Feminismo

"Creía que me había casado con un hombre igualitario"

El machismo se adapta a nuevos lenguajes y nuevas formas pero con el objetivo de detener el feminismo

Manifestación feminista en Barcelona con motivo del 8-M, en 2022.
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Barcelona"Creía que me había casado con un hombre igualitario". La frase de una mujer, profesional, madre de cuatro criaturas pequeñas, resuena en una sala en la que se habla de las formas de neomachismo. "Mi marido –sigue la testigo– es cuidador, un padre presente, participa en los trabajos, pero es egoísta y prioriza su tiempo". Más tarde añadirá que ha tardado tiempo en darse cuenta de estos comportamientos y afirma que, después de compartirlo con amigas, ha visto que el caso de su pareja no es raro. Los hombres que se sienten "aliados" de la causa feminista terminan perpetrando patrones del patriarcado. "Se sienten atacados y no se incorporan al cambio", resume ante un auditorio que entiende el sentimiento, pero tampoco quiere dejarse llevar por la realidad ni mucho menos por el pesimismo.

La diferencia entre estos hombres que conocen la teoría feminista y sus padres es que sienten que ya han dado un paso tan grande que hay que agradecerles. "¡Mi marido se encarga de la cocina y cree que tengo que hacerle la ola!", exclama la mujer, que se queja. El acto es la presentación de La reacción neomachista tras la cuarta ola feminista, firmado por varios académicos y que coordina la politóloga Maria Freixanet.

Se trata del primer libro editado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS), un consorcio de la Diputación de Barcelona y de la UAB, y es una reflexión sobre cómo la fuerza de los movimientos feministas ha supuesto que el machismo reaccionara "para adaptarse a los tiempos actuales, a sociedades formalmente igualitarias en que posiciones denigrantes para con las mujeres". Continuando con la testigo del principio, afirmará que cuando le reprocha a su marido comportamientos poco igualitarios, le devuelve con un "no sé qué queréis más las feministas", relataba en medio de asentimientos, sonrisas o reprobaciones de los asistentes.

Pancartas reclamando la igualdad, el 8-M de 2024, en Barcelona.

No cabe duda de que en la carrera por la igualdad todavía estamos lejos de la meta, pero nunca la sociedad occidental había sido tan igualitaria como hasta ahora. Sin embargo, el neomachismo también se ha hecho fuerte y, a través de las redes sociales, sabe captar a las generaciones más jóvenes y neutraliza los mensajes de igualdad que salen de la administración, los medios convencionales o la escuela. En todos los ámbitos se ha avanzado, pero como dice la doctora Eva Anduiza, aunque "se ha hecho lo más difícil", en referencia a la entrada en la universidad o en los cargos públicos, por delante está el reto de "la intimidad".

En la intimidad la igualdad supone que las mujeres doblan el tiempo de dedicación de los hombres a los cuidados y la casa y las fuerza a una doble jornada oa dar un paso atrás en su carrera profesional. Ellas se cogen el 80% de las reducciones de jornada para cuidar a hijos y son las que menos cobran, aunque tienen mejores currículums académicos. Y en cuanto a los hijos, madres feministas cuestionan qué está pasando para que el discurso de que niños y niñas son iguales también tenga un rechazo por parte de los más pequeños: niños que se sienten discriminados por las maestras o que creen que la palabra de sus compañeras se tiene más en cuenta en clase.

"¿Nos hemos equivocado?", se preguntaba la madre de cuatro criaturas. Y otra asistente planteaba hasta qué punto era efectivo señalar de pequeños a los niños que son los malos de la historia del feminismo. La politóloga Freixanet confirma que los niños y chicos "se ven atrás con este discurso igualitario" y, a partir de los estudios que ha realizado entre adolescentes, concluye que esta generación de mujeres y hombres "viven en mundos diferentes".

El "falso igualitarismo"

Freixanet matiza que el neomachismo no es otra cosa que la actualización del machismo tradicional para sobrevivir en una sociedad cambiante. Y lo hace en formas más sofisticadas de un "falso igualitarismo" y bajo la premisa de que el feminismo ya no tiene razón de ser porque la igualdad ya es real e incluso los hombres son ahora los nuevos discriminados, una creencia sin fundamento estadístico alguno. Es lo que se llama "sexismo moderno", el único de los tipos de sexismo que distingue a la sociología que sube, también entre algunas mujeres que asumen que se ha llegado demasiado lejos. Por el contrario, el sexismo tradicional y el benevolente están deslegitimados por la mayoría de la sociedad.

Mesa de presentación del libro con Leire Rincón, Maria Freixanet y Eva Anduiza, en el espacio La Bonne.

Las expertas advierten que hay que tener en cuenta que el feminismo avanza por oleadas (lactual es la cuarta, iniciada en 2018 con el Me Too), pero que el patriarcado siempre genera una reacción para detenerlo. Y hasta ahora no ha salido adelante. Para los autores del libro, no hay mucho más secreto que la suma de educación desde las edades más tiernas, plantear estrategias positivas, responder a los ataques con datos, crear referentes feministas, utilizar un lenguaje inclusivo y no sexista o comunicar los logros del feminismo y no sólo la denuncia. Todo ello para restar la llamada "fatiga feminista".

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