Los contagios ponen en alerta a los 'casals' y campamentos de verano

El sector lamenta que no se haya vacunado antes a los monitores y teme por su supervivencia económica

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Un casal de la Fundación  Pere Tarrés, en Mataró, el pasado 23 de junio.

BarcelonaYa hace unos días que Catalunya es el territorio con más diagnósticos de coronavirus entre los jóvenes del Estado, con una incidencia acumulada que supera el millar de contagios por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días en la franja de 20 a 29 años. De hecho, la edad media de los nuevos contagiados ya era domingo de 26,4 años, según datos del BIOCOMSC. Este boom de contagios entre la población joven pone en alerta al sector del ocio educativo, no solo por los casos positivos –algunos entre monitores y educadores– sino por la cantidad de confinamientos derivados: los niños se quedan sin casales o campamentos, las familias tienen que reorganizarse de nuevo y las empresas y entidades temen por su sostenibilidad económica. El sector, sin embargo, pide confianza: "Se ha demostrado que la educación es una actividad segura. Tenemos muchas ganas y sentimos mucho la responsabilidad de hacerlo bien. El verano pasado los protocolos eran mucho más estrictos y salimos adelante. ¿Por qué no tiene que pasar lo mismo este verano?", dice Júlia Petit, presidenta de Escoltes Catalanes.

Los datos oficiales (y provisionales) que tiene el departamento de Derechos Sociales dicen que por ahora se han detectado 42 positivos y hay 416 contactos estrechos aislados de un total de 250.000 jóvenes y 30.000 monitores que participan en actividades de ocio. A pesar de que muestran de momento un impacto casi irrisorio, el sector no lo ve igual. "La situación es complicada", resume el gerente de la Asociación Catalana de empresas del Ocio, la Educación y la Cultura, Pep Montes, que representa a más de un centenar de negocios pequeños y medios. Según el sector, los 'casals' y campamentos, como en su día lo fueron las escuelas e institutos, son un reflejo de lo que pasa en la sociedad: si a nivel comunitario la variante delta avanza con rapidez también lo hace en las actividades de ocio. "Son contagios que vienen de fuera, porque la precaución se ha relajado. No es que los monitores sean irresponsables o que los contagios pasen dentro de los 'casals' –dice Montes–, sino que en el entorno social hay contagios y esto tiene una repercusión en nuestro sector".

Parecidos y diferencias con los centros

De hecho, se pueden establecer más paralelismos con el caso de los centros educativos, porque los protocolos son muy parecidos: los 'casals' también tienen que organizarse con grupos de convivencia que no pueden tener contacto entre ellos, como mucho puede haber 24 participantes por cada grupo de 'casals' y 30 de campamentos, tienen que llevar mascarilla obligatoriamente a partir de los 6 años, tienen que mantener la distancia siempre que sea posible y, cuando se detecta un positivo, se hace una PCR a todo el grupo y se pone en cuarentena.

Aun así, hay diferencias sustanciales con el que pasaba durante el calendario escolar. Por un lado, porque la centralización de los casos que hacía el departamento de Educación agilizaba la toma de decisiones y los cribajes y confinamientos selectivos eran casi inmediatos, mientras que durante el verano son decenas de entidades, fundaciones, empresas y asociaciones que llevan a cabo actividades de ocio. Según han explicado algunas familias al ARA, se está tardando algo más en hacer las PCR y decidir cuándo hay que aislar o no a los contactos estrechos. La dirección general de Juventud ya ha pedido a todos los responsables de estas iniciativas que pasen un registro actualizado de los casos positivos y de los aislados.

Hay más diferencias: los confinamientos pueden dejar al sector educativo muy tocado económicamente. "Las escuelas no cerrarán, pero las empresas de ocio sí que podríamos tener que cerrar porque no tenemos un paraguas que nos ampare; estamos desprotegidas", alerta Montes, después de que algunas familias hayan pedido que se les devuelva el dinero cuando sus hijos han tenido que confinarse y se han quedado sin 'casal' o campamento. Además, sustituir monitores con tan poco margen de tiempo es muy difícil. "Hasta las grandes empresas están teniendo dificultades para reponer educadores. Algunas tienen entre el 8% y el 15% de los equipos de monitores aislados", asegura el gerente del Acellec.

Es por eso que desde el sector piden tres actuaciones: una compensación económica proporcional a las actividades que se han tenido que suspender, hacer tests de antígenos antes de empezar las actividades y vacunar a los monitores y educadores. Es lo que ha decidido hacer el Ayuntamiento de Canovelles: después de detectar unos cuantos positivos en el campamento deportivo del municipio, se vacunará con Janssen a todos los monitores de tiempo libre que trabajan en el pueblo. En el fondo, esta es una medida que llega tarde y que el sector ya había pedido hacía meses.

"Si ha habido una mala gestión no es culpa de los jóvenes ni de los monitores", expresa la presidenta de Escoltes Catalans, una entidad que movilizará 3.000 jóvenes de campamentos este verano. Ante las cifras de contagios disparados entre 15 y 29 años, Petit pide "no criminalizar" la juventud y recuerda que mientras el colectivo docente y los responsables de actividades socioeducativas del día a día (por ejemplo, los monitores de comedor) se vacunaron como colectivo esencial, el ocio de base educativa quedó excluido de esta campaña.

Esto ha permitido, por ejemplo, que el 80% de monitores de Fundesplai ya estén vacunados con la pauta completa. De hecho, según Pep Valls, portavoz de una entidad que tiene 68.000 niños inscritos durante todo el verano, si la situación a sus 'casals' está "más o menos controlada" es en parte gracias al hecho de que sus educadores y monitores ya están vacunados. Actualmente en Fundesplai se han registrado 33 positivos o confinados entre los más de 6.000 niños que participan esta semana en una actividad organizada directamente por esta empresa, es decir, el 0,5% del total. En el peor momento de la segunda oleada, a finales de octubre de 2020, el 95% de los alumnos siguieron yendo presencialmente a clase.

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