Sinhogarismo

Acoger en casa expulsados del B9: "Si lo contrario del buenismo es el malismo, yo elijo los buenos"

Una médica badalonesa da techo a dos senegaleses de 24 y 30 años frente a la inacción de los servicios sociales municipales

BadalonaSe han levantado a una hora inusualmente tarde teniendo en cuenta que son dos jóvenes subsaharianos que sobrevivían en el antiguo instituto B9 de Badalona, ​​desalojado el pasado miércoles. "El nuestro cuerpo ha descansado por primera vez en mucho tiempo, porque en la calle es difícil estar relajado y el frío no te deja dormir", explica Abdu Ngom, senegalés de la ciudad de Saint Louis, de 30 años, sentado en un sofá en la casa de Ángela Valeiras. Ante la "inacción de las administraciones", esta médica jubilada ha decidido pasar a la acción y, como crisis humanitaria de ver al raso a 200 jóvenes, acoge desde la noche del viernes Ngom y Serigne Babacar, otro senegalés de 24 años. "A los que me dicen que hago buenismo, yo les digo que si lo contrario es el malismo, a mí siempre me encontrarán junto a los bonos", exclama Valeiras.

La tarde del viernes, Valeiras se acercó con una amiga al punto donde un centenar de los 400 desalojados del B9 se habían instalado. expulsados ​​la llamó para decirle que si quería ayudar tenía que empezar por Babacar, porque hacía tan poco que estaba en aquel viejo instituto, que no sabía cómo moverse y apenas tenía amigos. no es la primera acogida solidaria que hace. Hace unos años tuvo acogido unos meses a otro chico subsahariano sin hogar, con quien todavía mantiene contacto y ahora ya se gana la vida autónomamente.

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Una doctora de Badalona acoge en su casa a dos jóvenes sengaleses, expulsados ​​del B9 de Badalona.

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Luego vio a otro joven que tenía una herida en la mano que se había hecho trasteando con la chatarra, y estaba a 38 grados de fiebre. Era Ngom, y le acompañó a un hospital, pero le cobraban 120 euros por la visita, así que tras curarle ella misma, le llevó a un centro de atención primaria donde le pusieron la vacuna del tétanos. Hoy se encuentra mejor y sólo tiene algo de febrícula.

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Paso a paso

Es el domingo por la mañana y todavía no han desayunado porque a primera hora han salido disparados hacia el local de Cáritas de Badalona para pedir información sobre qué alternativas tienen para encontrar un techo, ayuda, comida. De momento, poco más que esperar y permanecer unos días con Valeiras. ¿Hasta cuándo? "No sé, en principio les acogí para una noche porque llovía, pero hoy ya llevaremos tres. Sobre la marcha", dice, y añade que tiene claro que gestos como el suyo no son la solución y que "la obligación de dar respuestas es de la administración". Sin embargo, tiene claro que quiere acompañarlos en los trámites para que puedan iniciar el arraigo. Uno de los jóvenes duerme en el sofá de la sala y el otro sobre una estera en una habitación. "Hemos estado muy bien, estamos muy contentos y agradecidos", coinciden y, para demostrarle, han limpiado la cocina y, "incluso, las baldosas", ríe la doctora.

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Babacar le escucha y, de vez en cuando, pide a su amigo la traducción porque apenas entiende ni el catalán ni el castellano. Asiente y se anima a explicar que cuando murió su madre quiso dejar atrás Senegal y emigrar hacia Europa. Era pescador y dice tener "el oficio de manejar la máquina bulldozer", pero que después de casi dos años en España –primero en Almería y desde hace unos meses, en Badalona–, no ha logrado nada. "He venido a trabajar, trabajar y trabajar, nada más", afirma mientras arrulla a los perros de la casa, que están medio dormidos con su calor.

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También Ngom salió de Senegal hacia Canarias en busca de mejor fortuna, ya que vio que de pescador no se ganaba la vida porque les acuerdos pesqueros del país con la Unión Europea priorizan a los barcos comunitarios y dejan los locales "sin pesca". En su periplo hasta Badalona pasó por Valladolid y desde hace 14 meses ocupaba un espacio en el B9. Se ganaba la vida con la chatarra, de la que sacaba poco dinero, "sólo para sobrevivir y poder comer todos los días". Su único objetivo –repite– es "trabajar" y se lamenta de que "Europa no le deja trabajar, ni en Senegal ni tampoco aquí".

Los planes para este domingo son hacer una comida con otro de los amigos de Valeiras. Se trata de un hombre que vive en la calle y tiene polio –una enfermedad que afecta al sistema nervioso y provoca parálisis–. "Ya veremos qué hacemos de comer, todo sobre la marcha", se despide esta doctora solidaria, quien dice notar "en las caras que los dos chicos son buena gente". Y antes de cerrar la puerta añade: "La gente no debe tenerles miedo".

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Primeras reubicaciones

Más allá de la solidaridad vecinal, las entidades sociales también se han movilizado para conseguir un espacio para acoger al menos a parte de los desalojados. Esta pasada noche del sábado un puñado de personas pudieron dormir bajo cubierto, después de tres noches al raso, con lluvia y bajas temperaturas. "Tenía mucho frío y ya no podía más. Lloraba y le pedía a Dios que me sacara de aquí", relata Samba Niang, una de las diez personas que al menos durante una semana podrá pernoctar en el Casal Antoni Sala i Pont, cedido por organizaciones independentistas, informa el ACN.

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Además, finalmente, serán quince las personas que podrán ir a pasar la noche a una iglesia de Badalona, ​​cedida por el arzobispado de Barcelona. Entidades sociales llegaron ayer a un acuerdo para que la conselleria de Derechos Sociales se hiciera cargo de la manutención de los reubicados. A partir de este domingo, la parroquia Virgen de Montserrat de Badalona abrirá las puertas de ocho de la tarde a nueve de la mañana para las personas escogida por su perfil vulnerable. Se les dará cena, cama y desayuno durante un mes, según detallaron conjuntamente Cruz Roja, Cáritas, San Juan de Dios Servicios Sociales y la Fundación Legado Roca y Pi. Será Cruz Roja la encargada de gestionar el espacio.