Cierre de líneas en las escuelas: la pública pierde diez veces más que la concertada
En tres cursos las escuelas e institutos públicos habrán perdido 129 grupos de I3 y 1º de ESO y los concertados, 12
BarcelonaEl mes de marzo siempre es especial para las escuelas e institutos porque es el período de puertas abiertas y de preinscripción. Ahora bien, desde hace unos años también es una época de malas noticias para muchos centros que les comunican el cierre de algún grupo de infantil 3 (I3) o de 1º de ESO debido a la bajada demográfica.
En los últimos seis cursos, en Cataluña, el número de niños que comienzan el primer curso escolar ha bajado drásticamente. De hecho, el próximo año habrá casi 20.000 alumnos menos de I3 que los que había hace una década. Esta caída de natalidad ha facilitado un avance en la bajada de ratios, que, según apuntan desde el Gobierno, el próximo curso debería ser de menos de 20 niños por aula en todos los cursos de infantil. Al mismo tiempo, esta pérdida de alumnado, sumada a las medidas de lucha contra la segregación, ha hecho que entre el curso pasado y el próximo curso el sistema público pierda más de un centenar de grupos de I3 y 1r de ESO. De hecho, según datos de la oferta educativa final del departamento de Educación recopiladas por el ARA, en tres cursos la escuela pública habrá perdido 129 grupos, mientras que la concertada habrá perdido sólo 12. Aquí hay que tener en cuenta que, en estos momentos, sólo hay una previsión de los grupos que habrá en la oferta final del próximo curso.
Detrás de esta disparidad hay varios motivos. Uno es la apuesta clara del Gobierno por reducir la sobreoferta escolar en la red pública que prevé el pacto contra la segregación escolar. A grandes rasgos, la caída demográfica deja más plazas vacías y eso facilita que las familias escolaricen a sus hijos en centros fuera de su zona escolar. Esta dinámica hace que las escuelas más complejas tengan menos demanda, les queden más plazas vacías y acaben acogiendo a más alumnos vulnerables. A la larga, esto provoca que haya centros que concentran mucha más vulnerabilidad que lo que les correspondería por la zona, y viceversa, que otras escuelas e institutos no escolaricen el número de alumnos vulnerables que les corresponde por la situación social de su barrio o municipio.
Por otra parte, las escuelas e institutos concertados se rigen por un decreto de conciertos creado hace más de 30 años y, a pesar de las promesas de renovación, los borradores para realizar una nueva norma siempre han quedado en un cajón. Este decreto permite que, mientras que en la red pública se hace una oferta de grupos escolares muy ajustada al número de alumnos que se prevé (y si es necesario después se amplía), los centros concertados puedan realizar una oferta inicial con todos los grupos que se les ha autorizado por concierto, independientemente de si prevé que se llenen o no.
En el caso de las escuelas e institutos concertados, el reajuste de grupos se hace una vez el curso ya ha comenzado y se tiene certeza de si los grupos propuestos se han llenado o no. A partir de aquí, dentro de los límites que marca la normativa, cada centro decide cómo gestiona el número de alumnos por grupo, las cuotas que abonan las familias y la subvención pública que recibe por cada grupo que mantiene para que le salgan los números. De nuevo, aquí hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos de centros concertados y que algunos están más implicados en la lucha contra la segregación escolar que otros.
La normativa actual también permite que una escuela concertada pueda abrir un segundo grupo de infantil cuando tiene 24 alumnos o más, mientras que en la pública, aunque se han ido reduciendo las ratios, todavía hay centros que en final de curso terminan superando este número de niños por aula.
Impacto individual y falta de recursos
Más allá del cumplimiento de la normativa, el cierre de líneas tiene siempre un impacto importante en los centros que quedan afectados. Uno de ellos es la Escuela Riera de Ribes, que ha visto como el próximo curso se le suprimirá una línea de I3, al igual que le pasará a la Escuela Santa Eulalia, también de Sant Pere de Ribes. La maestra Andrea Gimeno asegura que uno de los motivos que se les ha dado para cerrar uno de los dos grupos de I3 es que existe una "fuga" de familias hacia la concertada. Insiste, sin embargo, que con el cierre de la línea empezarán el curso con un grupo que ya tendrá 20 alumnos y que, por tanto, previsiblemente estarán por encima de la ratio máxima que marca el departamento en pocos meses, ya que normalmente llegan nuevos niños con el curso comenzado.
"El cierre conlleva perder a un maestro y ya vamos muy cortos de recursos", lamenta Gimeno. La maestra explica que en el Garraf no hay ninguna escuela de educación especial y que, por tanto, muchos alumnos con necesidades especiales acuden a la escuela ordinaria. "Estamos a favor de la escuela inclusiva, pero la realidad es que nos faltan recursos para dar la atención de calidad que merece el alumnado", advierte.