Guía de las calles engalanadas de Gràcia: la nostalgia y otros refugios
Las crisis del presente conviven con apelaciones a épocas pasadas en las calles de este año
BarcelonaLa nostalgia a menudo actúa como un refugio ante las incertidumbres del presente, algo que se puede constatar desde este viernes también en los guarnecidos de la fiesta mayor de Gràcia, donde conviven ejemplos de algunas de las grandes crisis que nos atraviesan y múltiples referencias a épocas en las que no hacía tanto calor y en las que el mundo parecía algo menos. La más clara puede verse en la plaza de la Vila, donde, con el explícito título La Gracia que añoramos, se puede viajar en el tiempo y volver, por un rato, a pasar por delante de comercios históricos de la Villa ya desaparecidos como la Olla de Torrent o las atracciones Caspolino.
Este epicentro irradia la energía nostálgica que mueve muchas de las 23 calles adornadas este año, que nos llevan al camping donde veraneábamos en los años 80 que hay montado en la plaza del Nord; en los juegos más tradicionales del circo de la calle Providència, o en aquellos meses de agosto en el pueblo de los abuelos que ha recreado con mucha destreza Fraternitat de Baix. También es posible, por supuesto, revisitar películas y discos del pasado. En este campo, destacan el homenaje a la Guerra de las Galaxias de la calle Libertad, que hará las delicias de los fans de la saga, y el tributo a los Beatles de Joan Blanques de Baix de tot, con un Yellow submarine incluido.
Sin embargo, como siempre, ante la complejidad del presente también hay quien busca refugio en las teorías de la conspiración. Para ellos, la travesía de Sant Antoni ofrece una visita extraordinaria a un área reservada donde parece haber muestras de vida extraterrestre y donde también, claro, hay un guiño al pasado con una estupenda réplica de ET. Si se queda con ganas de más, siempre puede acercarse al caótico laboratorio de Joan Blanques de Baix, donde después de un experimento científico fallido gobiernan unos robots simpatiquísimos, virus y otras criaturas extrañas.
Ahora bien, con el calor que asa ya desde las calles de Gràcia lo que realmente pide el cuerpo es un refugio climático. La colmena colorista de la calle Tordera o el poblado hawaiano de la plaza Rovira y Trias son dos buenas opciones. También la selva maya de la calle Verdi, con una espectacular entrada en el templo que la convierte en una de las favoritas a alzarse con un premio que busca reeditar la calle Mozart, que este año ha optado por reformular la leyenda de Sant Jordi y que, una vez más, ha combinado la exuberancia –impresionante el dragón gigante– con el cuidado por los pequeños detalles.
La tradición también está muy presente entre los guarnecidos de la fiesta mayor de Gràcia de este año. Tras quedarse sin actos de cultura popular en la edición del año pasado, calles como Progrés y Jesús han querido dedicar sus decorados. El primero, con una magnífica oda en el correfoc en el que no falta, sin embargo, su ya tradicional piscina de agua, y el segundo con un cuidado homenaje a diablos, gigantes, tamborileros, etc. culminado con un vistoso castillo invertido que se puede disfrutar desde la calle Gran de Gràcia y una trabajada auca de la fiesta.
La vivienda y la crisis climática
Pero la amplia oferta de refugios que brindan las calles engalanadas no son sinónimo de alienación. Durante el paseo hay tiempo de sobra para reflexionar sobre algunas de las crisis que sufrimos. Lo hacen con humor en la calle de la Perla, donde el muestrario de especies desplazadas que ofrece su Animalada climática es el acompañante perfecto para hablar de la crisis climática, que lo inunda todo, también por la ola de calor que llevamos enganchada en la espalda.
También la especulación con la vivienda y la gentrificación –muy presentes ya durante el reivindicativo pregón del jueves– se han hecho un hueco en esta edición del concurso de guarnecidos. Ciudad Real y Lluís Vives dedican sus calles; los primeros con una crítica a los fondos buitre a través de la ciudad cada vez menos imaginaria de Rapiñapolis, y los segundos con una reformulación de la fábula de los tres cerditos donde el lobo parece tener intereses comerciales sobre sus casas.