Salud

Disfrutar más de las relaciones sexuales y desinhibirse, motivos detrás del 'chemsex'

La mayoría de las fiestas son en casas de particulares, hoteles, saunas y clubes de sexo

ARA
y ARA

BarcelonaHombres jóvenes de unos 40 años, con estudios superiores y residentes en las grandes ciudades. Este es el perfil de las personas que practican chemsex (chemical sex), el uso recreativo de drogas sintéticas para la práctica del sexo durante horas y sin control, una moda que se ha extendido sobre todo entre la comunidad gay. La entidad StopSida, dedicada a la prevención del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, ha presentado este miércoles el estudio HomoSalud 2020: el impacto del 'chemsex' en España, el cual revela que las personas que practican chemsex lo hacen sobre todo con el objetivo de aumentar la libido, tener más placer y desinhibirse.

La investigación, que ha sido elaborada por la entidad y financiada por la Delegación del gobierno por el Plan Nacional sobre Drogas, y en el que han participado cerca de 3.000 encuestados escogidos en plataformas de citas, recoge que en más de la mitad de los casos (52%) los participantes han consumido drogas recreativas en el último año, especialmente sintéticas; que un 28% del total lo han hecho con el objetivo de tener sexo y que un 10% –267 participantes– lo han hecho con la intención de alargar el acto sexual. Entre los motivos que destacan está el de aumentar la libido (88,3%), la desinhibición sexual (85,7%) y potenciar el placer de las zonas erógenas (54,3%).

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Consumir más de una droga

Si bien la frecuencia de consumo de los participantes en estas fiestas sexuales es variado, un 30% aseguran que toman drogas entre dos y tres veces al mes y casi un 15% una vez al mes. Por otro lado, el chemsex está estrechamente relacionado con el policonsumo de estupefacientes. "No se consume solo una o dos drogas, sino que hay multitud de drogas relacionadas", ha apuntado la doctora en salud pública y miembro del CEEISCAT Cinta Folch. Entre las sustancias más populares están el popper, la Viagra, el GHB o GBL y la mefedrona. El estudio destaca que cerca de un 38% de los participantes se han inyectado sustancias alguna vez.

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Otro dato que revela el estudio es que la mayoría de personas que practican chemsex lo hacen en casa de particulares, ya sea la suya propia o la de otros acompañantes, y que un 20% lo hacen en hoteles, clubes de sexo o saunas, donde los encuentros acostumbran a incluir más de una pareja. Hasta una cuarta parte de las personas admiten haber estado en alguna de estas fiestas más de 24 horas seguidas.

Impacto mental y físico

De las entrevistas hechas en el estudio, los investigadores extraen que algunos de los factores asociados a esta práctica son el fácil acceso a las drogas o la homofobia interiorizada, a la vez que exponen que el desgaste físico inherente al chemsex comporta una sensación de cansancio importante y se asocia a sentimientos de frustración, apatía, aislamiento, soledad, tristeza, dificultad de concentración y a tener que disimular constantemente por el miedo de ser juzgado. Aseguran, sin embargo, que la mayoría niega sufrir ningún tipo de adicción.

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El estudio recoge también que las personas que practican chemsex acostumbran a sufrir más problemas de salud mental –drogodependencias, adicción al sexo o pensamientos suicidas– en comparación con las personas que consumen drogas fuera de esta práctica. Estos usuarios también presentan un uso consistente más bajo del preservativo con sus parejas ocasionales, lo cual conlleva además pronósticos de VIH y enfermedades de transmisión sexual, y tienen también más probabilidad de haber recibido dinero o drogas a cambio de compañía o sexo con hombres, lo cual aumenta su vulnerabilidad.

Por todo ello, StopSida ha alertado de la necesidad de proporcionar una atención integral personalizada y centrada en la persona y ha abogado por abordar temas como el deseo, el morbo o la autoestima y la aceptación social en lugar de poner el foco únicamente en el riesgo asociado al chemsex.