Inmigración

Más de 5.000 personas han muerto desde enero intentando llegar en cayuco a las costas españolas

La ONG Caminando Fronteras, que acompaña a los náufragos y sus familias, alerta de que es la cifra más alta en dos décadas

BarcelonaNunca como hasta en estos primeros cinco meses del 2024 habían muerto tantas personas ahogadas en el mar mientras intentaban llegar a territorio español: 33 personas al día o 5.054 entre enero y mayo. Del total de víctimas, 154 eran mujeres, 50 criaturas y 4.850 hombres. Son unas cifras inéditas en los últimos 20 años y que el colectivo Caminando Fronteras ha presentado este miércoles como producto de las "políticas de la muerte" de la UE. Se cuente como se cuente, se trata de una tragedia que evidencia el fracaso de las políticas de control de la inmigración procedente del Sur global porque, lejos de frenar el movimiento, provoca mayor mortalidad.

Víctimes a les rutes de la frontera sud
Dades entre el gener i el maig del 2024 i, entre parèntesis, les del 2023
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La cifra provisional de la ONG amenaza con pulverizar la de 6.618 con la que acabó en el 2023, el más mortífero hasta ahora. Y, de nuevo, la entidad ha denunciado la falta de medios técnicos y humanos en los dispositivos de rescate del gobierno español por encontrar con vida las embarcaciones a la deriva. De hecho, se tiene constancia de que, en este período, 47 pateras han desaparecido sin dejar rastro de sus ocupantes.

La ONG recoge los datos a partir de la monitorización que hace de las salidas de las embarcaciones, a través de las alertas que recibe de los propios viajeros cuando naufragan o de sus familias cuando no tienen noticias de los que se han embarcado. Otro año, y como ya ha constatado en diferentes ocasiones la agencia para las migraciones de Naciones Unidas, la llamada ruta atlántica o canaria se confirma como la más peligrosa del mundo: concentra el 95% de las víctimas del recuento, con 4.808 personas fallecidas confirmadas.

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En este sentido, si estos datos de mortalidad se cruzan con los de migrantes que han logrado llegar a Canarias —17.117 hasta el 31 de mayo, según la estadística del ministerio del Interior—, en estos cinco primeros meses del año ha fallecido o desaparecido mar adentro una persona por cada 3,5 que pudo ser rescatadas. En cambio, en 2023, con un récord de llegadas a causa de la inestabilidad política de Senegal, la tasa fue de un muerto por cada 6,6 supervivientes.

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A la reducción de salidas de cayucos de Senegal, sin embargo, le ha seguido el aumento de las embarcaciones desde la costa de Mauritania. Incluso en los meses de invierno, el flujo migratorio por el Atlántico se ha mantenido en cifras muy elevadas (superiores a los 880 fallecidos en todos los casos), a diferencia de lo que ocurría en años anteriores, cuando el grueso de salidas se concentraban en verano, según explican desde la entidad que preside la activista Helena Maleno. A los fallecidos de la ruta canaria deben sumarse los 175 registrados en la ruta argelina (desde Argelia hacia Baleares y la costa valenciana), los 47 en el mar de Alborán (en la costa de Andalucía) y los 24 en el estrecho de Gibraltar.

La organización ha vuelto a cargar contra la falta de compromiso de las autoridades españolas por la protección de la vida de los inmigrantes, puesto que toda la actividad se centra en el control migratorio y no en el salvamento. En este sentido, denuncian las demoras en la activación de medios de búsqueda y rescate cuando las embarcaciones lanzan un SOS dando sus "posiciones exactas" en medio del mar; así como la escasez de barcos y aviones destinados a localizar a los náufragos.

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Según afirma Caminando Fronteras, los dispositivos priman más las búsquedas pasivas, alertando a los cargueros que hay por la zona y que puedan avistar una embarcación neumática. Esto hace que la suerte de los migrantes esté muchas veces en manos de la interpretación "unilateral y discriminatoria" que realizan los equipos de salvamento de las convenciones internacionales.

Pérdida de talento

Para la investigadora del Grupo de Investigación sobre Inmigración de la Universidad Pompeu Fabra (Gritim-UPF), Gemma Pinyol-Jiménez, el aumento tanto de los flujos migratorios como de las muertes en el mar tiene diversas causas, como la inestabilidad política y social de los países de origen. Ahora bien, también señala la responsabilidad de los países de la Unión Europea por haber externalizado el control de fronteras a terceros países, como Turquía o Marruecos, a través de acuerdos bilaterales que dejan fuera a otros estados. Esto está creando "una competición entre países porque lo que quiere estar en la misma mesa puede favorecer a los flujos migratorios" cuando le conviene para conseguir más réditos en una negociación, afirma la experta.

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En el lado europeo, Pinyol-Jiménez ve una "competición para ver cuál es el país que más restringe" la entrada de la migración siguiendo los postulados de la extrema derecha, que acaban teniendo un efecto negativo porque, según dice, Europa "pierde capacidad de talento" de personas migrantes que renuncian a instalarse en ellas porque temen ser discriminadas y atacadas por actitudes xenófobas.

Mientras se militarizan las fronteras de la Unión, no se ofrece ninguna alternativa o una vía legal que facilite la migración sin que deba ponerse en riesgo la vida. Pero más allá del control, para Pinyol-Jiménez es importante no centrar todo el debate en las llegadas de migrantes por mar porque acaban alimentando el discurso del miedo y el odio de la extrema derecha y, por el contrario, apunta que es necesario poner el foco en la acogida y la inclusión. "Si bien las cifras de migración en Canarias son ridículas para la Unión Europea o España, no lo son por la capacidad de unas islas", señala, para incidir en que se necesitan políticas y sobre todo inversiones millonarias para el acompañamiento de estas personas recién llegadas. "Hay que ayudar a quienes llegan y quienes acogen para poder luchar contra el racismo", concluye.