Mercè reivindica la libertad de las mujeres

BarcelonaLas Barcelonas de Najat El Hachmi se mezclaban en su pregón de las Fiestas de la Mercè, que ha leído este viernes en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, para reivindicar la libertad de las mujeres. De todas, también la de "las moras de la periferia" que han tenido que crecer cargando el peso de una tradición en la que ellas, las niñas, siempre eran las hijas, las mujeres, las madres de alguien y que todavía ahora han de batallar para desatarse de los velos. Hachmi se ha convertido en la primera pregonera de la fiesta grande de la ciudad elegida por el alcalde Jaume Collboni, una decisión que no ha sido exenta de polémica, por las críticas de la escritora a la ley trans. "Barcelona seguirá siendo la ciudad de la libertad si protege, difunde y promueve los derechos de las niñas", aseveró.

De Barcelona ha dicho que en su juventud la soñaba como si fuera "El Dorado de la independencia, la emancipación individual y la libertad" en contraposición al régimen estricto que vivía en casa, con un padre que la quería atada, como habían vivido sus antepasadas en una sociedad arcaica que a ella la asfixió de jovencita, atraída ya por sus "anhelos de libertad". Hachmi no se conformó con la vida que le habían guardado en casa, donde "una mujer sola por el mundo era algo insólito". Al final, aseveró, no le quedó "más remedio que la rotura" con los lazos biológicos para avanzar con su vida. "Debemos trabajar mucho para ser nombradas con nuestro propio nombre", ha afirmado.

Lejos de dar esta lucha por la libertad por ganada, la de Vic, ganadora del Premio Ramon Llull, ha reiterado que hoy en Barcelona sigue habiendo criaturas como ella a la que se obliga a elegir entre "identidad y pertenencia". Niñas a las que se les niegan actividades tan inocentes como ir a la piscina o hacer excursiones con los compañeros de la escuela, oa quien se inculca que sólo tendrán valor como mujeres si se tapan y visten como dice la tradición del país originario de la familia. Y recordó también las que aún hoy "están terriblemente asustadas" porque se las utiliza como salvoconducto y se fuerza a casarse con un primo que está en Pakistán o Marruecos para darle papeles. Para todas ellas, El Hachmi reclamó "no mirar al otro lado" y defender sus derechos. Apelando directamente a la audiencia, preguntó: "¿No les gusta que les diga que hay mujeres que se esfuerzan por presentar el certificado de buena conducta vistiéndose de forma decente (lo que ahora llaman modesto fashion) ¿para poder tener derecho a salir de casa?" En este sentido, ha insistido en que el velo no es una simple prenda, como demuestra, ha dicho, la defensa que hacen los líderes misóginos que convierten el pañuelo en "un símbolo muy poderoso y claro de sometimiento" a los hombres. "No somos traicioneras para pedir nuestra independencia", ha proclamado para rechazar los postulados bonistas. "Si os quieren atadas, arrodilladas, encajadas en un molde asfixiante y estrecho, no os vuelan. Busque, como hice yo, una familia que os entienda tal y como sois”.

La escritora considera que Barcelona todavía es este lugar de libertad donde muchas chicas de origen migrante o turistas procedentes de países islámicos se han quitado por primera vez el velo y han sabido que no pasa "absolutamente nada" si sueltan el pelo al viento. "La libertad de las mujeres da tanto miedo que a menudo nos prohíben las cosas que no parecen importantes –afirmó–. Las que no suponen por sí solas un desafío al orden establecido".

La escritora, nacida en un pequeño pueblo remoto de Marruecos y criada en Vic, ha dado un paseo por la ciudad vivida y leída, siguiendo los itinerarios de sus años de visitante, desde comarcas, de universitaria o ya de vecina a l'Eixample, cogida de la mano de compañeros del gremio, como las barcelonesas de pura cepa Carmen Laforet, Maruja Torres o Montserrat Roig. "Nunca tomo una caña en la plaza del Diamant sin lamentar que la Colometa siga allí plantada, reprimiéndose las ganas de bailar", ha dicho en este repaso personal por los rincones de la ciudad. Rememorando sus primeros deseos en esta ciudad, que dijo que nunca le fue del todo desconocida, admitió que "las modestas aspiraciones" que la movían en su Barcelona de universitaria eran, de hecho, "aburridas".

