Expulsados por los souvenirs (y las subidas de alquiler)
Las tiendas enfocadas al turismo se quedan los locales de las que no pueden asumir los nuevos precios en el centro de Barcelona
Barcelona"¿Es esto lo que queremos para Barcelona? ¿Es esto lo que queremos para el Gótico?" Es el lamento de la asociación de vecinos y comerciantes de la calle Comtal de Barcelona, que conecta el Portal de l'Àngel con la Via Laietana y es una de las vías donde el comercio tradicional se había mantenido fuerte en el centro de la ciudad después del boom turístico de los Juegos del 92. Y este cambio que lamentan ahora vecinos y comerciantes hace referencia a la homogeneización del tejido comercial de la calle, donde en los últimos tres años se han sucedido los cierres de locales arraigados y todo lo que ha ido abriendo son tiendas enfocadas al turismo. Sobre todo, establecimientos de souvenirs de aquellos que con la regulación municipal en la mano no podrían abrir porque ya están limitados, pero que piden licencias como tiendas de ropa y venden todo tipo de objetos de recuerdo: llaveros, bolsas, camisetas, muñecos expuestos en elementos que rodean la puerta...
En el número 8, donde desde 1980 había estado la bacallaneria la Casa del Bacalao, que ya se trasladó antes del confinamiento a la pequeña calle de las Moles porque no podía hacer frente al nuevo alquiler, ahora hacen obras y los operarios que trabajan admiten que será una nueva tienda de recuerdos. Igual que las dos que ya hay justo delante y que la que abrió hace menos de un mes unos metros más allá. En el conjunto de la calle ya hay seis abiertas estrictamente de souvenirs y alguna más en obras. Una que vende fundas de móvil y gafas de madera, dos más que venden objetos de plata y alguna más de regalos que, a pesar de que no son los típicos souvenirs, también está enfocada al visitante.
"Todo es lo mismo", lamentan comerciantes de la zona, resignados a aceptar que los únicos negocios que pueden hacer frente a las nuevas demandas de alquiler sean estos y sin poder entender mucho cómo lo hacen para sobrevivir, porque las tiendas pasan muchos ratos vacías. "Están expulsando al comercio tradicional. Somos una calle que siempre ha cuidado mucho su comercio y nos estamos convirtiendo en la calle de los souvenirs", sentencian desde la asociación de vecinos y comerciantes. A pesar de que es donde se hace más visible, no es un fenómeno exclusivo de Comtal: los establecimientos de souvenirs también se han multiplicado en puntos del Gótico, como las calles del Pi o Ferran. Lo que la pandemia ha arrasado se ha ido reconvirtiendo en tiendas de este tipo.
"Salen como setas"
En algunos de los comercios tradicionales de la calle Comtal les pedían hasta tres veces lo que pagaban de alquiler para poder renovar el contrato y los locales que van quedando vacíos salen al mercado a precios de 4.000, 6.000 o 8.000 euros al mes. "A los propietarios no les importa quien pague mientras pague y piden lo máximo posible, y tampoco hay ninguna regulación que lo impida. No sabemos a qué espera el Ayuntamiento a poner algún tipo de orden: dicen que quieren limitar el turismo, pero, en cambio, permiten esta proliferación de tiendas de souvenirs que lo está arrasando todo. Es muy triste de ver", lamentan desde la organización comercial Barna Centro, que cifra en un centenar las tiendas de este tipo en el Gótico y ya ha detectado calles donde son mayoría: "Salen como setas, de un día para el otro".
Y muchos de los tenderos de la zona, de los que quedan y de los que ya se han marchado a otras ubicaciones, señalan directamente al Ayuntamiento: "¿Cómo puede ser que sigan abriendo tiendas de souvenirs sin ningún control?", se pregunta Anna Martínez, desde detrás del azulejo de la nueva tienda de la Casa del Bacalao, estrenada en enero de 2020 en la calle de las Moles. Y piden, también, que se aplique ya una regulación de los precios de los alquileres, alguna medida que frene la sangría.
"Aquí la pandemia fue muy dura, porque hay pocos vecinos y sin turistas las calles estaban muy vacías. Fue una condena dura para las tiendas", recuerda una comerciante de la calle Comtal, donde los comercios tradicionales se cuentan ahora prácticamente con los dedos de las manos: la papelerías Raima y la Carpeta, un horno, un bar, una farmacia, una tienda de libros de segunda mano, la decana Villegas, de cerámica... Se han marchado establecimientos como la Formatgeria Simó (abrió en 1982 y ya se ha trasladado a la calle San Pere més Alt), la Casa de Bacalao o la herboristería Agricolia, que ha sido la última en tirar la toalla.
Moles: la calle refugio
Algunas de las tiendas que han tenido que renunciar a las calles que eran más comerciales se han refugiado en la pequeña calle de las Moles, que va de Comtal a Fontanella y no tiene unos precios de alquiler tan disparados. Los primeros en dar este paso fueron la mercería Santa Anna, que en 2016 anunció que se marchaba del Portal de l'Àngel, donde el turismo había desplazado el comercio local, para instalarse en el edificio donde tenían el almacén. También la histórica tienda de gorros Mil, situada desde 1917 en la calle Fontanella, ha abierto tienda donde tenía el almacén en la misma calle de las Moles por si acaso la negociación para renovar el alquiler de la tienda histórica, que vence en un año y medio, no acaba bien. También se han trasladado la Casa del Bacalao e Impressions Boada, que venían desde la calle Comtal; Marcs Arias, desde Sant Pere més Baix; y la tienda de sonido Werner, desde Fontanella. La calle de las Moles se ha convertido en los últimos años en el refugio de los comercios expulsados.