La subida del alquiler acaba con el milagro de la droguería centenaria del Raval

Barcelona"Nuestro matarratas será el alquiler. Nada más efectivo que eso". Es el lamento de Eduard Elias desde debajo de un anuncio antiguo del raticida Nogat, "el terror de las ratas, la sentencia a su maldad", que es uno de los carteles históricos que todavía decoran la antigua droguería Gomara, en la confluencia de las calles Xuclà y Elisabets del Raval, a solo una calle de la Rambla. La tienda, que ahora es uno de los establecimientos de Elias Decoración, ya tiene fecha para su sentencia de muerte: el 10 de mayo. La propiedad les comunicó el viernes que si querían renovar el contrato tendrían que abonar un alquiler que de más del doble los casi 1.500 euros que pagan ahora, después de que hace ocho años ya firmaran una renovación muy al alza. Y no podrán hacerle frente.

Desde el lunes ya han llenado los escaparates con los carteles informando de la liquidación por cierre. "No sabemos qué abrirá ahora aquí, pero seguro que no será una droguería ni ningún negocio similar", explican. Se acaba el milagro de la droguería más veterana del Raval –y posiblemente, también de Barcelona–, que ha ido adaptando los productos que vende para ajustarlos a la demanda del mercado y específicamente de la zona: la tienda está ahora muy especializada en pinturas y, sobre todo, en la pintura de hoteles y apartamentos turísticos.

La tradición oral sitúa el 1883 como fecha de apertura de la droguería, que cerraría ahora las puertas de sus 140 años de historia, y, según se recoge en la Ruta dels Emblemátics de Barcelona, la primera referencia a la tienda aparece en el anuario del comercio de 1894, donde figura bajo el epígrafe de ultramarinos. Para los actuales responsables del negocio, no hay dudas de que es la más veterana de la ciudad.

Elias y su hermano heredaron el negocio de su padre, a quien recuerdan cobrando desde un mostrador de madera y vidrio que todavía se conserva en uno de los rincones de la tienda y que hace las delicias de turistas y curiosos. Y han mantenido buena parte del mobiliario original del establecimiento, como los mostradores de mármol o los cajoncillos de madera maciza donde todavía almacenan material a granel, como talco o pegamento. Ya no guardan allí, sin embargo, algunos de los productos químicos que ahora se consideraría peligroso almacenar en este formato. "La gracia es que aquí venía la gente y podía encontrar de todo", relata Elias.

Goteo de clientes

"Yo hace más de 50 años venía a comprar piedra de carburo para la luz de carburo", lo interrumpe uno de los muchos clientes que estos días se acercan a la tienda con incredulidad por que realmente cierre para siempre. "La respuesta que estamos recibiendo es increíble. No para de venir gente a preguntarnos qué pasa y algunos incluso nos piden el teléfono de la inmobiliaria para intentar que no nos suban el alquiler", explica Marcel, que es el actual encargado del establecimiento y señala que el barrio "perderá mucho con el cierre", porque la tienda hace "mucha red" y también participa en programas para introducir a jóvenes en el mercado laboral.

Los trabajadores no sufren por su lugar de trabajo porque la empresa está a punto de abrir una nueva tienda en L'Hospitalet, donde se recolocará a todo el personal, pero están afligidos por el cierre de la tienda histórica. "Contra las leyes de la oferta y la demanda no podemos hacer nada", se resignan los responsables del negocio.

Del local se llevarán seguro la colección de carteles históricos –como el de Nogat–, pero no prevén sacar el mobiliario ni el letrero que todavía anuncia la droguería Gomara haciendo la curva del chaflán entre Xuclà y Elisabets, que están protegidos. El Ayuntamiento incluyó la tienda en 2016 dentro de la lista de establecimientos de interés, con un nivel de protección E2, que es el segundo más elevado. Se especifica, por lo tanto, que cualquier actuación que se haga tendrá que conservar y poner en valor los elementos destacados, como el cartel que se adapta a la curvatura o las cómodas interiores.