar todos los retos de una vez, los líderes pueden "eliminar gradualmente el uso de coches con motores de combustión interna de hidrocarburos para 2035", ha recordado, y ha señalado que el Reino Unido ha prohibido nuevas ventas a partir de 2030.
Miles de millones de personas están mirando hacia Glasgow y "notarán que la edad media de los líderes mundiales es de más de 60 años". Pero serán los niños de ahora y las futuras generaciones quienes "juzgarán nuestras acciones" y "no perdonarán a los líderes si fracasan". "Sabrán que Glasgow fue el punto de inflexión, cuando la historia no cambió, nos juzgarán con una amargura y un resentimiento que eclipsará a cualquiera de los activistas climáticos de hoy, y tendrán razón", palabras con las que ha hecho implícita referencia a la activista climática sueca Greta Thunberg.
Si la intervención de Johnson ha sido en buena parte un llamamiento a la conciencia de los líderes para que tengan en cuenta a las futuras generaciones, la del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha servido para poner de manifiesto algunas de las acciones concretas que se tienen que llevar a cabo de manera inmediata, y ha hecho un llamamiento a los Estados a publicar los planes de acción para lograr la neutralidad de carbono cada año. Además, ha recordado la necesidad de que el dinero para ayudar a países menos desarrollados se ponga ya encima de la mesa.
Las dos intervenciones posteriores a la de Johnson y antes de la de Guterres, de representantes de comunidades ya directamente afectadas por las más devastadoras consecuencias del cambio climático –Brianna Fruean, de Samoa, y Txai Surui, del Amazonia, en Brasil–, han sido un toque de atención de la necesidad de que los países más industrializados –los del G-20 producen el 80% de las emisiones de CO₂– se comprometan con las ayudas a la transición de los menos desarrollados.
Guterres no ha ahorrado las críticas sobre lo que ha calificado de falsas ilusiones: "Los recientes anuncios de acción climática pueden dar la impresión de que estamos camino de cambiar las cosas. Pero esto son falsas ilusiones. El último informe publicado sobre los planes a escala nacional ha demostrado que todavía condenarían el mundo a un calamitoso aumento de 2,7 grados" al llegar el 2100. "E incluso si las promesas recientes eran claras y creíbles, hay interrogantes serias sobre la concreción de algunas, y todavía nos encaminamos hacia la catástrofe climática".
El secretario general de la ONU también ha anunciado la creación de un grupo de expertos para medir y analizar los compromisos de la neutralidad de carbono de la empresa privada.
El tono utilizado por el heredero al trono británico, el príncipe Carlos, en el discurso al que los delegados han escuchado a continuación no ha sido mucho más esperanzador. Carlos ha pedido actuar "en pie de guerra contra el cambio climático". Y si ha recordado que el "covid ha demostrado cuán devastadora puede ser una amenaza transfronteriza, el cambio climático supone una amenaza existencial todavía mayor", ha remachado, para recordar: "El tiempo [para actuar] se ha acabado literalmente... Sabemos lo que tenemos que hacer. Con una población mundial creciente que exige cada vez más los recursos finitos del planeta, tenemos que reducir las emisiones con urgencia y tomar medidas para hacer frente al carbono ya".
Carlos no ha olvidado tampoco la necesidad de que la empresa privada se comprometa, cuando ha instado a la comunidad global a "unirse para crear el entorno que permita a todas las empresas tomar las medidas necesarias". Las soluciones al cambio climático requieren "billones, no miles de millones", cantidad que "va más allá del PIB global combinado [privado] y del sector público".
Mucho más emocional y quizás todavía más dramático ha sido el poderoso discurso que ha lanzado el naturalista David Attenborough, de 95 años, una de las voces más combativas contra el cambio climático. "Al largo de mi vida he sido testigo de una decadencia terrible. A lo largo de la vuestra, podríais y tendríais que presenciar una recuperación maravillosa".
La primera ministra de Barbados ha protagonizado otro de los momentos más emotivos de la apertura de la cumbre. "Para los que tienen ojos para ver, para los que tienen orejas para escuchar, para los que tienen un corazón para sentir, necesitamos [lograr el compromiso de los] 1,5 °C [del Acuerdo de París]. Dos grados es una condena de muerte", ha dicho Mia Mottley. "Hemos venido aquí para decir: esforcémonos más".
"Nuestro mundo, amigos míos, se encuentra en un cruce. Los líderes de hoy, no los del 2030 ni los del 2050, tienen que tomar la decisión. Está en nuestras manos. Nuestra gente y nuestro planeta lo necesitan más que nunca". Mia Mottley, como había hecho antes António Guterres, ha recordado la necesidad de más financiación para ayudar a reparar los países más pobres de los daños de los efectos del cambio climático y para contribuir a la transición verde.
En este sentido, el primer ministro italiano, Mario Draghi, que este fin de semana ha presidido en Roma la cumbre del G-20, ha hecho una breve intervención muy fría, pero muy técnica, correspondiendo a su perfil. Y, no sin una cierta amargura, ha venido a decir que los líderes de los países más industrializados del mundo no se han comprometido lo bastante para frenar un cambio climático que, de acuerdo con las palabras de António Guterres, no hace más que "cavar nuestras propias tumbas" por inacción. En concreto, Draghi ha afirmado: "Aquí, en la COP26, ahora tenemos que ir más allá de lo que hemos hecho en el G20. Tenemos que acelerar nuestro compromiso para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 1,5ºC. Tenemos que basarnos en el acuerdo del G20 y actuar con más rapidez y decisión".
La primera parte de la ceremonia inaugural la ha cerrado la activista keniana Elizabeth Wathuti, que ha descrito, sencillamente, qué está pasando en su país. "He visto con mis propios ojos a tres niños pequeños llorando al lado de un río seco después de andar doce millas con su madre para encontrar agua. En el año 2050, la mitad de la población mundial se enfrentará a la escasez de agua y 86 millones de personas habrán sido desplazadas solo en el África subsahariana. Más de dos millones de mis compatriotas kenianos se enfrentan al hambre relacionada con el clima. En este último año, nuestras dos estaciones de lluvia han permanecido secas. Los científicos dicen que pueden pasar doce meses hasta que vuelvan las lluvias. Mientras tanto, nuestros ríos se secan".
El dibujo que sale de las primeras horas de la cumbre de Glasgow es, como bien ha dicho Johnson, pareciendo al del día del juicio final. De momento, y si se tienen en cuenta las palabras de Draghi, y lo que ha insinuado sobre la cumbre del G-20, más todos los juicios que se han oído desde Glasgow, y que resuenan en todo el mundo, ni James Bond ni nadie podrá evitar lo peor.