Desahucian a una anciana de 97 años por error: "Casi no han dejado nada"
Ocho días después, la familia todavía no ha podido recuperar ninguno de los objetos que se le llevaron
Rosario Bravo hacía siete años que escribía a mano sus memorias en una libreta que le regaló Emiliano Caballero, su hijo. Cada día le dedicaba un rato y apuntaba anécdotas personales sobre la Guerra Civil en su pueblo natal, Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), sus dos años de matrimonio –su marido se murió en un accidente laboral trabajando en la Renfe–, cómo sacó adelante a solas a la familia, cómo emigró al Hospitalet del Llobregat y todo tipo de quebraderos de cabeza y alegrías que ha vivido con familiares y amigos durante 97 años. "Toda una vida, tenía ahí", resume Emiliano.
Entre otras pertenencias de un valor personal "incalculable", como la alianza de sus hermanos y cuñados o fotos de familiares difuntos, la libreta fue lo primero que echó de menos Rosario cuando sus hijos descubrieron que habían desahuciado a su madre por error y le habían vaciado el piso, habían cambiado la cerradura de la puerta y habían instalado una alarma. "Casi no han dejado nada", dice Emiliano, que denuncia que en la diligencia de lanzamiento del juzgado del Hospitalet de Llobregat hay un error en el domicilio objeto de desahucio: señala el sobreático primera, donde vive Rosario, en vez del ático primera. Además, encuentra "indignante" que en la diligencia se asegure, sin ver la vivienda, que estaba vacía de bienes inmuebles y que no vivía nadie.
El hijo de Rosario explica que fueron los vecinos que tenían que ser desahuciados los que los avisaron, y que también los llamaron para pedir perdón. "El hombre es taxista, y con esta crisis ahora no pueden pagar el alquiler y se sienten culpables de lo que nos ha pasado", dice Emiliano, que se puso en contacto rápidamente con Finques Gual, la propietaria y administradora de todo el bloque de pisos y del de al lado. A pesar de que Rosario hace sesenta años que paga el alquiler, desde la inmobiliaria no la avisaron del desahucio y, cuando les piden por los objetos personales que la empresa de mudanzas se llevó, se remiten a la diligencia y se lavan las manos. "Nadie movió un dedo; si nos hubieran dicho al menos qué empresa se había llevado las cosas y dónde las dejaba, las podríamos haber encontrado. Ahora ya hace ocho días de esto...", dice Emiliano, que ve cómo pasa el tiempo y no recuperan nada.
Antes de verse con Finques Gual, por suerte, un representante de la inmobiliaria visitó el piso de Rosario con la familia y pudo comprobar todo lo que se habían llevado. "No habíamos podido ser nosotros porque no teníamos la llave de la nueva cerradura ni sabíamos el código de la alarma", dice Emiliano, que explica que la inmobiliaria pudo ver, y esto los puede salvar en los juzgados, que faltaban el microondas, la vajilla, ropa y muchas más cosas, valoradas, según la defensa de Rosario, en entre 22.000 y 24.000 euros en total.
Ahora, mientras intenta recuperar todo lo que se le llevaron –prefiere no usar el verbo robar–, Rosario vive con sus hijos en Terrassa y todavía tiene la esperanza de encontrar la libreta donde anotaba todos sus recuerdos. "Era bastante gruesa, por los lados las páginas son doradas y la guardaba en una bolsa de tela con un estampado de cuadros como el de las batas de los niños cuando van a la escuela", explicó Laura Caballero, la nieta de Rosario, al programa El món a RAC1. "Es bastante rococó, con unas anillas doradas y de una medida entre DIN A3 y DIN A4, y en la primera página pone su nombre", añade Emiliano con la esperanza de que alguien la encuentre.