Medio Ambiente

En busca de caballitos de mar cerca de las islas Medes: "Hemos encontrado cosas que no esperábamos"

Centros de buceo, pescadores y científicos de l'Estartit unen esfuerzos en un proyecto pionero para contar ejemplares de esta especie

GeronaEl fondo marino de la reserva natural de las islas Medes, en el Baix Empordà, es un paraíso para los amantes del buceo. Como zona libre de pesca, favorecida por su proximidad con la desembocadura del río Ter, se puede observar un ecosistema muy rico de fauna y flora, lleno de cuevas submarinas y rincones únicos, hasta el punto de que los centros de inmersión del Estartit tienen mucha más demanda que oferta para hacer incursiones y las de interés.

Una de las iniciativas recientes para rebajar la presión en las Medes es el proyecto Cavallets de Mar, que organiza expediciones alejadas del archipiélago, en la frontera del parque natural, cerca de la garganta del Ter, con el objetivo de observar a estos animales. El proyecto, que une a diferentes actores del sector de la pesca, el turismo y la investigación científica, convoca a submarinistas voluntarios para que ayuden a hacer el recuento de esta especie protegida, muy difícil de vislumbrar y muy poco estudiada en la zona.

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La incursión, a seis u ocho metros de profundidad, se realiza en un emplazamiento de sepieres, unas estructuras instaladas sobre la arena por los pescadores para favorecer la reproducción sostenible de sepias y calamares. Es una cuerda de unos 500 metros, con una serie de ramas de lentisco atadas al fondo que funcionan como un muelle de puesta de huevos para los cefalópodos. Y, justamente, estas estructuras también atraen el interés de los caballitos de mar: se enganchan, habitan durante todo el verano, y como el fondo es arenoso es más fácil poder localizarlos y contabilizarse que entre masas de algas y corales, ya que son animales muy pequeños, de unos 15 centímetros, que se camelan.

La experiencia ha tenido una acogida muy positiva, y en un mes ya se han organizado una quincena de inmersiones, algunas con científicos y otras con grupos de hasta 12 submarinistas voluntarios. En cada inmersión se han llegado a observar entre cinco y siete borriquetas, una cifra extraordinaria teniendo en cuenta que en condiciones normales ver uno ya es tener suerte.

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"Los centros de inmersión trabajamos dentro de un parque natural con unas concesiones limitadas, y este proyecto es una oportunidad para ofrecer inmersiones atractivas más allá de la reserva y para motivar a los submarinistas hacia la conservación y la sostenibilidad. Es muy positivo que centros, pescadores y científicos cooperamos por el bien del medio ambiente", explica Daniel Alzamora, representante de la Asociación de la Asociación de Y añade: "El perfil del submarinista ha cambiado. Al principio eran casi superhéroes, que buscaban retos extremos. Ahora es un perfil más social, más controlado, y mucho más enfocado hacia el medio natural, así que ha sido muy fácil encontrar submarinistas voluntarios, que enseguida han querido sentirse partícipes del proyecto".

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Fascinación entre biólogos y submarinistas

Los borriquetas de mar son una especie protegida pero de la que se desconoce la población exacta porque es muy difícil de detectar. Es un pez de la familia de los singnátidos que se alimenta de camarones microscópicos del plancton que viven junto a la arena y su hocico funciona como un aparato succionador. Se considera una "especie paraguas", de las que abarcan grandes extensiones de superficie y funcionan como un canal para la buena salud de los ecosistemas de su entorno. No es un agente clave de la fauna y flora mediterránea, sin embargo, por su forma tan singular despierta fascinación entre biólogos y amantes del fondo marino.

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"Hacemos inmersiones muy respetuosas con el medio, sin tocar nada, muy contemplativas, y pensábamos que encontraríamos sólo el caballete de arena, pero también hemos encontrado la variante de roca, que no la esperábamos. También hemos observado agujetas de mar, que son parecidos, pero más parecidos, pero más móviles y más móviles biólogos del proyecto.

En esta primera edición, más allá de recoger datos científicos que se presentarán a finales de verano, también se estudia la manera de convertir este punto en un destino fijo de buceo, respetuoso con el medio ambiente que permita continuar con los avistamientos y recuentos: "El objetivo no es llevar a cabo mucha gente, sino hacerlo mucha gente, sino hacerlo. que también queremos poner las bases para que sea un punto de buceo estándar y los submarinistas interesantes puedan disfrutar de su inmersión y, al mismo tiempo, aportar cuántos caballitos han visto y dónde”, concluye Munill.

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