"Esperemos que las promesas de ayudas no se enfríen como lo hará la lava"

Pino Monterrey teme que la lava acabe tragándose su finca de plataneros, "el esfuerzo de tres generaciones familiares"

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Dos agricultores llenos de ceniza recogen las piñas de plátanos antes de que la lava del volcán llegue a las plantaciones

BarcelonaPino Monterrey hace de tripas corazón, cruza los dedos e intenta conservar la esperanza mientras ve cómo una de las coladas de lava del volcán de La Palma, la que ya ha invadido el casco urbano de Todoque, avanza lentamente en dirección hacia su finca de plataneros. El sufrimiento desde lunes es constante –"Una tragedia sin precedentes", lamenta, que ha dejado a miles de sus vecinos sin casa y que amenaza también a centenares de fincas que son la fuente de ingresos y el futuro económico de miles de familias como la suya en la isla.

Desde el estallido del volcán, ya ha pasado por muchos estados de ánimo. En El Paso, donde vive, oyeron un gran estallido y una humareda gigante saliendo de la montaña que queda justo detrás de su casa. "De la estupefacción inicial, pasé a la histeria y ahora esta ansiedad que no se va", relata al ARA. La esperanza que le queda es que el frenazo en el avance de la lava acabe evitando que los 15.000 metros cuadrados de su plantación de plataneros ecológicos acaben sepultados.A pesar de la ralentización de la velocidad de la lava, la colada que atraviesa el pueblo ya se ha ensanchado hasta alcanzar los 500 metros este jueves, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Pero el peligro persiste porque esto no quiere decir que el proceso eruptivo vaya a la baja. La directora del IGN, María José Blanco, ha explicado a Efe que a la lava cada vez le cuesta más avanzar porque va perdiendo temperatura a medida que se aleja del cono volcánico. Pero a pesar de que lento, ha recalcado, "el avance continúa".

Pino monitoriza cada metro que recorre la colada con unos cuantos vecinos, con quienes cada día suben una montaña que les ofrece una vista "terrorífica", describe. Algunos, como ella, son agricultores que pertenecen a la cooperativa Volcán San Juan y tienen sus fincas en la misma dirección en que avanza la lava hacia el mar. La erupción ya ha provocado más de 6.000 evacuados y ha borrado 350 viviendas. Si llega a superar el núcleo de Todoque, amenaza entre 300 y 400 fincas como la suya. "La agricultura es el motor económico de la isla, el pan de todo el mundo", resume. Aunque la colada no llegue a sus tierras, las cenizas ya han estropeado las cosechas justo en el mejor momento productivo de la temporada, que va de septiembre a diciembre.

La finca de Pino y todo lo que se puede perder es "el esfuerzo de tres generaciones familiares". La levantó su padre, que volvió a La Palma después de que la familia hubiera salido rumbo a Venezuela justamente después de la erupción de otro volcán en la isla en 1949, en este caso el de San Juan. Hoy trabajan ella y sus hermanos, y también sus sobrinos. Todos esperan que la pesadilla acabe y que las ayudas que tantas voces pregonan estos días no queden en nada: "Esperemos que las promesas de ayudas no se enfríen como lo acabará haciendo la lava", lamenta.

Los vecinos asumen que la situación de ansiedad todavía se alargará muchos días. Las visitas oficiales –hoy han ido el rey Felipe y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez– se suceden, pero Pino vaticina que dentro de unos meses, cuando la expectación mediática que ha generado el volcán decrezca, los vecinos corren el riesgo de acabar olvidados. Aún así, agradece las muestras de apoyo que reciben de muchos ciudadanos de las Canarias, pendientes de cómo pueden ser útiles a sus vecinos.

La llegada incierta al mar

Los últimos datos disponibles sobre la erupción cifran en 220 hectáreas el terreno afectado por la lava, con un perímetro de 15,7 kilómetros. La colada más próxima al mar todavía está a más de dos kilómetros de la costa y el Instituto Geográfico ha descartado que pueda llegar al mar al menos en los próximos dos días. A pesar de todo, la erupción sigue en curso, con una columna que llega a los 4.500 metros de altura y tiene una fuerte emisión de ceniza que ha afectado a algunos vuelos en la zona. La directora del IGN en las Canarias ha destacado que los "fenómenos explosivos" persisten con intensidad y son una señal que todavía no se puede dar por hecho que la situación vaya a la baja.

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