Recibida con aplausos al inicio de su discurso, la escritora ha sido presentada por el alcalde Collboni, que preside su primera Mercè, y que ha tenido un recuerdo para las víctimas de la guerra de Ucrania, el terremoto del Marruecos y la activista barcelonesa recientemente muerta a raíz de un bombardeo ruso Emma Igual. Además, también quiso apoyar a "las mujeres que hoy abren puertas y derriban muros", como las jugadoras de fútbol de la selección española. "La Mercè es fiesta, pero también es compromiso", proclamó.

Sin ninguna referencia directa, Collboni ha defendido El Hachmi mientras en la plaza Sant Jaume unas pocas decenas de personas protestaban por su elección como pregonera porque consideraban que en sus críticas a la ley trans había tenido una actitud de "transfobia". El alcalde ha indicado que Barcelona está a favor de la libertad: "Hoy decimos sí a la palabra y no en la censura de cualquier tipo".

Estas son las 10 frases más destacadas del pregón de las Fiestas de la Merced de Barcelona de la escritora de Vic Najat El Hachmi:

Si es necesario, debemos forzarnos a celebrar todo lo que se pueda celebrar. Las fiestas son tan importantes como la parte más seria de la vida.

Si acortamos la distancia de la deshumanización enseguida veremos que "los demás" no son ni ajenos ni tan diferentes, que los "otros" somos "nosotros".

Somos muchas las moras de la periferia, de la periferia de la periferia, de la periferia de comarcas, de barrios que parecen apartados de todo, donde los valores de la democracia y la igualdad se cuelan por rendijas muy estrechas; somos muchas las que hemos tenido y tenemos en Barcelona una suerte de El Dorado de la independencia, la emancipación individual y la libertad.

Los inmigrantes y sus hijos lo que queremos no son ni ferias de la diversidad ni reconocimiento de nuestra singularidad, no hemos venido aquí a ser pastillas de caldo que enriquecen la principal sustancia del plato. Lo que queremos es vivir con los mismos derechos que el resto de ciudadanos, tener garantizada la dignidad mínima para sentirnos parte de la especie humana y en casa ya veremos si hacemos cus-cus o sartén, corte redondo o tajin. Porque aspiramos a ser ciudadanos y no pueblo o tribu o comunidad o creyentes o identidad.

La emoción de lo que he vivido en Barcelona y la emoción de lo que he leído sobre Barcelona tienen exactamente la misma intensidad y hacen que la ciudad sea mucho más que lo que se ve a simple vista.

La libertad de las mujeres da tanto miedo que a menudo nos prohíben las cosas que no parecen importantes, las que no suponen por sí solas un desafío al orden establecido.

Hoy todavía hay muchas chicas que se ven obligadas a realizar la elección más dolorosa que se le puede plantear a un ser humano: escoger entre la libertad y la pertenencia; entre ser quien eres y asumir el precio que te harán pagar y someterte a seguir formando parte de tu familia.

Ahora mismo hay muchas chicas para las que Barcelona es el lugar donde han podido andar por primera vez con la cabeza descubierta. Diría que hay un turismo importante de jóvenes que cuando llegan se guardan el pedazo de tela en el bolso y se sueltan el pelo y no se pueden creer que no ocurra absolutamente nada.

¿Le incomoda que le cuente que hay niñas en esta ciudad que no pueden aprender a nadar ni ir de excursión? ¿Que crecen creyendo que solo serán valiosas si se tapan?

Barcelona será la ciudad de la libertad como lo ha sido para mí si protege, promueve, difunde y garantiza los derechos de niñas y mujeres.